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Rousseff y la izquierda de Brasil al borde del final de una era

Luego de la votación en el Senado los analistas aseguran que solo un milagro puede salvarla
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11 de agosto de 2016 a las 05:00
Los 13 años de gobierno consecutivos del Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil parecen haber sellado de forma irreversible su partida de defunción. Todo indica que la presidenta suspendida, Dilma Rousseff, tiene las horas contadas como mandataria constitucional del país norteño luego de quedar a una sola votación de ser destituida del cargo mediante un juicio político que se resolverá a fin de mes.

Alejada del poder desde mayo, abandonada por aliados y con débiles apoyos entre sus propias filas, Rousseff está cada vez más cerca de dejar su cargo definitivamente y solo un "milagro" podría salvarla, según coinciden los analistas.

Mientras la atención de todo Brasil está puesta en los Juegos Olímpicos que transcurren en Río de Janeiro, en Brasilia los senadores votaron por 59 votos a 21 someter a la líder izquierdista a juicio político por violar las leyes de presupuesto, en una sesión de 15 horas que terminó en la madrugada del miércoles.

Los opositores de Rousseff necesitaban apenas una mayoría simple entre los 81 senadores para poder llevarla a juicio por manipular las cuentas públicas y autorizar gastos sin la aprobación del Congreso, lo que afirman que ayudó a su reelección en el 2014.

Los cargos son considerados "crímenes de responsabilidad" y son castigados con la pérdida de la presidencia.

El resultado holgado preanuncia un escenario difícil para Rousseff, según confiaron senadores a la agencia AFP. Fueron cuatro votos más que cuando el proceso fue admitido para ser analizado y cinco más que la mayoría especial de dos tercios (54) necesarios para la destitución definitiva.

"La verdad es que Dilma necesitaría un milagro para que eso no ocurra, yo diría que la mayor sorpresa sería que consiguiera revertir el proceso. Hoy eso no se ve posible", declaró a la AFP el analista político Everaldo Moraes, de la Universidad de Brasilia.

Aunque su suerte parece estar echada, Rousseff promete dar batalla hasta el final.

El veredicto se espera a fines de agosto y para declarar culpable a Rousseff se requieren dos tercios de los votos, cinco votos menos que los alcanzados por sus opositores el miércoles.

El fallo final

De ser hallada culpable, Rousseff sería alejada definitivamente de su cargo, poniendo fin a la era del PT en el gobierno, y se confirmaría al presidente interino, Michel Temer, un exaliado político y electoral de Rousseff, para el resto del período que cierra en 2018.

Eso fortalecerá la posición de Temer mientras lucha por mostrar su legitimidad y estabilizar la política de Brasil.

Temer, un conservador que fue vicepresidente de Rousseff, ya pidió a los senadores concluir rápido el juicio para avanzar con sus planes para limitar el gasto público, reformar un sistema de pensiones extremadamente generoso y restaurar la confianza en las finanzas del gobierno.

Si pierde el poder, Rousseff se convertirá en el segundo jefe de Estado brasileño en caer a manos del Congreso en 24 años. El anterior fue el hoy senador Fernando Collor, que se pronunció en favor de la destitución de Rousseff.

Cada vez son menos

La votación del miércoles mostró que el movimiento por remover a Rousseff ganó fuerza en el Senado, que en mayo había votado por 55-22 para continuar el proceso de impugnación iniciado en diciembre por la cámara baja. También pareció sellar el destino de la presidenta suspendida, que perdió terreno clave en lugar de conseguir el apoyo de senadores indecisos.

Rousseff debió salir de la sede del Poder Ejecutivo brasileño el 12 de mayo sumergida en niveles mínimos de popularidad.

La dirigente denuncia ser víctima de un "golpe parlamentario" y ahora solo dispone de una oportunidad más, la fase final del juicio, para evitar su debacle y la del PT fundado por Luiz Inácio Lula da Silva hace más de 30 años.

Entre la batería de último minuto que busca defender su mandato, el equipo legal de Rousseff analiza recurrir ante la corte suprema y legisladores del PT realizaron una presentación ante la OEA denunciando la situación en Brasil.

Sin embargo, los hombres de Temer afirman por su parte que es un caso juzgado y que en la instancia definitiva podrían sumar más apoyos.

Esa instancia empezará cuatro días después de la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos y se extenderá por cinco días. En caso de ser sentenciada, Rousseff quedará inhabilitada para ejercer cargos públicos por ocho años.

Lucha hasta el final

El gobierno de Rousseff, que inició su segundo mandato en 2015 y debe entregar el poder el 1° de enero de 2019, se astilló por una recesión económica feroz y las acusaciones de corrupción que lo vincularon a una inmensa red de sobornos en la estatal Petrobras.

Recluida en la residencia presidencial, la mandataria dijo que publicará una carta donde se comprometerá a convocar un plebiscito para que los ciudadanos decidan si quieren adelantar elecciones.

"Vamos a convocar una elección general para dar una salida a la crisis política. Eso es coraje, osadía. Sacar a una presidenta no lo es (...). Hipócritas, hipócritas, hipócritas", dijo la senadora Gleisi Hoffmann, una de las espadas del PT en el Senado.

La debacle que hundió al popular PT

Las sesiones para la fase final del impeachment de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, comenzarán unos días después del cierre de los Juegos Olímpicos de Río 2016, los primeros en América del Sur que precisamente el antecesor de la mandataria y su padrino político, Luiz Inácio Lula da Silva, batalló para traer a Brasil en la puja de 2009.

Eran otros años, cuando la economía aún florecía y el gigante sudamericano parecía ser la potencia mundial que por fin había despertado.

Pero hoy el panorama es otro: la mayor economía de América Latina está en recesión desde el año pasado, cuando el PIB cayó 3,8%; el desempleo está al alza y la confianza en Brasil se esfumó de la mano de una crisis política profundizada por masivos escándalos de corrupción.

El mayor de todos es la gigantesca trama de desvío de dinero en la petrolera estatal Petrobras que le costó más de US$ 2.000 millones a la compañía y que involucró a buena parte de la elite política y empresarial de Brasil.

El Partido de los Trabajadores, que llegó al poder en 2003 cuando Lula asumió su primer mandato, está entre los más golpeados por las revelaciones de esta trama y el propio expresidente será enjuiciado por supuestamente intentar obstruir las investigaciones de la llamada Operación Lava Jato, que indaga el fraude.

Si bien Rousseff no está acusada de corrupción, el caso Petrolao ayudó a hundirla a ella y a su gobierno. Además la caída de la economía le llevó a recortar el gasto público y eso la alejó de parte de su electorado.

Sumado a los casos de corrupción y la caída de la economía, Rousseff perdió la batalla política interna al no poder controlar la alianza electoral con el partido de centroderecha PMDB, que rompió con la mandataria y comenzó a darle forma al impeachment, un hecho que parece encaminarse hacia su cierre pero que tiene paralizada a la política brasileña desde enero.

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