Del Bicho al Guapo

Al frente del Ministerio del Interior Bonomi soportó estoico las críticas de la oposición y la ciudadanía que no se cansaron de pedir su renuncia ante el fracaso rotundo de las políticas públicas en materia de seguridad de la era progresista en Uruguay.

El “renuncia Bonomi” sonó durante casi dos lustros en cada comparecencia del extupamaro en el Parlamento. Las cifras de rapiñas, hurtos y asesinatos mantuvieron la trayectoria al alza durante toda su gestión. La sensación de inseguridad con incremento exponencial de ajustes de cuentas ligados a la cada vez mayor presencia de bandas narcos en el país marcó su presencia al frente del ministerio.

El “vivir sin miedo”, ingeniosa frase que logró conectar con el malestar generalizado de la población ante la ola de inseguridad, también marcó a fuego la carrera política del senador Jorge Larrañaga. Con astucia el exintendente sanducero supo canalizar el descontento de la gente al plantear una reforma de la Constitución que lo que hacía al firmar por ella, era abrir una válvula de escape a la rabia contenida de la población ante la insensibilidad del gobierno.

A diferencia de Bonomi a quien su partido nunca dejó solo políticamente, a Larrañaga sí.  El presidente electo siempre rechazó la reforma de Larrañaga pese a que, con el advenimiento de la hora de la votación, varios sectores de Lacalle Pou terminaron ensobrando la papeleta. Larrañaga en soledad ganó esa pulseada política a pesar de que no llegó a la votación necesaria para introducir cambios en la Constitución. Además, ningún candidato a presidente apoyó la iniciativa.

Sin embargo, el 47% de la población si apoyó el “vivir sin miedo”. El caudaloso soporte le abrió las puertas a Larrañaga para suceder en el ministerio del Interior a Bonomi. En el borrador de la Ley de Urgente Consideración (LUC) hay varios artículos inspirados en la reforma que planteaba el senador blanco. La incorporación de parte del espíritu de la reforma es algo que habla de la sensibilidad del nuevo gobierno para escuchar los reclamos y necesidades de la población.

Según el proyecto, en delitos graves cometidos por adolescentes el fiscal podrá pedir que se los prive de libertad de manera cautelar y sin posibilidad de salir hasta el dictado de la sentencia definitiva. A su vez, las medidas privativas de libertad tendrán una duración “no inferior a los dos años”. En el caso de los adultos, plantea la restricción de los procesos abreviados y en los casos donde sí los acepta también incluye una disposición que recuerda al cumplimiento efectivo completo de las penas, algo que había sido propuesto por Larrañaga.

Por su lado en procesos abreviados “el imputado deberá cumplir de manera efectiva y en todos los términos el acuerdo alcanzado con la Fiscalía”. El texto también endurece las penas para casos de narcotráfico, violación y abuso sexual, en casos de agresión o robos de armas a policías.

Son nuevas herramientas inspiradas en la reforma de Larrañaga que dotan de nuevas herramientas a la Justicia y a la policía. En sus primeras declaraciones el futuro ministro habla de reprimir con firmeza y hacer retroceder a la delincuencia. Fiel a su estilo, coherente con su sobrenombre y con algunas herramientas legales que pidió, Larrañaga se planta al frente del Ministerio del Interior. Ojalá que a su gestión lo acompañe la sabiduría, cosa que hace mucha falta en esa cartera.