La nomenclatura de colegios habilitados cerró con ocho instituciones más que el año anterior.

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Mirá si el colegio de tus hijos está habilitado: Primaria advierte por diez instituciones fuera de su radar

Nueve instituciones regularizaron de apuro de habilitación, otras cuatro están a punto de hacerlo, cinco iniciaron los trámites y otra “decena” está por fuera del radar de Primaria: en esta nota podrás revisar colegio por colegio las habilitaciones oficiales
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14 de febrero de 2024 a las 15:26

Al menos cuatro colegios privados cerraron en este cambio de año lectivo. El sindicato de trabajadores del sector habla de “crisis”. Las asociaciones que reúnen a los directivos de las instituciones no ocultan su “preocupación”. La Administración Nacional de Educación Pública quiere modificar la reglamentación “cuanto antes” por el cierre de instituciones. Pero en el registro oficial de colegios habilitados y autorizados hay más centros educativos que el año anterior. ¿Cómo es posible?

En los últimos meses, Primaria habilitó nueve colegios: tres de ellos en Montevideo, una misma cantidad en Maldonado, dos en Canelones y uno en Rivera. La mayoría de estos centros ya estaban funcionando —léase no son “nuevos”—, pero actuaban fuera de la normativa.  Lo mismo ocurre con otras cuatro instituciones que acabaron los trámites y solo les resta el visto bueno final del organismo rector. Otros cinco colegios, a su vez, vienen más retrasados, pero caminan hacia una habilitación “en los próximos meses”. Y los inspectores estiman que hay cerca de una decena que atienden alumnos, pero sin legitimación oficial y no se acercaron siquiera a formalizar su actividad. Corren por fuera del sistema, sin que los padres estén enterados o exijan la documentación antes de inscribir a sus hijos.

La nomenclatura actualizada de Primaria, a la que accedió El Observador, muestra que a la fecha hay 350 colegios habilitados (que son los que siguen el calendario, los planes y programas oficiales) y otros 17 autorizados (aquellos cuya propuesta curricular puede perseguir objetivos distintos a los oficiales, por lo cual los alumnos tienen que acreditar sus estudios antes de finalizar). Eso significa que hay ocho instituciones más que el año anterior, sin contar los centros de educación especial y jardines privados que también habilita Primaria.

¿Está habilitado el colegio al que van tus hijos? En la siguiente tabla podés averiguarlo. Y si no figura en la lista, te invitamos a que nos avises (o denuncies) por aquí.

Cuando El Observador informó del cierre de los colegios, Sergio Sommaruga, integrante del Sindicato de Trabajadores y Trabajadoras de la Enseñanza Privada, declaró a La Diaria: “Está más regulado el taxímetro que la enseñanza privada, es de locos”.

En esa línea —o al menos con la intención de mejorar la interpretación y la fiscalización de la regulación vigente— el consejero político Juan Gabito propuso en la última sesión del Codicen una reunión con las asociaciones de colegios para “rever la ordenanza 14 y exigir que se avise con tiempo antes de un cierre". Ese tiempo, había dicho el jerarca a El Observador, debía ser mayor a 90 días previos al cierre.

Esta semana, tras el receso de carnaval, será la primera reunión entre las autoridades y las asociaciones de los colegios en la búsqueda de una actualización de la ordenanza. Pero la discusión de fondo esconde pujas ideológicas y logísticas. Por un lado, hay colegios que piden que haya una mayor flexibilidad (al contrario de lo que opinan los trabajadores sindicalizados), porque eso les daría “aire” para enfrentar la crisis. El Departamento de Educación Privada de Primaria, a su vez, propuso en ese sentido un nuevo sistema de acreditación para que a los colegios les sea más sencillo conseguir la autorización oficial. Y, además, los consejeros de la ANEP coinciden en que a los privados “hay que exigirles” mayores cumplimientos de tiempos, de presentación de datos estadísticos, de rendición de cuentas.

Y es entonces que entra lo ideológico. Desde que José Pedro Varela incentivó la obligatoriedad de la inscripción a la escuela (que no es lo mismo que la obligatoriedad de la educación en sentido abstracto), se entiende que la educación —mediada por escuelas pública y colegios privados— es un bien público que admite distintas maneras de gestión. Como el servicio es público, por más que en algunas instituciones haya que pagar por el acceso al mismo, los que prestan el servicio están obligados a rendir cuentas de manera rigurosa (ya pasa en la salud, incluso para que el Estado les pague por cumplimiento de metas).

Pese a este concepto instalado, Primaria no obtiene todas las estadísticas en tiempo, hay colegios fuera de la norma, hay nuevas instituciones con inversiones millonarias que empiezan a funcionar y hacer publicidad antes de concretar su habilitación (como había denunciado el directivo Pablo Cayota en una entrevista con El Observador), y existe un escaso control sobre la propuesta curricular (de ahí que muchas instituciones ya trabajaban en base a proyectos, o limitaban la repetición, o agrupaban áreas mucho antes de la llamada transformación curricular).

Si se sigue con las posturas ideológicas, existe un ala hacia la izquierda que cuestiona las exoneraciones fiscales de los colegios y las donaciones especiales en que el Estado “deja de recaudar” para darle dinero a instituciones que son de gestión privada. Macarena Gelman había sido una de las abanderadas de esta postura que usa como ejemplo lo que sucede con el Liceo Impulso (fundado por el ministro de Educación Pablo Da Silveira y el excanciller Ernesto Talvi) que recibió 33 veces más donaciones que toda la ANEP (según consta en los anexos de la última Rendición de Cuentas).

Pero si se prefiere una mirada liberal extrema, hay quienes sugieren que la regulación de los colegios debe limitarse al mínimo. Incluso en algunos países, como Estados Unidos, se permite el estudio en la casa, dentro de la familia y sin habilitación oficial (homeschooling).

El ministro Da Silveira había publicado un artículo académico en francés, en 2011, donde explicaba la discusión detrás de esta idea más extrema:  “Durante siglo y medio, la negativa a enviar a los niños a la escuela se consideró un síntoma de ignorancia o abandono. Si los padres actúan de esta manera, sería porque no comprenden la importancia de los temas o porque están sacrificando el bien a largo plazo de sus hijos por sus objetivos a corto plazo. Sin embargo, los padres que educan en casa no son ni ignorantes ni negligentes. Toman esta decisión porque llegaron a la conclusión, después de una cuidadosa consideración, de que era una mejor opción para sus hijos que las dos opciones tradicionales: la escuela pública y la escuela privada”. Y si se sigue ese razonamiento —el cual Da Silveira expone, pero no dice si está de acuerdo o no— ni siquiera sería necesario un registro.

En este contexto de cierre de colegios, mejoramiento de Primaria para regular instituciones, caída de nacimientos y por tanto de la matrícula, “crisis” para algunos, “preocupación” para otros, el debate está sobre la mesa y esta semana tendrá un nuevo capítulo.

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