El boxeador tupamaro

En esta excelente nota, Marcelo Decaux contó la historia de Gualberto Floreal García, oro en los Juegos Panamericanos 1963, padre de Amaral y acribillado por las Fuerzas Armadas en Soca en 1974

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24 de mayo de 2013 a las 00:00

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Hasta hace unos años, todos los lunes en el suplemento deportivo de El Observador se publicaba una sección llamada "Campañas". De las mejores que leí fue esta que publicó Marcelo Decaux el 14 de diciembre de 2009, quien contó la cinematográfica, olvidada y triste historia del boxeador Gualberto Floreal García.

Acá transcribo la nota que escribió Decaux:

El presidente de Brasil, João Goulart, abrió los Juegos Panamericanos de San Pablo el 20 de abril de 1963. No sabía que duraría menos de un año más en la presidencia ya que los militares lo derrocarían en marzo del año siguiente.

Uruguay lograría en ellos, la mejor posición a lo largo de toda su historia obteniendo el sexto puesto con cuatro oros, una plata y ocho bronces. En todas sus participaciones, los atletas celestes cosecharon 11 oros en los Panamericanos y esos cuatro de San Pablo fueron la cosecha más importante.

El boxeo todavía tenía auge en el deporte uruguayo. Por eso fue representado por seis pugilistas: Washington “Cuerito” Rodríguez, Raúl y Roberto Aguilar, Washington Trápani, Carlos Franco y Gualberto Floreal García.

Floreal, como lo conocían sus amigos, peleaba en la categoría mosca hasta 51 kilos. No pasaba 1,60 m de altura y tres de ellos viajaron hasta Brasil para verlo pelear.

Eran tiempos en que ir a San Pablo era como recorrer el mundo. Más si se tiene en cuenta que de Montevideo a Melo fueron en tren.
De perfil bajo, nacido en el barrio Los Olivos –situado entre Jardines del Hipódromo y Las Acacias–, Floreal se hizo hombre de chico. Nació el 24 de mayo de 1943 y en vez de jugar como todos los chicos de la época al fútbol, prefirió con el tiempo los guantes. Seguramente el auge de Dogomar Martínez le dio un espaldarazo para acercarse al deporte de su vida.

Se juntaba con la barra en el Club Centella y poco después de los 15 años se probó los guantes por primera vez. Lo llevaron a entrenar al Boxing Club Canillitas y allí participó de varios torneos barriales en los que se destacó.

Sin embargo, su primera pelea “oficial” fue con el brillo de las luces del Palacio Peñarol, templo histórico de las veladas más trascendentes del boxeo uruguayo y le tocó perder por puntos contra Domingo Gómez. Obviamente que luego todo cambió y llegó a ser campeón uruguayo de su especialidad.

En 1962 concurrió a un Latinoamericano en Buenos Aires. No querían que peleara porque tenía problemas hepáticos, pero él no les hizo caso y terminó en la tercera ubicación. Y una temporada después, en el barrio nadie podía creer que el crédito local fuese escogido para participar de los Juegos Panamericanos.

Allí tuvo tres peleas muy duras. En el debut, pese a los nervios, le ganó muy bien al argentino Juan Camargo. Días después lo hizo con el campeón chileno José Flores y la frutilla en el postre fue vencer por puntos al brasileño Pedro Dias ante casi 10 mil personas en el Estadio Pacaembú.

La decisión final no fue fácil, ya que los cinco jueces podían ser influenciados porque el local terminó parado pese a que trastabilló en el último round. Sin embargo, Floreal ganó por decisión unánime y consiguió de esa manera, el único oro para el boxeo uruguayo en la historia de los Panamericanos.

Cuando Floreal se encontraba en el pináculo de su carrera, tomó una decisión trascendente. "Un día estábamos entrenando para los Juegos Olímpicos de Tokio de 1964 y vi que se llevaba todo. 'Me voy, no cumplieron con su palabra', me dijo". Así comentó Cuerito Rodríguez a El Observador la determinación de Floreal de abandonar el boxeo luego de que le prometieran un trabajo en la administración pública y no cumplieran.

Se fue a vivir a Minas y a laburar de lo que viniera. Con el paso del tiempo se casó con Mirtha Hernández, una joven de su barrio.
Los años pasaron y la próxima vez que se supo de Floreal fue porque lo habían detenido como integrante de los Tupamaros. Fue en 1971 y lo encarcelaron en Punta Carretas. El 6 de setiembre, cuando se escaparon 106 Tupamaros, le recomendaron que se quedara porque le quedaba poco para cumplir su condena, lo cual hizo.

En 1972 salió de la cárcel y se exilió primero en Chile -hasta la muerte de Salvador Allende- y luego en Argentina. Floreal ya era padre de Amaral, quien tenía tres años. El 8 de noviembre de 1974 fue secuestrado por militares argentinos cuando iba a hacer un mandado para un cumpleaños. Lo llevaron al centro de torturas de Automotores Orletti.

Fueron trasladados a Montevideo en un vuelo y lo siguieron torturando junto a su esposa y a otros detenidos. Su hijo Amaral fue entregado a una familia argentina de policías de Formosa con el nombre de Juan Manuel Moreno y durante 10 años no recuperó su identidad hasta que las Abuelas de Mayo lo hicieron. Siempre se manejó que Amaral fue el primer niño desaparecido por la dictadura uruguaya.

El 19 de diciembre de 1974 fue asesinado en París el coronel Ramón Trabal, quien se había mostrado contrario al régimen. Nunca se supo quién lo mató. Los Tupamaros, con los años, lo negaron.

Sin embargo, como represalia a esta muerte, al otro día fueron fusilados cinco tupamaros en las cercanías de Soca: Graciela Estefanell, Héctor Brum y su esposa María de los Ángeles Corbo (embarazada de seis meses y medio), y Floreal García de 31 años, con su esposa Mirtha Hernández, de 29.

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