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La piel del recién nacido

Es normal que se vean cambios y reacciones en los primeros días de vida

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02 de mayo de 2017 a las 05:00

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Las madres primerizas suelen examinar minuciosamente a su hijo recién nacido, observando cada marca o mancha, cada pliegue o arruga y cada actitud. Y, como sucede con todas las cosas que son complicadas de explicar, cualquier marca atípica produce preocupación o angustia. Lo importante es no quedarse con la duda. La tarea del equipo asistencial es disipar las interrogantes y hacerlo en un lenguaje comprensible.

Si bien la piel del bebé es delicada y si se observa algo extraño hay que consultar, tampoco hay que basarse en el dicho "delicada como piel de bebé", ya que no es tan así. En realidad, resiste mucho más de lo que la gente supone.

Por su parte, es normal que se vean cambios y reacciones más que nada en los primeros días.La piel dentro del útero está muy protegida por el unto sebáceo (una crema blanca que los recubre y que todavía puede verse en pliegues o en el dorso al nacer) y por el líquido amniótico.

Fuera del útero, esa piel se ve expuesta a agresiones varias, que van desde nuestras manos hasta el aire, pasando por ropa, sábanas y alimento. Esto hace que reaccione. Ahí aparecerán, entonces, el eritema neonatal (ronchitas como picaduras que se manifiestan en las primeras horas y se mantienen por unos días) o zonas coloradas (eritematosas) en lugares de apoyo o de presión de pañales.

Es importante recordar que es una piel, no tanto sensible como nueva, que está aprendiendo a reaccionar con el mundo exterior.

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Las glándulas empiezan a hacer un trabajo que antes no era necesario. Esto provoca que aparezcan puntos amarillos sobre la nariz, que no son sino glándulas sebáceas que están trabajando y aprendiendo a calcular cuánto deben hacerlo; o puntitos rojos, ásperos, en el cuello o nuca, producidas por las glándulas encargadas de la transpiración, que también están aprendiendo a funcionar; o puntos blanquecinos en el paladar; o un flujo claro en las niñas.

Hay otras manchas o marcas que están desde el nacimiento y que también obedecen a causas comunes, sin valor patológico. Por ejemplo, es frecuente ver marcas rojas en la frente, sobre los ojos o en la nuca, que son angiomas planos. Antes se conocían como marcas de la cigüeña o besos del ángel; o una zona del color de un moretón en la parte baja de la espalda, a veces en un hombro o en una pierna, que se debe a la mezcla de razas; o a la coloración del escroto o de los labios en la niña, que se debe a la carga hormonal "de prestado" que tiene el recién nacido.

Lo aconsejable es que los padres presten atención a aquellas manifestaciones que aparecen, quedan o crecen. En general todas las que están ahora y desaparecen luego y/o vuelven a aparecer en otro lado mañana, se deben a esa piel que se está adaptando y no debería ser una mayor preocupación.

Nada de esto sustituye ni está destinado a evitar la consulta. Lo mejor es no quedarse con dudas y hablarlo con el especialista que acompañe en este camino no debería obviarse.

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