Contexto
¿Por qué se están produciendo estos aumentos?
Las grandes empresas de consumo masivo, como Unilever y Molinos, comenzaron a enviar nuevas listas de precios con aumentos de entre el 9% y el 12% en varios productos, como aceites, harinas y productos de limpieza. Estos aumentos están directamente relacionados con la devaluación del peso y el ajuste en el tipo de cambio oficial, que superó los $1.200. Las empresas justifican estos incrementos en los costos dolarizados de los insumos, como los envases y los materiales importados, como el girasol para el aceite. Además, en algunos casos, los productos alimenticios exportables, como la carne, también han subido debido a la mejora en los valores de exportación.
¿Qué postura tomó el Gobierno ante esta situación?
Ante el panorama de estos aumentos, el Gobierno se mostró firme en su rechazo a los incrementos que considera “especulativos”. Luis Caputo, ministro de Economía, celebró públicamente que los supermercados hayan rechazado las listas con subas. En su cuenta de X, escribió que las grandes cadenas de supermercados habían rechazado los productos de Unilever y Molinos con aumentos de hasta 12%. A su vez, la Secretaría de Comercio también intervino, pidiendo a los supermercados que no aceptaran las nuevas listas y comprometiéndose a dialogar directamente con los proveedores para contener estos aumentos.
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Luis Caputo explicó que la decisión de hacer público el monto acordado con el FMI surgió tras una conversación con Kristalina Georgieva, directora del organismo
¿Cómo reaccionaron los supermercados?
Los supermercados, por su parte, se han mostrado reticentes a aceptar estos aumentos. A pesar de la presión de los proveedores, las cadenas aseguran que no aceptarán aumentos “especulativos” y que deben explicar el impacto de los mismos. Según fuentes del sector, las cadenas de supermercados no quieren trasladar los incrementos a las góndolas, ya que esto podría afectar aún más el consumo, que ya está experimentando una caída sostenida. Además, en un contexto de menor poder adquisitivo y caída en las ventas, las empresas de retail prefieren resistir las subas en precios, ya que las mismas podrían generar una mayor desaceleración del consumo.
¿Por qué los supermercados no pueden aceptar mayores aumentos?
Uno de los principales motivos por los cuales los supermercados no están dispuestos a aceptar nuevas subas es la caída del consumo. En marzo, las ventas de productos de la canasta básica cayeron un 5,4% interanual, y ya se encadenan 16 meses consecutivos de descensos en las ventas. Las cadenas explican que cualquier aumento que trasladen a las góndolas podría resultar en una reducción aún mayor en la demanda, ya que los consumidores, acostumbrados a precios relativamente estables en los últimos meses, reaccionan negativamente a nuevos incrementos. Además, el mercado está muy sensible a los precios, y cualquier ajuste podría alejar aún más a los compradores.
¿Cuál es la respuesta de los proveedores?
Mientras que algunas empresas grandes como Molinos Río de la Plata y Unilever fueron las primeras en enviar listas con aumentos de hasta el 12%, otras compañías se muestran más cautelosas y prefieren no avanzar con grandes subas. Algunas empresas, como las aceiteras y los productores de farináceos, reconocen que los costos dolarizados (especialmente el girasol y el trigo) justifican ciertos aumentos, pero aseguran que no tienen margen para incrementar los precios en dos dígitos. A pesar de estos intentos, los supermercados se mantienen firmes en su rechazo y están buscando un equilibrio entre las necesidades de los proveedores y la realidad del mercado de consumo.
¿Cómo impacta la inflación en este contexto?
La inflación, que en marzo fue del 3,7%, sigue siendo uno de los principales motores de los aumentos en los precios de los productos. El rubro de alimentos y bebidas, que registró un alza del 5,9%, sigue siendo el más afectado, con productos como la carne y los vegetales impulsando los costos. Sin embargo, los consumidores ya han mostrado signos de resistencia ante los incrementos, lo que genera incertidumbre en las empresas, que deben equilibrar sus costos con la capacidad de los consumidores para seguir comprando. La caída en las ventas de la canasta básica también refleja un panorama complicado, con un estancamiento en el consumo que puede continuar si los aumentos no son moderados.
Cómo sigue
El futuro inmediato dependerá de las negociaciones entre los supermercados y los proveedores. Si bien el Gobierno se ha comprometido a interceder, la tensión entre ambas partes podría prolongarse, afectando tanto los precios en las góndolas como el comportamiento del consumo.