El partido entre Los Teros y los All Blacks, este jueves, será el primero oficial de la historia entre ambas selecciones. Pero hay un antecedente entre Uruguay y Nueva Zelanda en mayores: fue en 1976, en el estadio del Comando General del Ejército, en Bulevar Artigas.
Aquel partido terminó en victoria neozelandesa 63 a 3, pero quizás lo más interesante es la historia de cómo surgió el encuentro. Mientras la Unión Argentina de Rugby (UAR) ultimaba detalles de la gira que harían los All Blacks, le ofrecieron al entonces presidente de la URU, Domingo Tricánico, que la delegación neocelandesa cruzara a Uruguay para que los suplentes jugaran un partido ante Los Teros.
Había un problema: la URU, como era habitual en esa época, no tenía fondos para hacerse cargo de esa invitación. Sin embargo, los que tomaron la posta fueron los integrantes del Club Universitario del Prado (CUPRA), que tampoco miraron la caja y dijeron que sí sin pensarlo.
El grupo de veteranos de CUPRA vibra por estos días recordando esas épocas. El fallecido Hugo Ceretta contó en 2019 que los jugadores de la cuarta división (sub 18) habían hecho una fiesta para recaudar fondos, pero la urgencia llevó a tener que desviarlos. Esa plata se usó, entre otras cosas, para comprar talco y harina de barrido para marcar la cancha del Comando. En contacto con El Observador, otro de los integrantes del club en esa época, Miguel Algorta (que vino a Francia a alentar a Los Teros) cuenta que uno de los que estuvo en esa operativa fue Victor Dotti, padre de Ignacio, actual integrante del plantel de Los Teros en el Mundial.
Los palos fueron otro tema: el partido no se jugó con palos de rugby sino con unos caños que se pusieron arriba de los de fútbol.
Cupra se encargó de conseguirles hospedaje a los neozelandeses: fue en el Hotel Presidente, en 18 de julio, frente a la Plaza del Entrevero. Las comidas se dividían entre el desaparecido bar Morini, en Ciudad Vieja, y La Pasiva de la plaza, dónde los neozelandeses se hicieron famosos por la cantidad de cerveza consumida, y por quedar en perfecto estado tras ellas.
¿Cómo hizo la gente de Cupra para pagar todo eso? Con la recaudación del partido. Era una apuesta, pero hecha en base a la expectativa que generaba un partido así. “Ceretta se la jugó. Iba siempre para adelante. Sacó los cálculos y le puso el precio a las entradas. Hasta nos quedó plata a favor” recuerda Algorta.
Trasladarlos era otro problema, que se solucionó con una camioneta indio, del padre de Algorta, en la que metían hasta siete jugadores, algo nada fácil para los tamaños de los jugadores.
En ese equipo había algunos nombres históricos como los hermanos Jorge y Rafael Zerbino, John Bird o Roberto Canessa, sobreviviente de Los Andes tres años antes.
Según la base de datos de ESPN, ese día Uruguay formó con Jorge Andres Varela, Francisco Obes y John Bird en la primera línea; Rafael Zerbino y Gerardo Laenz en la segunda; Jorge Zerbino (c), Juan Bordaberry y Jorge Etcheverria en a tercera. La preja de medios fue con Alberto Cibils y Pablo Iturria, y los centros fueron Jose Maria Ubilla e Ignacio Amorin. Los wings Michael Smith y Carlos Widemann, y el fullback Andres Gianoli.
En el banco estaban Fernando Praderi, Jorge Pedro Rignon, Mario Balinas, Jose Luis Capezzuto, Daniel Mutio, Alvaro Mastroiani y Roberto Canessa
Nueva Zelanda, mientras tanto, formó con Paul Sapsford, Peter Sloane y John Spiers ern la primera línea; John Callesen y Vance Stewart en la segunda; Graham Mourie (c), Stu Cron y Pat Ryan en la tercera. La pareja de medios fue con Kevin Greene y John Brake, los centros Doug Rollerson y Eddie Stokes, los wings Scott Cartwright y Ken Granger y el fullback Richard Wilson. Como fue un equipo den suplentes, no otorgó caps.
El árbitro fue el argentino Francisco Colombo, y los neocelandeses anotaron 11 tries, dos conversiones y cuatro penales. En ese momento el try valía cuatro puntos.
Los puntos de Uruguay llegaron a través de un drop de Iturria.
Otra de las anécdotas del partido fue una gresca que se generó entre los jugadores luego que uno de los jugadores uruguayos le pegara una patada a un neocelandés en un maul. El referee argentino echó al uruguayo, y según contó en el tercer tiempo, lo hizo para protegerlo porque los All Blacks querían venganza, a tal punto que protestaron por la expulsión y pedían que volviera a la cancha.
Uruguay y Nueva Zelanda nunca se volvieron a ver las caras a nivel de mayores, pero la anécdota de aquel partido quedó para la historia.
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