La trama de "The Squid Game" (El juego del Calamar), la producción surcoreana de suspenso y supervivencia emitida por Netflix, tiene en su trama un hecho de la vida real que inspiró a su director Hwang Dong-hyuK.
Estrenada en 2021, gira en torno a un concurso secreto en el que 456 jugadores, todos ellos con graves dificultades económicas, arriesgan sus vidas para participar de una serie de juegos infantiles mortales y así tener la oportunidad de ganar un premio de 45.600.000 wones.
"Hwang concibió la idea basándose en sus propias luchas económicas, así como en la disparidad de clases en Corea del Sur y el capitalismo", reseña la enciclopedia digital gratuita y de acceso libre Wikipedia. Sin embargo, el director de "The Squid Game" ahondó ahora en el evento que inspiró toda la historia del personaje principal Gi-hun.
La huelga que inspiró al director de The Squid Game
Hwang Dong-hyuk explicó que la historia del personaje está inspirada en la verdadera huelga de Ssangyong Motor que tuvo lugar en Corea del Sur en 2009.
Al comienzo de la primera temporada, Gi-hun es despedido de su trabajo en Dragon Motors, donde había sido empleado durante 16 años. Es allí donde se declara en huelga. En 2009, la empresa Ssangyong Motor Company de Pyongtaek despidió de una sola vez al 43% de su plantilla, es decir, a 2.646 trabajadores.
“A través de la referencia a los despidos de SsangYong Motor, quería mostrar que cualquier persona común de clase media en el mundo en el que vivimos hoy puede caer al fondo de la escala económica de la noche a la mañana”, dijo el director.
Los trabajadores realizaron entonces una huelga que duró 77 días, uno de los períodos de acción industrial más largos e intensos en la historia del país.
"Los espectadores de todo el mundo se identifican profundamente con el tema de la desigualdad económica retratada en The Squid Game, ya que los problemas de dinero son un problema de la vida real que experimentan muchas personas", señaló Hwang.
En esos más de dos meses de protesta, se les cortó el agua, sufrieron asaltos y golpizas de fuerzas antidisturbios, además del bloqueo de todo intento de acercarles alimentos o medicinas a los trabajadores. También se les negó atención médica, al tiempo que la policía rompió las botellas de agua que parientes o amigos intentaron llevarles, por lo que tuvieron que recoger agua de lluvia para beber e improvisar sanitarios con barriles cuando los baños colapsaron.
Finalmente, entre las condiciones para terminar la huelga, la empresa prometió que en un año volvería a contratar a cientos de despedidos, compromiso que hasta 2021 se mantenía sin cumplir.
Los despedidos en promedio tenían 44 años y llevaban de 15 a 20 en la fábrica. Trece personas, trabajadores desplazados de Ssangyong y también algunos de sus familiares (sus cónyuges, sobre todo), se suicidaron entre el 2009 y el 2011, y 17 más entre el 2011 y el 2018.