Inglaterra, la tierra de los inventores del fútbol, se mantuvo por mucho tiempo reacia a la competencia internacional. Recién después de la Segunda Guerra Mundial se pudo ver a la selección de los Tres Leones con más frecuencia en partidos y torneos fuera de las Islas Británicas. Y la realidad era que Inglaterra no era la potencia que creía ser, y sólo en 1966 y de local se pudo dar el gusto de levantar una Copa del Mundo. Y eso fue todo. Nada más, ni antes ni después.
El fútbol es un fenómeno muy presente en la cultura popular inglesa. Las crónicas de sus competencias, sus clubes y las vivencias de sus aficionados en más de 150 años de historia son inagotables. Los hinchas ingleses, futboleros tan apasionados como los propios sudamericanos, siempre creen que todo cambiará “la próxima vez”. La prensa se enfrasca en debates interminables, tratando de explicar las causas de las derrotas. Que hubo mala suerte, un DT incompetente, que los jugadores son buenos y que, seguramente, con un poco más de experiencia o espíritu o aliento, entonces sí llegarán los títulos.
Pero no. Pasan los años, los jugadores, los técnicos, las Euros y los Mundiales, e Inglaterra se queda a las puertas, fracasa o ni siquiera se clasifica. No alcanza con la Premier League, la mejor liga del mundo. No alcanzó con los varios clubes ingleses que ganaron copas europeas, incluso el Mundial de Clubes. No alcanzó con grandes jugadores como Gary Lineker, John Barnes, Paul Gascoigne, David Beckham, Michael Owen, Steven Gerrard, Frank Lampard, Wayne Rooney. Más recientemente, tampoco con Harry Kane, Raheem Sterling, Jadon Sancho. Hoy están también Phil Foden, Jude Bellingham, Bukayo Saka, grandes figuras en los equipos más importantes de Europa. Y hoy mismo derrotaron a Holanda para acceder a la gran final de la Euro contra España. ¿Alcanzará esta vez?
Embed - ¡WATKINS FUE HÉROE AGÓNICO Y LOS TRES LEONES SON FINALISTAS! | Países Bajos 1-2 Inglaterra | RESUMEN
La historia
Una de las principales razones del aislamiento de la selección inglesa de fútbol antes de la Segunda Guerra Mundial fue la autopercepción de superioridad. Inglaterra, al ser la cuna del fútbol moderno y habiendo establecido las reglas del juego en 1863, se consideraba la mejor nación futbolística del mundo. Esta arrogancia y confianza hicieron que los dirigentes y jugadores ingleses subestimaran el desarrollo del fútbol en otros países, creyendo que no había competencia digna fuera de las islas británicas.
Inglaterra también tuvo conflictos significativos con la FIFA, el órgano rector del fútbol mundial, lo que contribuyó a su aislamiento. En particular, hubo desacuerdos sobre la profesionalización del deporte y las reglas del juego. Inglaterra se retiró de la FIFA en 1928 debido a disputas sobre pagos a jugadores amateurs, y no regresó hasta 1946. Este distanciamiento impidió la participación inglesa en las primeras tres Copas del Mundo (1930, 1934 y 1938).
Otra razón clave fue la prioridad que se daba a las competencias nacionales y británicas. El fútbol en Inglaterra estaba firmemente arraigado en su sistema de ligas y copas domésticas, como la Football League y la FA Cup, que eran consideradas de mayor importancia que los torneos internacionales. Además, las competiciones entre las selecciones de Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte, conocidas como el Campeonato Británico de Naciones, eran vistas como el pináculo del fútbol internacional.
La dura realidad
Tras la Segunda Guerra Mundial, Inglaterra regresó a la FIFA y comenzó a competir nuevamente en el escenario internacional. Sin embargo, los primeros resultados no fueron tan exitosos como se esperaba, y pronto se hizo evidente que el fútbol internacional había avanzado significativamente durante su ausencia.
Uno de los primeros y más humillantes resultados post-1945 fue la derrota contra Estados Unidos en la Copa del Mundo de 1950. Considerada una sorpresa monumental, el 1-0 en Belo Horizonte expuso las debilidades del equipo inglés y marcó el inicio de una serie de decepciones en los torneos internacionales.
El verdadero golpe a la percepción de superioridad inglesa llegó con los partidos contra Hungría. En 1953, Inglaterra fue derrotada 6-3 por los húngaros en Wembley, en lo que fue la primera derrota en casa contra un equipo no británico. Este partido, conocido como "El Partido del Siglo", mostró la brecha táctica y técnica entre Inglaterra y las mejores selecciones del continente europeo. Hungría, liderada por Ferenc Puskás, deslumbró con su estilo de juego avanzado y tácticas innovadoras.
La humillación continuó en 1954, cuando Inglaterra fue derrotada 7-1 por Hungría en Budapest, la peor derrota en su historia. Estos resultados sacudieron profundamente la confianza del fútbol inglés y forzaron una reevaluación de sus métodos y estrategias.
