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La economía y el gasto fiscal deben ser atendidos antes de que sea tarde

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03 de agosto de 2018 a las 05:00

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Las cifras del déficit fiscal siguen sin dar respiro al gobierno. El rojo de las mismas se mantuvo en 4% del PIB en el mes de junio, sumando así dos meses consecutivos en ese nivel. En mayo la explicación gubernamental del aumento era que ANCAP había incrementado sus stocks de petróleo. Ahora el déficit sigue en el 4% debido a un menor aporte de las empresas públicas y a un aumento de los intereses de la deuda pública, que ciertamente ha crecido a ritmo acelerado en los últimos años precisamente para cubrir el persistente déficit.

Los datos son por sí malos y lo peor es que hay que remontarse a 2003, a la salida de la crisis financiera y económica, para encontrar dos meses seguidos con el déficit fiscal en esas cifras. Lo que cuesta entender es que el déficit se encuentre en los niveles actuales siendo que la economía no ha dejado de crecer en los últimos 12 años. Es decir, el gobierno no puede explicar el déficit por haber caído en una recesión. Muy por el contrario, el déficit creció con crecimiento excepcional de la economía y siguió creciendo cuando el viento de cola aflojó. Y el gobierno no pudo cumplir las metas que se había fijado originalmente. Ya el gobierno postergó un año llegar a un meta más razonable del 2,5% del PIB que estaba fijada para 2019. Ahora será tarea de la próxima administración implementarla y el actual gobierno piensa dejar el déficit en 2,8%.

Cuando decimos, "cuesta entender" estamos usando una hipérbole. Es muy fácil entender que el gobierno actual y especialmente anterior han sido muy generosos en el manejo del gasto público y que no solo se ha gastado la recaudación extraordinaria de la bonanza económica de la década pasada, cosa que no se va a repetir y que no es sostenible en el tiempo, sino que hizo crecer el gasto por encima de ella para atender los reclamos de su bancada y de ciertos sectores que miran con desdén los equilibrios macroeconómicos. De hecho, al confeccionar la actual Rendición de Cuentas, algunos sectores pedían al Ejecutivo incumplir la meta fiscal cuando ella ya está largamente incumplida.

A comienzos del año pasado, el presidente Vázquez alertó sobre el peligro de perder el "grado inversor" si la situación fiscal se deterioraba. Por aquella época el déficit estaba alrededor del 3,5% del PIB. Mejora no ha habido. Y ya las circunstancias no son tan favorables para nuestra economía. Sin embargo, en la presente Rendición de Cuentas se dio un aumento de gasto de US$ 150 millones. No se ve, por tanto, como se va a reducir el déficit fiscal, siquiera para llegar este año a la meta del 3,3% que se ha fijado el gobierno.

Por ahora el país tiene buen acceso a los mercados internacionales y buena posición de reservas. Pero lo mismo ocurría en 1999. En aquellos años post devaluación brasilera, Uruguay tenía un déficit fiscal alto pero grado inversor y buen acceso a los mercados financieros. El ajuste se demoró con las consecuencias conocidas.

El país no puede permitirse que sobre el próximo gobierno caiga otra crisis. Obviamente no será de aquella magnitud, porque no dependemos de depósitos de no residentes en nuestro sistema financiero. Pero sí es preciso atacar sin demora el tema fiscal que es una vulnerabilidad grande del país. Y hay que atacarlo conteniendo el gasto, que ya se ha salido de proporción.

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