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Escolares obligados a una asistencia casi perfecta hasta fin de año para cumplir la "austera" meta de Primaria
Los escolares uruguayos faltan demasiado. Tanto que, durante el último año lectivo, más de la quinta parte asistió a clases menos de 140 días —un nivel de ausentismo que los técnicos llaman abandono intermitente porque el alumno a veces está y otra no—. Por eso —y porque el problema de base se arrastra desde mucho antes que la pandemia— Primaria lanzó un plan que sale al rescate de los niños.
Este plan —anunciado hace una semana— tiene una primera meta: “incrementar a un mínimo de 160 días el promedio global de días de clase asistidos en educación común, en el presente año”. Es una meta calificada por la Inspección Técnica como “austera”, porque no apunta al “ideal”, sino a lo alcanzable en lo que resta de cursos.
Tan austera que, si se miran las propias estadísticas oficiales, es incluso más baja que el promedio de asistencia de los escolares en el año 2006, en 2011, en el 2015 de la conflictividad por la esencialidad de la educación, o que el 2016.
La justificación de Técnica, sin embargo, se basa en que la pandemia hizo caer tanto la asistencia a clase que se hace más difícil llegar a la meta por más austera que sea.
Pero, ¿la meta es alcanzable? El Observador pidió conocer cómo venía siento el promedio de asistencias en el año y cuántos días lectivos restaban (para saber las chances de que los niños completen los 160 días asistidos como se propuso Primaria). Y la respuesta oficial muestra que el desafío es casi quimérico —al menos si en lo que resta del año se sigue faltando tanto como en el primer semestre—.
De 85 días lectivos, los escolares asistieron en promedio 74 días. O, lo que es lo mismo, faltaron a más de una de cada diez clases. Algunos faltaron mucho más y otros mucho menos.
Al año lectivo 2023 le quedan 94 días de clase, siempre y cuando no haya suspensiones o se estiren las vacaciones como ocurrió en invierno.
Conclusión: si todos los estudiantes asisten todos los días a clase y no faltan nunca en lo que resta del año —un escenario imposible a juzgar por las estadísticas históricas—, como máximo se alcanzaría un promedio de 168 días de asistencia.
La distancia entre ese máximo de 168 días y la meta austera que se fijó Primaria (160 días) es el escaso margen con que cuentan las escuelas para cumplir con el objetivo trazado.
Si los escolares faltan igual que en el primer semestre (en que se ausentaron 11 días en promedio), ya se quedaría por debajo de la meta.
En educación inicial, en que los alumnos suelen faltar todavía más días, la meta oficial es llegar a los 140 días asistido (por ahora llevan asistiendo 69 y restan 94 días lectivos).
¿Cuál es la estrategia?
En cada escuela están revisando la concurrencia a clase de cada alumno. Y si bien existirá una comunicación universal sobre la importancia de ir a la escuela todos los días, habrá un foco en aquellos escolares con más de 10% de inasistencias.
En los niños que vienen más rezagados habrá un seguimiento cuerpo a cuerpo, e incluso en las escuelas más críticas se pretende extender el tiempo pedagógico, hacer clases virtuales o prácticas de deporte fuera del horario convencional.
Además, se enviarán mensajes a todos por la plataforma GURÍ a los padres informándoles cuál es el nivel de asistencia de sus hijos, la comparativa con el resto del grupo o escolares. Y se recordará la relevancia de la escolarización —sobre todo en las edades más pequeñas en que algunos padres piensan que se trata solo de jugar o una guardería—.
Los inspectores, a su vez, está indagando sobre las causas de las inasistencias: ¿por qué faltan los que faltan?
