Lo que importa sobre la polémica por los libros de contenido sexual
- Dos consejeros de la UCR solicitaron detalles a la Dirección General de Cultura y Educación de Buenos Aires sobre la distribución de libros con contenido sexual explícito en escuelas y bibliotecas.
- Se cuestiona la falta de información sobre el programa “Identidades Bonaerenses”, específicamente sobre las instituciones que recibieron los libros y los criterios de distribución.
- Los consejeros también buscan aclaraciones sobre los mediadores entre los estudiantes y el contenido, así como la capacitación de los bibliotecarios para trabajar con estos materiales.
- La iniciativa causó un fuerte rechazo de sectores políticos y sociales, que consideran la medida como un intento de sexualizar a los jóvenes.
- El director de Cultura y Educación, Alberto Sileoni, defendió la colección, señalando que está destinada a bibliotecas y a uso docente, no directamente a los estudiantes.
Contexto
¿Qué motivó la solicitud de información por parte de los consejeros?: Diego Julio Martínez y Natalia Quintana, consejeros de la Unión Cívica Radical (UCR) en Buenos Aires, presentaron una nota dirigida al director general de Cultura y Educación, Alberto Sileoni, para pedir detalles sobre el programa “Identidades Bonaerenses”. La solicitud surge de la preocupación por la distribución de libros con contenido sexual explícito en varias instituciones educativas y bibliotecas de la provincia. Los consejeros consideran insuficiente la información inicial proporcionada por el área de Cultura y Educación, ya que, en su opinión, no aclaró todos los puntos relevantes sobre la iniciativa.
¿Cuáles son los cuestionamientos específicos de los consejeros?: Los consejeros buscan saber exactamente en qué instituciones se distribuyeron los libros y cuál fue el criterio para su selección y envío. Además, solicitaron detalles sobre el total de ejemplares adquiridos y la cantidad específica de cada título en circulación. Otro de los puntos clave es conocer los perfiles y roles de los “mediadores” que facilitarían el acceso de los estudiantes a estos textos, exigiendo información sobre los criterios de selección y la capacitación de los bibliotecarios en esta función.
¿Cuál fue la respuesta de la Dirección General de Cultura y Educación hasta el momento?: La Dirección General de Cultura y Educación, encabezada por Alberto Sileoni, inicialmente delegó la respuesta a un subsecretario, quien, según los consejeros, dio una explicación incompleta sobre el programa. Ante la controversia, Sileoni salió en defensa de la iniciativa, afirmando que los libros distribuidos no son materiales de educación sexual dirigidos a los estudiantes, sino que forman parte de una colección literaria destinada a las bibliotecas y pensada como herramienta de apoyo para docentes y bibliotecarios. En este sentido, subrayó que no se exige a los estudiantes la lectura de estos libros.
¿Qué dicen las voces opositoras sobre el programa y su contenido?: El programa generó una reacción negativa en algunos sectores políticos y sociales. Ramón Lanús, intendente de San Isidro, calificó la iniciativa como “un disparate” y expresó que, en su opinión, el programa intenta “sexualizar a los chicos” bajo la cobertura de la Educación Sexual Integral (ESI). Para él y otros opositores, los contenidos podrían ser inapropiados para ciertos contextos educativos y representan una intromisión estatal en la educación de los menores que muchos padres no aprueban.
¿Cómo argumenta Sileoni la pertinencia de estos materiales?: Sileoni justificó el valor de la colección al señalar que es un recurso pensado para enriquecer las bibliotecas escolares y como herramienta educativa para que los docentes y bibliotecarios tengan acceso a literatura variada. Enfatizó que estos libros no son de carácter pornográfico, como argumentan algunos críticos, sino que forman parte de un catálogo literario cuyo fin es educar y expandir el acervo cultural de las instituciones. Además, el funcionario responsabilizó a los medios de alimentar la indignación de algunos padres, quienes, según él, fueron desinformados sobre el verdadero propósito y contexto de la colección.
¿Cuál es la principal preocupación de los consejeros en cuanto a la implementación del programa?: Una de las preocupaciones más fuertes de los consejeros radica en la falta de transparencia sobre cómo se lleva a cabo el programa en cada escuela. Señalan dificultades para encontrar información detallada sobre el catálogo en los sitios de acceso público y lamentan la carencia de datos específicos sobre las acciones y actividades educativas relacionadas con los libros en cuestión. Además, cuestionan la preparación y el perfil de los mediadores que presentan este material a los estudiantes, y piden garantías sobre la idoneidad de los bibliotecarios en esta función específica.
¿Qué posibles contradicciones detectaron los consejeros en el programa?: Según Martínez y Quintana, existen contradicciones entre la descripción del programa en el catálogo y la nota de presentación firmada por el propio Sileoni, especialmente en relación a los tipos de instituciones educativas en las que se distribuyen los libros. Esto, aseguran, añade confusión y refuerza la percepción de falta de claridad en la ejecución del programa. Además, sugirieron que se fortalezcan las acciones de mediación docente para trabajar con materiales que requieren un tratamiento especial, algo que, según ellos, no fue abordado adecuadamente.
Cómo sigue
La controversia en torno a los libros de contenido sexual explícito en las escuelas y bibliotecas de Buenos Aires probablemente se extienda en las próximas semanas. Los consejeros de la UCR ya presentaron dos documentos solicitando explicaciones y podrían aumentar la presión si no reciben respuestas claras a todas sus inquietudes. Asimismo, la tensión con los sectores políticos opositores podría profundizarse si el gobierno provincial no toma medidas que aborden los temores de los padres y las críticas de las autoridades locales.
La Dirección General de Cultura y Educación, en tanto, podría necesitar afinar su comunicación para aclarar los objetivos del programa “Identidades Bonaerenses” y calmar la inquietud pública. Los pasos futuros podrían incluir un reporte detallado sobre las instituciones beneficiadas, la selección de los mediadores y el detalle de ejemplares distribuidos, además de posibles ajustes en el programa para garantizar su aceptación social.