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La redención de la política

La muerte de John McCain y su figura política como un ejemplo a seguir

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30 de agosto de 2018 a las 18:36

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La muerte del senador estadounidense John McCain permite a la política reconciliarse con su mejor cara.
El senador republicano John McCain fue un héroe para casi todos los estadounidenses, menos para Donald Trump. Su muerte de cáncer cerebral la semana pasada a los 81 años no hizo más que realzar su figura en un tiempo donde la política padece del descrédito de los ciudadanos en la primera potencia y en el mundo entero.

Fue militar, como su padre y su abuelo. Sirvió en Vietnam donde estuvo cinco años preso y torturado por los temidos Vietcong. Por esta causa Trump se mofó de él cuando en plena campaña presidencial de 2016 puso en duda su heroísmo, señalando que lo único que hizo fue ser capturado en la guerra que Estados Unidos perdió. 

Su avión fue derribado en 1967 por un misil enemigo. Al caer se fracturó sus piernas y un brazo. Fue apresado y pudiendo quedar libre por ser quien era -su padre era el comandante militar de Vietnam- aguantó la prisión junto al resto de los soldados en cautiverio. 
Pese a que nunca demostró odio ni revanchismo por las heridas de guerra, fuentes cercanas dicen que nunca pudo superar del todo el recuerdo de las prisiones vietnamitas. Abandonó las fuerzas armadas y se dedicó a la política. En 2008 fue candidato republicano a la Casa Blanca, elecciones que perdió ante el demócrata Barack Obama.

Fue un conservador de pura cepa, lo mismo que un defensor de la democracia. Es recordado por su fino sentido del humor, pero mucho más por su trayectoria. Tanto su peripecia vital como su trayectoria política ubican al senador por Arizona en un lugar privilegiado de la historia. Precisamente por practicar una forma de actuar distinta de Trump. A tal punto llevó el rechazo que sentía por Trump que antes de morir pidió que no participara de sus funerales pidiendo que fuese en su lugar el vicepresidente Mike Pence. Estar en la vereda de enfrente a Trump le costó apoyos políticos y críticas de votantes de su propio partido, pero eso no lo amilanó. Para McCain el presidente Trump representaba todo lo que él no quería para la política.

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“Debilitamos nuestra grandeza cuando confundimos nuestro patriotismo con rivalidades tribales que han sembrado resentimiento, odio y violencia en todos los rincones del globo”, aseguró en una carta póstuma dada a conocer por su familia dos días después de su muerte
“La debilitamos cuando nos escondemos detrás de los muros, en lugar de derribarlos, cuando dudamos del poder de nuestros ideales, en lugar de confiar en que sean la gran fuerza para el cambio que siempre han sido”, añadió en la misiva.
“Pocos de nosotros hemos sido probados por lo que pasó John, o requerimos mostrar la valentía que él tuvo. Pero todos nosotros podemos aspirar al coraje de poner el bien superior por encima del nuestro. Entre lo mejor de John, nos mostró lo que eso significa. Y por eso todo estamos en deuda con él”, dijo el exmandatario Barack Obama al recordarlo tras la noticia de su deceso.
Cuando un rival de todas las horas, como lo fue Obama de McCain, dedica un párrafo con este tipo de reconocimiento y gratitud se puede inferir que no todo está perdido.

La muerte de McCain, su legado y su ejemplo deberían servir de faro para todos los políticos del mundo y en particular para los uruguayos que en estos tiempos alistan sus espadas para una nueva contienda electoral que se anuncia vil y rastrera. 

 

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