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11 de abril de 2018 a las 04:30

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En setiembre del año pasado el huracán Harvey dejó en ruinas a Houston, cuarta ciudad en tamaño de Estados Unidos. Estuvo lloviendo sin parar por varios días y decenas de barrios quedaron completamente anegados. Miles de personas perdieron todo, casa, auto, pertenencias personales.
Cientos de houstonianos continúan viviendo en hoteles de bajo costo, incluso en viviendas improvisadas. Estamos hablando de una ciudad estadounidense, no una africana. Semanas después, otro colosal huracán, María, arrasó con Puerto Rico. Hubo de decenas de muertos, la isla quedó arruinada económica y socialmente, y hay zonas en las cuales todavía no ha regresado la energía eléctrica.

Pero, ¿qué pasaría si en lugar de un huracán llegaran dos o tres separados entre ellos por apenas unos días? Eso representaría el final definitivo para algunas de las ciudades afectadas, las cuales, como ya sucedió en Nueva Orleans con el huracán Katrina en 2005, verían disminuida su población, con la diferencia que esta podría marcharse por completo en caso de que el lugar donde viven quedara totalmente arrasado y sin posibilidades de recuperación inmediata.

Un escenario así no es tan imposible ni descabellado. Mejor dicho, resulta muy probable, tal cual han alertado expertos en cuestiones del clima y de meteorología en días recientes. La temporada de huracanes de 2018, que comienza el 1º de junio próximo, puede ser una de las más feroces desde que se tiene registro de estos fenómenos climáticos.

Según investigadores de la universidad estatal de Colorado, en la temporada de este año se formarán unos siete huracanes y unas 14 tormentas tropicales con nombre, de mayor poderío de las que se han visto en años recientes. Las posibilidades de que en este escenario un huracán de grandes proporciones impacte en territorio estadounidense, según afirmaron dichos expertos, es del 60 por ciento.

El año pasado hubo 12 tormentas con nombre, y en Estados Unidos, solamente, las pérdidas fueron superiores a los US$ 200 mil millones. Quienes vienen estudiando los cambios climáticos en las zonas de huracanes, dan por casi seguro que la que se viene no será una temporada tranquila y que amenaza ser más destructiva que la anterior.
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