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La coronación y después
Pero la pelota siguió rodando e Inglaterra se propuso luchar por el honor perdido. Tras un olvidable Mundial en Suiza ’54, los ingleses batallaron para superar la primera ronda en Suecia ‘58, pero quedaron eliminados en un desempate frente a la Unión Soviética. Algo mejor les fue en Chile ‘62, con la mala suerte de cruzarse con el Brasil de Pelé y Garrincha en cuartos de final: 1-3 y a casa.
Entonces llegó la oportunidad dorada: el Mundial en casa, e Inglaterra la supo aprovechar. Más allá de las eternas polémicas (las patadas que sacaron a Pelé del torneo, los arbitrajes que habrían perjudicado a unos muy irascibles equipos de Argentina y Uruguay, el “gol fantasma” de Geoffrey Hurst en la final contra Alemania), en 1966 llegó el punto culminante del fútbol inglés. El equipo tenía categoría, con Gordon Banks, Bobby Moore y Bobby Charlton como puntales, y ratificó su categoría cuatro años después, en México ’70. Pero, una vez más, el mejor Brasil de todos los tiempos fue demasiado. Inglaterra volvía a penar al desierto.
Y en el desierto estuvo mucho tiempo: no se clasificó a los mundiales de 1974 y 1978. Fue eliminada en España ’82 a pesar de no perder ningún partido. Y sufrió la magia de Diego Maradona en 1986, la del talento infinito y la otra…
Un verano italiano
El Mundial de Italia 1990 es recordado con cariño y tristeza por los aficionados ingleses. Dirigida por Bobby Robson, la selección inglesa llegó hasta las semifinales, su mejor desempeño desde 1966. Con jugadores como Gary Lineker y Paul Gascoigne, el equipo mostró un fútbol sólido y emocionante. Todos recuerdan el gol decisivo de David Platt en cuartos contra Bélgica. Sin embargo, el sueño se desvaneció en una tanda de penales contra Alemania Federal. La imagen de Gascoigne llorando tras recibir una tarjeta amarilla que le impediría jugar la final es icónica y simboliza la desilusión de esa campaña, tanto como la euforia de los hinchas a lo largo de toda la competencia y el video de la banda New Order, que grabó una canción de aliento con la participación de todos los jugadores. Y hasta John Barnes se animó a rapear…
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Amagos y un fracaso detrás de otro
Luego de otro mundial seguido por televisión en 1994 y de una nueva eliminación en la Euro ’96 jugada en casa a manos de Alemania y otra vez por penales, con el mundial de Francia en 1998 comenzó la seguidilla de frustraciones y la maldición de los cuartos de final. Pese a contar con grandes jugadores, Inglaterra flaqueaba una y otra vez. Tocó fondo en Brasil en 2014, eliminada en primera ronda. Ya no se trataba de una “generación perdida” de jugadores, sino de varias.
En Rusia 2018 empezó la era de Gareth Southgate, el actual DT del equipo. Al frente de un plantel que sería la envidia de cualquier otra selección, Inglaterra llegó hasta las semifinales con un juego interesante. Muchos de sus estrellas eran aún muy jóvenes, por lo que se suponía que, con la inminente maduración y consolidación, entonces sí llegarían los éxitos.
Pero no fue así: con un juego que en más de una ocasión pecó de mezquino y timorato, Inglaterra vio cómo en 2021 se le escurrió la final de la Euro en Wembley contra una Italia del montón. Ni siquiera una ventaja inicial de 1 a 0 en el primer tiempo y el aliento enfervorizado de sus hinchas pudieron evitar el empate y la debacle en los penales. Drama, llanto en las tribunas y críticas en la prensa, y las manos vacías como siempre.
Aquel mismo equipo lo volvió a intentar en Qatar, y otra vez la barrera de cuartos de final resultó insuperable. El verdugo fue Francia, aún cuando Harry Kane desperdició un penal que habría empatado el partido.
¿Volverá a casa?
“It´s coming home”, suelen repetir los ingleses. Lo dicen cuando les toca ser anfitriones de alguna competencia internacional, que es cuando el fútbol vuelve a la tierra de sus orígenes. Lo dicen también cuando se ilusionan con ganar un trofeo, que la Copa del Mundo sea la que vuelva a sus vitrinas después de aquella única vez. O, al menos, una Copa de Europa. Lo han dicho en serio, con confianza, y también suelen repetirlo como un sarcasmo, casi con resignación.
Con la victoria agónica frente a Holanda, Inglaterra está en su segunda final europea consecutiva y deberá enfrentar a España, la selección de mejor fútbol hasta ahora en la competencia, la del nuevo prodigio, Lamine Yamal, la de Nico Williams y Dani Olmo.
Inglaterra no será entonces la favorita el próximo domingo. ¿Podrá cumplir finalmente con su destino tantas veces postergado?