El peronismo está en ebullición. La figura de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner sigue incólume como una referencia ineludible. Axel Kicillof, a cargo de la gestión, le da contorno a su tropa. Los gobernadores, como siempre, miran y arman.
Evitar la fragmentación es el primer paso. El peronismo debe estar unido. El mantra es unánime en todas las tribus, desde La Cámpora hasta la CGT. La preocupación sobre cómo abordar el cambio de época está extendida, pero no es total.
La mirada, por ahora, está puesta en las elecciones del año que viene. Por lo menos en los sectores que suelen ser competitivos a la hora de ir a las urnas. Las batallas parlamentarias le van dando forma a la disputa de fondo. La contra agenda que prepara la oposición para el año que viene se talla al calor de las reacciones populares y se mide en espejo con lo que sucede en el Congreso.
“Será un escenario de tercios”, señalan de manera arriesgada desde el Instituto Patria sin saber aún cuál será la ingeniería electoral del oficialismo. A primera vista el escenario parece ser distinto si La Libertada Avanza y el PRO conforman un mismo frente electoral o van con listas separadas.
Más allá de las especulaciones, el peronismo se puso en marcha. La renuncia de Alberto Fernández a la presidencia del partido es un mero detalle forma, pero ayuda a cimentar el camino a la renovación de las autoridades partidarias. La fecha elegida es el 17 de noviembre, el único nombre que suena para asumir la conducción es el del gobernador riojano Ricardo Quintela.
Sin ambiciones partidarias y con la mirada puesta el territorio, Axel Kicillof, trabaja en silencio para construir un músculo político que le permita salir competitivo de la era Milei. El peso del territorio que gestiono lo condiciona a futuro. Las miradas sobre su posible candidatura a presidente son tan obvias como apresuradas. El 2027 todavía forma parte de la ficción en el marco del análisis político.
En el armado del gobernador de la provincia de Buenos Aires aparece un nombre fuerte: Andrés “El Cuervo” Larroque. El ministro de Desarrollo Territorial de la provincia de Buenos Aires conduce el frente agrupaciones que se empiezan a alinear tras Kicillof.
El juego territorial, en ese esquema, suma a los intendentes. Hubo reuniones entre el gobierno provincial y los jefes distritales. Ahí se despejaron todas las dudas. “Mi fuerza territorial son ustedes”, aseguran que dijo el Gobernador ante la mirada atenta de una buena cantidad de intendentes bonaerenses.
El entorno del gobernador bonaerense arma y mira para adelante. Son conscientes de la interna con Máximo Kirchner. No la pierden de vista, pero no los paraliza. “Eso se resolverá tarde o temprano”, sostienen convencidos de que el tiempo podrá las cosas en su lugar.
Mirar para atrás y entender
Los análisis sobre el ostensible deterioro de la potencia electoral del peronismo es recurrente. No hay diagnóstico unificado. Las preguntas aún son más que las respuestas. El consenso que puede haber en lo económico y político, naufraga a la hora de intentar comprender el cambio social y cultural que tiene como máximo expresión las políticas públicas aplicadas por Javier Milei.
En los distintos sectores del peronismo analizan grupos focales y encuetas. Pero la respuesta no aparece. “Todavía no terminamos de entender el cambio cultural y social. Hay nuevas demandas y un nuevo lenguaje. Hay que seguir analizando”, sostiene uno de los referentes más importantes del sindicalismo nacional.
Cambio de época
El Instituto Patria sigue siendo el centro del universo de un amplio sector del peronismo. No tiene que ver con la cercanía o lejanía de las ideas que expresa Cristina Fernández de Kirchner, tiene que ver con la necesidad de sostener la unidad, y para eso la expresidenta sigue en un rol clave.
En las últimas semanas, más allá de las reuniones reservadas, hubo encuentros tanto con la CGT como con la Unión de Trabajadores de la Economía Popular.
CFK regresó de México. Entre las cuestiones que observo con atención en la tierra azteca es cómo se organiza la economía informal en ese país.
La economía no registrada en México explica casi el 25% del PBI y agrupa a casi el 60% de los trabajadores. La experiencia de una economía que se mantiene estable frente a las altas tasas de informalidad requiere una mirada profunda.
Las nuevas modalidades de empleo y la economía popular son parte de la discusión y lo seguirá siendo. Desde los movimientos sociales entienden que tanto la CGT como CFK modificaron algunos preceptos que tenían que ver con el concepto del trabajo y como organizar el mercado laboral.