D. VILA

Asistimos, participamos...

Sobre el respeto en las ceremonias religiosas ajenas

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17 de mayo de 2018 a las 04:45

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Nuestra Constitución nacional nos recuerda que todos los cultos religiosos son libres en Uruguay. No constituimos un Estado laico sino un Estado soberano, libre e independiente. Convivimos en nuestra tierra con las más variadas personas.

Quizás, al recibir la invitación para una boda judía de una condiscípula en Facultad, me llevó a pensar un poquito en voz alta. Al leer la tarjeta observo que habrá ceremonia religiosa de matrimonio. Enseguida me pregunto si además, de ir de traje, camisa y corbata, emplearé la kippá.

La kippá no es un "gorrito" y con todo respeto la menciono. El judío creyente tiene a Dios sobre su cabeza y por eso la cubre con la kippá o un sombrero. Dios está por encima de todos y los fieles judíos cubren sus cabezas. Desde mi punto de vista, una persona no judía no debe cubrir su cabeza durante una ceremonia religiosa.

Me viene a la memoria una anécdota. Es una de esas anécdotas que superan un tratado de explicaciones. La escuché de niño. Resulta que, en un pueblecito en campaña, se celebraba una misa en la sede de un club. Había comenzado puntualmente. Un vecino llegó tarde y se dejó el sombrero puesto. De inmediato, las señoras más próximas le dijeron al oído suavemente: "¡Sombrero en mano"! Avanzó un poco y escuchó nuevamente: "Sombrero en mano". El hombre se acercó al altar y mirando a los asistentes dijo: "Bueno, a pedido de todas, cantaré Sombrero en mano. Verdadera o falsa la anécdota, colabora. No olvido las queridas lecciones de Didáctica: los primeros beneficiados son las alumnas y los alumnos.

Con esto de la asistencia y la participación, viene muy a propósito el caso de la ministración de la paz en la celebración de la misa católica. Tiene su historia. Conocemos la forma actual. Por ejemplo, si se realiza una boda en una iglesia católica con la llamada misa de esponsales o la antigua misa de Velaciones. En un momento de la liturgia, el sacerdote celebrante invita a los fieles a intercambiar el saludo de la paz. De buena fuente es este texto: "Consérvese la costumbre del rito romano, de dar la paz un poco antes de distribuir la sagrada comunión". No se trata de una reconciliación ni de perdón de los pecados. Significa la paz, la comunión y la caridad antes de recibir la santa eucaristía.

De las personas no católicas que asisten a una ceremonia católica, se espera respeto y consideración en el culto. Por eso evitarán cruzar las piernas al sentarse o tomar posturas impropias de un lugar considerado sagrado para los creyentes. No se arrodillarán ni harán una reverencia ante el santísimo sacramento. No obstante, guardarán una compostura respetuosa.
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