Red, red wine…

En un día frío de julio, la visita a un wine bar de Pocitos resultó una sopresa diferente, con muy buenas opciones de vinos nacionales y acompañamientos diferentes

Tiempo de lectura: -'

12 de julio de 2012 a las 00:00

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 3 45 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 3 45 / mes

Con la promesa de un wine bar, emprendimos la marcha en plena noche de invierno. Con “muuucho” espíritu deportivo… El frío no fue impedimento para explorar un nuevo lugar. Para mi sorpresa, hubo otros comensales que tampoco fueron intimidados, porque al llegar encontramos que había varias mesas ocupadas, cosa que me pareció increíble para un martes de julio!

Sinceramente la impresión inicial fue la de sentarnos a tomar vinos en área del desayuno de un hotel, pero creo que eso se solucionaría rápidamente bajando tres tonos la luz y eliminando unas canastas de frutas…

De aire nos trajeron a la mesa una degustación de aceites de oliva y pancitos. ¿La marca? Colinas de Garzón, que parece haber invadido la plaza y en hora buena! Que alegría tener un aceite oliva producido acá cerquita! Uruguay nomá…

Sin introducción previa también, una sommelier muy atenta, nos sirvió dos copas de un Viognier de Giménez Méndez. Con mi marido nos reímos y repetimos al unísono: no nos explicaron como era “el sistema”! Frase que siempre nos burlamos cuando al sentarnos en un restorán y nos la dicen, pero en éste caso hubiera sido muy apropiada. A lo cual tomamos la iniciativa de preguntar; y el sistema consiste en que todos los días, de martes a domingo, se sirve una degustación de tres vinos diferentes cada noche.

Ya con el panorama más claro, pedimos una carta y elegimos unas tapas, aunque también tienen platos principales y entradas. Pero las tapas nos tentaron más.

Nos quedamos con una selección de quesos y charcuterie, más popularmente conocida como tabla de quesos y fiambres, que acompañó muy bien la segunda copa de vino, un Merlot Cuna de los Cerros de San Juan. Sinceramente no soy experta en vinos, pero debo decir que estaban muy ricos y ya, con la segunda copa empezada, nos olvidamos rápidamente de las frutas que habían quedado del desayuno, que sin embargo parecían mirarnos de reojo un par de mesas más allá.

Pedimos además unas aceitunas aliñadas con ralladura de naranja, que estaban muy ricas. No me animé a probar el pan “tomaca”, que consiste en una rodaja de pan con pulpa de tomate fresco como topping, y una feta de jamón crudo, ya que sinceramente me intimidó el olor a ajo. Reconozco que si el ajo no es asado, no me copa tanto.

Para cerrar la degustación nos sirvieron un tannat roble de Varela Zarranz, que también nos gustó mucho. Nos quedamos con la sensación de que la excursión valió la pena y nos retiramos tarareando el ring tone –nunca más apropiado- que sonó en el celular de la sommelier al salir.. “red, red wine….♪ ♫

Ya afuera nos dimos cuenta que necesitábamos un dulce, y paramos en una heladería una par de cuadras más allá; allí si que no había ni un alma. Pronto decidimos volver caminando rápido a casa, con el vasito de helado en la mano, que quedó intacto cual estatua hasta que me animé a comerlo calentita, sentada en el living de mi casa.

My wine bar, hotel my suites
Benito Blanco 674
2712 3434
Valor promedio por persona $u 575.

CONTENIDO EXCLUSIVO Member

Esta nota es exclusiva para suscriptores.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

Registrate gratis y seguí navegando.