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Rousseff recibió llama olímpica pero su gobierno se extingue

Encabezó el último gran acto público antes de que el Senado resuelva
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04 de mayo de 2016 a las 05:00
Mientras la llama de su gobierno parece extinguirse, la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, recibió ayer en Brasilia el fuego olímpico para iniciar la recta final hacia los Juegos Olímpicos a realizarse en Río de Janeiro a mediados de año. Aunque la mandataria asegura que luchará hasta el final, en Brasil está instalado el clima de fin de ciclo y Rousseff cada vez tiene menos esperanzas de permanecer en el cargo cuando se inaugure el evento deportivo.

Al tiempo que el Senado avanza en la discusión sobre su posible destitución, los opositores planifican medidas de gobierno y asesores del Partido de los Trabajadores preparan sus currículos tras 13 años en la función pública, la presidenta realizó ayer quizá su último gran acto como presidenta.

Previo a una recorrida por todo Brasil, la llama fue recibida por Rousseff para prender la antorcha en el Palacio de Planalto (casa de gobierno), su centro de operaciones que deberá abandonar la semana próxima si el Senado la suspende para juzgarla por irregularidades en las cuentas públicas.

Rousseff deberá esperar la sentencia final en la residencia presidencial, el Palacio de la Alvorada, por hasta 180 días, cobrando la mitad de su salario. Un capítulo que podría extender la agónica disputa de poder entre la mandataria y su vicepresidente Michel Temer, que ansía su puesto.

Si el Senado aprueba el juicio político, Rousseff será reemplazada por Temer, jefe de la mayor fuerza local, el centrista PMDB, que hasta marzo integró la coalición de gobierno y al que la presidenta acusa de "traidor" y de líder de un "golpe parlamentario" en curso.

Mientras, Temer continúa preparando su eventual gobierno. El líder opositor estuvo reunido con el exjefe del Banco Central de Brasil, Henrique Meirelles, posible ministro de Hacienda de su administración.

La lucha

Con el escenario político en su contra y la popularidad por el suelo, Rousseff realizó ayer una nueva defensa de su gobierno en un evento de relevancia mundial.

En el mismo momento en que muchos asesores del oficialismo encabezado por el Partido de los Trabajadores preparan sus currículos tras más de 13 años en el poder, los responsables de los Juegos Olímpicos sostienen que son inmunes a la crisis política y económica.

El discurso de Rousseff ayer fue en el mismo sentido. "Tengo la certeza de que un país cuyo pueblo sabe luchar por sus derechos y sabe proteger su democracia es un país donde las Olimpíadas tendrán el mejor éxito de los próximos meses", dijo luego de que la llama llegada de Ginebra encendiera la antorcha olímpica en el Palacio de Planalto.

Tregua Olímpica

En el mundo antiguo, la llegada de la llama anunciaba una tregua para que los atletas pudieran trasladarse a Olimpia para la competencia, una referencia a la que Rousseff apeló recientemente para convocar a un tiempo de concordia.

Pero en tanto el proceso de destitución avanza a todo vapor, la mandataria continúa buscando opciones para evitar su catástrofe. El diario O Globo informó el lunes que Rousseff estudia renunciar y pedir al Congreso una enmienda constitucional para celebrar nuevas elecciones en octubre, una iniciativa apoyada por la mayoría de los brasileños.

La opción parece lejana para la debilidad actual del gobierno, derrotado en forma aplastante el mes pasado en la cámara de Diputados cuando se votó el pedido de impeachment contra la mandataria. Pero podría presionar a Temer y sus aliados, que quieren instalarse en la Presidencia.

Temer tiene una intención de voto de entre 1% y 2%, según un sondeo reciente, y Rousseff no pierde oportunidad de recordarle que ella obtuvo 54 millones de votos y tiene mandato hasta 2018, y acusarlo de usar el impeachment para tomar el poder sin pasar por las urnas.

Pero, si el Senado le baja el pulgar, Brasil se encontrará con la paradoja de tener dos presidentes durante los Juegos Olímpicos, uno suspendido y otro en funciones

Temer prepara gobierno con eventuales ministros

El exjefe del Banco Central de Brasil, Henrique Meirelles, posible ministro de Hacienda de un eventual gobierno del vicepresidente Michel Temer, dijo el lunes tras reunirse con el líder opositor que es necesario revertir la trayectoria de la creciente deuda pública del país.

Aunque sostuvo que no se discutieron medidas de gobierno porque aún el Senado no resolvió si inicia el juicio de destitución a la presidenta Dilma Rousseff, Meirelles admitió que entregó a Temer su evaluación de la economía.

La deuda pública de Brasil alcanza a 38,9% de su Producto Interno Bruto y Meirelles ha advertido que, si no se adoptan medidas, podría acercarse a los niveles del 2002 de cerca del 60%.

Al terminar el aumento de la deuda, dijo Meirelles, "habría un claro cambio de confianza que llevaría a una mayor inversión y por lo tanto a la creación de empleos, un mayor consumo y una reanudación del crédito".

Cuando se le preguntó sobre un posible límite al gasto del gobierno, dijo que "un control legal, constitucional del gasto es una alternativa interesante que ciertamente sería contemplada".

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