Ni suerte le queda a Tabárez: Uruguay jugó para ganar, pero perdió y quedó sexto

La imagen del final, la de Uruguay peleando hasta la última pelota en busca del empate y el punto que lo pudiera dejar cuarto en la tabla, es la expresión de lo que hizo Uruguay este viernes en el Campeón del Siglo.

El gesto de Godín arrodillado en el piso es la expresión de la frustración, en una imagen que no es común en el capitán de la selección uruguaya, mucho menos cuando todavía quedan cinco fechas para la finalización de las Eliminatorias.

Josema Giménez tirado en un gesto similar a unos metros es la confirmación del dolor. Piquerez acostado en el césped. Álvarez Martínez apoyado en sus rodillas. Cáceres lamentando la derrota. El campo de batallas devuelve la imagen de quienes dejaron todo para revertir la situación adversa, pero que terminó como en los últimos cuatro partidos, sin ganar, consiguió solamente uno de los últimos 12 puntos y cayó a un lugar incómodo de la tabla.

Hay que verlo para creerlo. Si le dicen que Uruguay generó siete situaciones de gol, tres más que Argentina y que perdió 1-0 en el partido de la fecha 13 de las Eliminatorias seguramente mirará con desconfianza. Fue así. Definitivamente Uruguay no liga nada, y esa suerte que durante 15 años acompañó a Tabárez y le regaló noches de fútbol emocionantes y memorables, lo abandonó en estos días que más lo necesita.

El triunfo en la hora ante Ecuador en el último partido de setiembre, con gol de Pereiro, fue la última gota de la fortuna que le dio a Uruguay un triunfo.

De todas formas, en la adversidad por la ubicación en la tabla, Uruguay descubrió este viernes que tiene capacidad futbolística y anímica para seguir buscando su clasificación al Mundial 2022.

Tabárez dibujó en el Campeón del Siglo una versión en la que combinó el viejo Uruguay con la nueva celeste. Con el 1-4-1-4-1, le brindó al equipo otra versión futbolística. Le dio consistencia en su juego. Le permitió construir una forma en el campo que llevó a Argentina a un lugar incómodo.

La primera pierna fuerte de Vecino a Lo Celso, al minuto de juego. El revolcón de Bentancur a Romero en la jugada siguiente. Y la actitud de un equipo que salió a mostrar que desde lo anímico iba a construir otra realidad deportiva, Uruguay marcó la cancha.

Como hace un mes en Argentina, si no hubiera sido por el golero Martínez, Uruguay habría llegado antes que Argentina al gol. Esta vez se lo perdió Nández a los cuatro minutos, y luego un error de Piquerez, terminó en el gol de Di María y en el principio del fin.

Antes y después del gol, a Uruguay el partido le quedó a su medida. A la medida de la nueva celeste con la actitud de Uruguay de siempre.

Un remate en el palo de Suárez, y el rebote que disparó afuera. Un remate de Vecino desde el punto penal que salvó Martínez. Un centro de Torres que se transformó en situación de gol. Y las tres últimas de Agustín Álvarez Martínez, llenaron de lamentos las tribunas del Campeón del Siglo.

Uruguay jugó para ganar adentro y afuera de la cancha. Tabárez realizó los cambios a tiempo para buscar revulsivos en su equipo. Facundo Torres por Brian Rodríguez para el segundo tiempo y Agustín Álvarez Martínez por Vecino a los 62 minutos. Cambió la figura, 1-4-1-4-1 por 4-4-2 y puso el partido en la cancha de Argentina.

Uruguay construyó un juego para ganar. Los futbolistas dejaron el alma. La pelota que corrió Bentancur a los 74 minutos para evitar un gol de Argentina en un contragolpe, que terminó con una lesión que lo sacó de la cancha, fue la demostración de amor propio y entrega como hacía tiempo no se veía en estos jugadores.  

Por todo eso. Por los jugadores, por el juego y por los cambios que hizo el entrenador, esta vez la derrota dejó al hincha tranquilo, sin embargo, el Mundial está cada vez más lejos porque no se va con buenas intenciones sino con puntos, y ahora tiene que subir a La Paz para jugar Bolivia entonado.

La única señal positiva es que jugando así, cuando lleguen los últimos 12 puntos (Venezuela, Paraguay, Perú y Chile) tendrá opciones de pelear por un cupo directo o el repechaje, siempre y cuando retorne la suerte.