Historia, anécdotas y el buen decir

Hay momentos en los cuales no nos expresamos con rapidez ante determinadas preguntas

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23 de febrero de 2018 a las 05:00

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Hay momentos en los cuales no nos expresamos con rapidez ante determinadas preguntas. A mí en concreto, me sucedió en una ocasión al comienzo de este mes de febrero. Por circunstancias fortuitas habíamos coincidido un grupo de amigos en una muy cordial sobremesa.Uno que era extranjero, preguntó si en nuestro país la llamada Fiesta de la Purificación tenía alguna connotación especial. Se refería a la del 2 de febrero. Sin pensarlo mucho dimos una respuesta negativa.

Después de una mal denominada "laguna", recapacité y vino a la memoria "Purificación", aquel reducto de patriotas que junto a Artigas se encontraba a pasos del río Uruguay. Los historiadores a lo largo del tiempo pensaron también en dar respuesta a la misma pregunta. No obstante, me parece que "Purificación" es "Purificación" y ese nombre surgió del corazón de don José. La villa o pueblo de Purificación recordaba con su nombre la purificación de la Virgen María. De acuerdo con la ley judía, era preciso ofrecer un cordero o dos tórtolas o dos pichones parael holocausto. De esa manera la mujer quedaba limpia después del parto.

Purificación y el Hervidero se encuentran muy cerca de Salto. Siendo niño pasé muchas veces por allí en barco cuando la altura del río permitía el cruce de los grandes escollos. El ferrocarril ya hacía años que había superado el trayecto de cuatro días en diligencia. Pero, en Purificación, transcurrió un tiempo de nuestra historia. Ahora, si una maestra cuenta a los niños de su clase que allí hubo hombres que cruzaban el río agarrados a las colas de sus caballos, tendrá que interrogarsepara sus adentros si la narración los hará pensar un poco.

Pero volvamos a la cordial sobremesa veraniega. Alguien comentó y era también extranjero, que le había llamado la atención las palabras de agradecimiento que había escuchado cuando premió a un muchacho con una pequeña propina. "Es de bien nacidos ser agradecidos" nos decían nuestras abuelas. Por eso, las muestras de amabilidad no pasan inadvertidas. Los gestos tienen importancia. La anécdota no es mía pero la cuento. Dicen que en Villa Biarritz se encontraban varias madres sentadas en un banco contemplando el juego de sus niños. Una de ellas los llamó y les ofreció un caramelo a cada uno. Una Mamá dijo a su crío: "Martín, ¿qué le dices a la señora?" El chiquilín cuando vio el tamaño de la bolsa, ni corto ni perezoso, exclamó: "¡Amarreta!".

El comportamiento crece en los niños sin necesidad de ensayos. La gratitud es señal de nobleza. No es cuestión de clases. Hay gestos visibles en el modo de hablar o de sonreír. Por eso niños y grandes distinguimos de inmediato el saludo que se da a un familiar o a un desconocido. Es verdad que hay cosas que cambian. Los usos sociales del tiempo de Anna Brontë no son los nuestros. No obstante, reafirmo mi convicción acerca del sentido de gratitud que es patrimonio muy uruguayo.

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