En el marco de sus vacaciones estivales, Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España, ha optado por una residencia de lujo en la isla de Lanzarote, conocida como La Mareta, en el municipio de Teguise, un enclave que históricamente ha sido utilizado para fines oficiales y diplomáticos.
Desde su llegada el pasado 2 de agosto, el presidente ha solicitado un refuerzo significativo en el dispositivo de seguridad, con hasta 30 guardias civiles desplegados en el complejo, elevando el número total de agentes a más de 50, lo que ha llamado la atención dado que este refuerzo parece superior al habitual para otros altos cargos.
La histórica residencia La Mareta
La residencia, un lugar histórico, fue originalmente construida por el Rey Hussein de Jordania en los años 70, con el diseño del arquitecto Fernando Higueras y la colaboración del artista lanzaroteño César Manrique.
Su nombre, La Mareta, proviene de la antigua función de aljibe que tenía la casa, un lugar de recogida de agua de lluvia y bebedero de animales.
Aunque el rey jordano nunca llegó a alojarse en ella, el inmueble fue regalado al rey Juan Carlos I en los 80 y, más tarde, cedido por él a Patrimonio Nacional.
En 2015, bajo el mandato del Rey Felipe VI, La Mareta pasó a ser utilizada como residencia para invitados de alto nivel, incluidas personalidades internacionales y figuras del ámbito cultural, con el objetivo de promover la imagen de España y las Islas Canarias.
Sin embargo, este verano, La Mareta se ha convertido en el refugio privado de Pedro Sánchez, quien, al igual que otros mandatarios antes que él, ha recurrido a este lugar para descansar y mantenerse al margen de la presión política.
No obstante, lo que más ha resaltado en su estancia es la intensa presencia de seguridad.
El sorpresivo despligue de seguridad de Pedro Sánchez
Al llegar el 2 de agosto, la imagen de equipos de buzos rastreando los acantilados cercanos y de medio centenar de agentes de la Guardia Civil no pasó desapercibida.
Esta cifra de seguridad es considerablemente más alta que la de otros expresidentes como José Luis Rodríguez Zapatero, cuyo chalet en la playa de Famara, en Lanzarote, cuenta con 10 agentes de seguridad, un número notablemente inferior al de Sánchez.
A pesar de la aparente distancia entre la isla y el ámbito político de la península, La Mareta se ha convertido en un punto de encuentro estratégico para el presidente y sus colaboradores.
El encuentro entre Sánchez y Zapatero
En este contexto, se espera que Sánchez y Zapatero se reúnan en este enclave para discutir temas cruciales relacionados con la política nacional.
Uno de los puntos clave será la negociación con los socios del bloque de investidura, como Junts y Podemos, cuyos apoyos son fundamentales para aprobar leyes clave, como los próximos Presupuestos Generales y reformas laborales, entre ellas, la de la reducción de la jornada laboral.
De hecho, Zapatero ha sido el encargado de mantener reuniones diplomáticas por encargo de Sánchez, como su reciente encuentro con Carles Puigdemont en Suiza, en el marco de los esfuerzos para asegurar los apoyos necesarios.
Este verano, en la tranquila Lanzarote, el presidente no solo busca relajarse, sino que también aprovecha su estancia en La Mareta para consolidar alianzas políticas y trabajar en las estrategias necesarias para llevar adelante la agenda legislativa del gobierno, mientras la seguridad de su entorno sigue siendo un tema central, dada la creciente tensión política y la visibilidad de su figura.
Con la imponente figura de La Mareta como telón de fondo, Pedro Sánchez se enfrenta a un verano donde el descanso se mezcla con la gestión de los complejos temas políticos, en un entorno que combina lujo, historia y un inusitado nivel de protección.
La estancia de Sánchez en la isla no es solo una pausa, sino una oportunidad estratégica para avanzar en su mandato en medio de la crisis política y económica que enfrenta España.
