EFE

El miedo de Maduro

Maduro tiene mucho miedo y así lo dejó saber en sus últimas polémicas con los periodistas

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28 de febrero de 2019 a las 05:00

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U na anécdota narrada por el escritor español Arturo Pérez Reverte bien puede explicar lo que sintió el dictador venezolano Nicolás Maduro al ser entrevistado por Jorge Ramos, periodista mexicano de la cadena estadounidense Univisión.

Escribe Pérez Reverte en una columna titulada Sobre miedo, periodismo y libertad (El País de Madrid, 2014) que, cuando él tenía 16 años y trabajaba para el diario La Verdad, su jefe de redacción, Pepe Monerri, lo envío a reportear al alcalde de la ciudad. Antes de ir a la entrevista le confesó que tenía miedo de ir a entrevistar al político en cuestión.

“¿Miedo... ? mira, chaval. Cuando lleves un bloc y un bolígrafo en la mano, quien debe tenerte miedo es el alcalde a ti”, le dijo Monerri.

Exactamente miedo es lo que sintió Maduro al iniciar la entrevista con el experimentado profesional Jorge Ramos quien tiene en su historial la cucarda de haber sido expulsado de una conferencia de prensa de Donald Trump por sus preguntas.
Resulta que a los 17 minutos de iniciada la entrevista el tirano del Caribe se levantó, mandó detener las preguntas y se fue. Inmediatamente los equipos fueron confiscados por los funcionarios del régimen y periodista y productora fueron encerrados a oscuras por dos horas y media en unos cuartos lúgubres del Palacio de Miraflores en Caracas. 

El motivo de la molestia y la cancelación de la entrevista fueron las preguntas y un video que le mostraron a Maduro de unos venezolanos jóvenes, desgarbados y hambrientos comiendo de la basura. Luego de la molestia del dictador todo el equipo periodístico de Univisión fue deportado a Miami sin el registro de la entrevista –que fue confiscada por los enemigos de la libertad– y sin los celulares personales que quedaron en Caracas. 

Reflexiona Pérez Reverte en su columna, un hombre con el cuero curtido por coberturas de conflictos bélicos y años de redacciones… “el único freno que conocen el político, el financiero o el notable, cuando llegan a situaciones extremas de poder, es el miedo. (…) El miedo.

Miedo del poderoso a perder la influencia, el privilegio. Miedo a perder la impunidad. A verse enfrentado públicamente a sus contradicciones, a sus manejos, a sus ambiciones, a sus incumplimientos, a sus mentiras, a sus delitos. Sin ese miedo, todo poder se vuelve tiranía. Y el único medio que el mundo actual posee para mantener a los poderosos a raya, para conservarlos en los márgenes de ese saludable miedo, es una prensa, libre, lúcida, culta, eficaz, independiente. Sin ese contrapoder, la libertad, la democracia, la decencia, son imposibles”.
Rodeado de militares y gritando bravuconadas que bien podrían ser de una comedia humorística si no fuera por el dolor que provocan, ojalá estemos asistiendo a los días finales en el poder de un hombre de muy mala calaña. Niega la democracia, la libertad, los derechos humanos y hasta la propia compasión ante el sufrimiento de su pueblo. 

En tiempos en que la explosiva situación política en Venezuela se acelera y se acerca a un desenlace, saber que ni el tirano ni su séquito de delincuentes pudieron aguantar una entrevista a un periodista que representa al mundo libre, es una señal que indica que, pese a toda la ostentación, Maduro tiene mucho miedo. Y ese es su talón de Aquiles. No hacen falta intervenciones militares de ningún tipo y no son bienvenidas. Maduro necesita seguir sintiendo miedo de una entrevista y de su pueblo. 

 

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