¿Muy chico para ir al jardín?

Las distintas posturas de adultos uruguayos sobre cuándo es necesario comenzar con la educación inicial

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18 de diciembre de 2013 a las 00:00

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Por María Julia Acosta

Domingo al mediodía. Analía y Javier comparten un almuerzo en familia donde Mateo, su hijo de 15 meses, es la principal atracción de tíos y abuelos. Pero la apacible mesa se convierte rápidamente en un enérgico debate ¿De verdad piensan enviar a Mateo fuera de casa siendo tan chico? ¿Acaso no creen que la mejor formación se proporciona en el hogar? ¿Y qué aprendizaje valioso podría adquirir en una institución teniendo apenas 15 meses?

En Uruguay, así como en otros países de la región, poco se sabe de las creencias de la población sobre el desarrollo infantil. En otras palabras, hay poca información sistematizada sobre cómo padres, tíos, abuelos, primos y ciudadanos en general perciben a los niños y cuál es el potencial de la primera infancia dentro del ciclo vital. Contar con información es fundamental ya que todas estas personas, desde sus distintos roles, construyen visiones y acciones sobre la crianza del niño pero no siempre se basan en la evidencia.

Motivados por esta interrogante, en el área de Desarrollo Social y el Laboratorio de Metodología de Equipos MORI -organización dedicada a la investigación social aplicada en Uruguay y la región – nos propusimos conocer cuál es la visión de la ciudadanía uruguaya sobre la primera infancia y sobre los cuidados y atenciones que reciben los niños en esta etapa.

Vayamos a los resultados del estudio. Para un 86% de los uruguayos residentes en localidades de más de 10.000 habitantes, la primera infancia es la fase más importante para el desarrollo durante toda la vida. Ese grupo también considera que existen diferencias a favor de los niños que asisten a centros de educación inicial relacionadas a la adquisición del lenguaje y otras habilidades sociales; por ejemplo, se relacionan mejor con otros infantes de su edad y a la vez aprenden a hablar más rápido.

Sin embargo, no hay consenso cuando se consulta por la responsabilidad del cuidado de los niños. El 50% de los entrevistados declara que el cuidado es exclusividad de los padres y de la familia. La realidad es que el cuidado de los niños no es exclusiva responsabilidad de los padres y la familia, puesto que los infantes son sujeto de derechos y los estados deben velar por el respeto de los mismos. Según la evidencia, la familia tampoco es el único lugar para estimular el desarrollo, otros espacios tienen un rol fundamental en la provisión de estimulación especializada.

También nos llamó la atención que un 20% de los entrevistados consideran que no tiene sentido enviar a un niño menor de 3 años a un centro de enseñanza preescolar porque a esas edades no aprenden nada. ¿No aprenden nada? Los resultados de las investigaciones de la neurociencia no dicen lo mismo y tampoco lo dice la experiencia que podamos tener como padres, tíos o hermanos.

Otro 25% de la población considera que los centros de educación inicial son lugares que solo sirven para cuidar a los niños mientras sus padres trabajan. Estas creencias llaman a la reflexión pues podrían estar asociadas con las percepciones de la población sobre la calidad de estos servicios. Vale la pena destacar que esta apreciación es más común entre personas con un menor nivel educativo.

En Uruguay, el 36% de los niños menores de 3 años asiste a un centro de educación inicial y dicho porcentaje es significativamente mayor entre los hijos de madres con educación terciaria. Esta situación puede generar una brecha de partida entre los infantes: si el acceso a servicios de educación inicial de calidad se concentra desproporcionadamente en los sectores de estratos socioeconómicos más ricos, se puede estar profundizando la desigualdad social a una edad muy temprana.

Los últimos titulares de los diarios en Uruguay mencionan medidas orientadas a la universalización de la atención de la primera infancia, particularmente de las guarderías CAIF, con el objetivo de aumentar la natalidad. Dados los datos mostrados en este artículo, esto podría además reducir brechas de partida en las poblaciones de extrema vulnerabilidad que no tienen las posibilidades económicas de pagar un servicio privado de calidad.

Analía y Javier aún siguen evaluando si enviar a Mateo al jardín de infantes. ¿Tú qué les aconsejarías?

María Julia Acosta es la directora de Desarrollo Social en Equipos MORI en Uruguay.

Este post fue publicado en el blog Primeros Pasos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)

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