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Fuentes de Presidencia de la República aseguraron a El Observador que el problema que impedía a la joven uruguaya Milagros Costabel ingresar al país con su perro guía, Indio, "se solucionó", aunque no revelaron mayores detalles al respecto.

La subsecretaria del Ministerio de Relaciones Exteriores, Valeria Csukasi, detalló por su parte que en la noche del jueves se contactaron con el personal del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) y se resolvió que el Instituto Nacional de Bienestar Animal (INBA) "le va a otorgar un permiso excepcional para que pueda viajar con el perro".

El presidente del INBA, Esteban Vieta, habló con el padre de Milagros y Servicios Ganadores "ya tiene toda la documentación del perro para expedirse el permiso de excepción para que ingrese el animal", agregaron las fuentes de Presidencia consultadas por El Observador.

En las últimas horas Costabel, quien se graduó este año de Ciencias Políticas en la Universidad de Harvard, expresó su frustración en redes sociales por no poder ingresar a Uruguay con su perro guía, Indio. Como resultado, no podría pasar la Navidad con su familia este año.

"La accesibilidad también es poder volver a casa", afirmó Costabel, quien se niega a viajar sin su compañero. La joven explicó en sus redes sociales que Uruguay le exige presentar los resultados de un test de leishmaniasis para poder ingresar con Indio. Esta enfermedad, transmitida por la picadura de un mosquito infectado, requiere que los viajeros desde países no libres de la enfermedad presenten el test en un plazo no mayor a 60 días antes de la entrada al país.

Embed - Milagros Costabel on Instagram: "Este año no voy a pasar Navidad en casa… porque no puedo entrar a Uruguay con mi perro guía. El test de leishmaniasis que Uruguay exige es casi imposible de conseguir en Estados Unidos y, por problemas con los laboratorios, esta vez no llegamos a tiempo. Mi perro no puede viajar… y si él no viaja, yo tampoco. Viajar con él no es un lujo: él son mis ojos, es literalmente la forma en la que me muevo por el mundo. Lo más triste es que Uruguay es mi casa, el país del que vino mi perro, y de los 17 países en los que hemos estado es el lugar al que más difícil se nos hace volver. Siempre hay problemas en el aeropuerto incluso cuando hago todo como tiene que ser. Para que se hagan una idea el año pasado, siguiendo las instrucciones del gobierno, conseguí que las autoridades checas sellaran su pasaporte de salud (que Uruguay dice aceptar) y, cuando llegué, el funcionario me dijo que nunca había visto un pasaporte europeo de perros y que la página oficial estaba mal. También tenía permiso previo del ministerio para entrar con su comida cerrada por unos días, y me amenazaron con tirarla hasta que otra persona confirmó que el permiso era real y que los habíamos contactado de antemano. No cuento esto porque me crea por encima de la ley; la respeto y sé que tiene un motivo para existir. Pero aunque pensemos que los perros guía tienen derecho a entrar a todos lados, nadie habla de los costos ocultos de depender de uno: el miedo a que no te dejen subir al avión, a que te nieguen la entrada a tu propio país, a tener que pasar las fiestas lejos de tu familia porque tu perro no cumple con un requisito casi imposible de gestionar. Y el costo económico, porque estos papeles no son gratis. Hay países que tienen programas de “viajero frecuente” para perros, que hacen estos procesos más humanos sin comprometer la bioseguridad nacional. Uruguay podría ser uno de ellos. Si te indigna que alguien no pueda volver a su país por viajar con su perro guía, te agradecería si compartís este post. Hablemos de esto e intentemos cambiarlo. Porque la accesibilidad también es poder volver a casa. "

"El test de leishmaniasis que Uruguay exige es casi imposible de conseguir en Estados Unidos y, por problemas con los laboratorios, esta vez no llegamos a tiempo. Mi perro no puede viajar… y si él no viaja, yo tampoco. Viajar con él no es un lujo: él son mis ojos, es literalmente la forma en la que me muevo por el mundo", explicó Costabel.

La uruguaya, quien ha viajado a 17 países con su perro, aseguró que Uruguay sigue siendo el país más complicado para ingresar con su compañero. "Siempre hay problemas en el aeropuerto incluso cuando hago todo como tiene que ser", comentó. En otro ejemplo, relató que el año pasado, al regresar de República Checa, tuvo inconvenientes con el pasaporte sanitario de su perro, ya que un funcionario del aeropuerto no lo reconoció, a pesar de que cumplía con todos los requisitos oficiales.

"No cuento esto porque me crea por encima de la ley; la respeto y sé que tiene un motivo para existir. Pero aunque pensemos que los perros guía tienen derecho a entrar a todos lados, nadie habla de los costos ocultos de depender de uno: el miedo a que no te dejen subir al avión, a que te nieguen la entrada a tu propio país, a tener que pasar las fiestas lejos de tu familia porque tu perro no cumple con un requisito casi imposible de gestionar. Y el costo económico, porque estos papeles no son gratis", concluyó Costabel.

La joven sugirió que Uruguay podría seguir el ejemplo de otros países que tienen programas de "viajero frecuente" para perros, lo que facilitaría el proceso sin comprometer la bioseguridad nacional.

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