En aquel 2020, la pandemia marcó un quiebre, un punto de inflexión. Aún las tareas de difícil ejecución serían remotas, no existía alternativa. Hoy, lentamente, la modalidad se encamina a un formato híbrido y de vuelta a la presencialidad 100%, sin dudas.
El impulso de empresas y mercados que entienden que el desarrollo de habilidades y las demandas de los negocios así lo dictan, junto con las personas que sostienen que necesitan interactuar, sociabilizar, salir de sus casas, empatizar y relacionarse, lleva a este cambio. Incluso aquellos que reconocen que la evolución de sus carreras será más lenta, si no poco probable, con la limitante de no poder nutrirse de la interacción física con equipos de trabajo, clientes, jefes, el mundo, etc. Más allá de que el registro de la oportunidad de "la carrera" en algunas capas generacionales parece ser solo un cliché.
Claro está que algunos trabajos son indudablemente remotos, sin discusión, y que también muchos "pandemials" se apoltronaron en el formato. "No viajo, no como comida fuera de mi casa, cuido a mis gatos y recojo a mis hijos en el colegio, equilibrando familia, bienestar, trabajo." Ahora bien, aceptar que "el cadete" de la oficina adopte modalidad híbrida para su semana parece una entelequia, pero es real.
Retos y riesgos del trabajo híbrido
Ecualizar ahorros en gastos fijos, infraestructura y soporte compite con los planes de carrera y la identificación de futuros líderes; además, la multiempleabilidad obvia y no declarada, y la posibilidad de subvertir identidades entre empresas rivales, influyen con propósitos diversos, a veces poco éticos y profesionales.
La necesidad de identificar completa y cabalmente a los recursos y su asignación a roles críticos y complejos es imperiosa. El acceso a información confidencial o, por lo menos, sensible debe ser un objetivo del management, que se ha tornado laxo en el "recruiting". Existen una enorme cantidad de perfiles adaptados para que personas físicas trabajen en simultáneo en dos, tres o más empleos, con husos horarios corridos pero solapados. La ausencia de esquemas de control y la falta de auditabilidad terminan provocando un aumento del riesgo inherente en actividades de espionaje comercial, filtrado de información y exposición al fraude.
El caso de fraude en Estados Unidos: un ejemplo de los riesgos del trabajo remoto
Apenas inició 2025, una mujer del estado de Arizona, en EEUU, se declaró culpable de fraude por u$s 17 millones, que luego fueron transferidos a Corea del Norte. El Tribunal de Distrito en Washington DC juzgó en relación a un plan que ayudaba a trabajadores de TI extranjeros a hacerse pasar por ciudadanos y residentes estadounidenses, permitiéndoles trabajar en puestos remotos de TI en más de 300 empresas estadounidenses. Más de 70 identidades fueron comprometidas.
La delincuente cometió fraude electrónico, robo de identidad agravado y lavado de dinero. Robó identidades de ciudadanos estadounidenses y las utilizó para aplicar en búsquedas de trabajos remotos en empresas de EEUU, incluidas corporaciones de Fortune 500, a través de empresas de personal temporal u otras organizaciones contratistas o de “recruiting”. Configuró una “granja de notebooks” en su casa para que las empresas creyeran que los trabajadores estaban físicamente en los Estados Unidos, lo que permitió que los trabajadores remotos de TI en el extranjero obtuvieran acceso a sistemas internos e información clasificada de las empresas estadounidenses.
Para junio de 2025, el Tribunal podría imponer una sentencia de entre 94 y 111 meses en una prisión federal.