El Gobierno argentino está considerando una serie de modificaciones a la Ley de Etiquetado Frontal de Alimentos, que actualmente obliga a los fabricantes a incluir octógonos negros en los envases de productos con exceso de nutrientes críticos como azúcares, grasas saturadas y sodio. La normativa, que fue aprobada en 2021, está bajo revisión a partir de las demandas de distintos sectores productivos y organismos de salud.
Según fuentes del Ministerio de Salud, una de las opciones que se barajan es el rediseño de los octógonos, que podrían ser más pequeños o menos invasivos visualmente. Otra alternativa en estudio es la modificación de la fórmula utilizada para calcular los "nutrientes críticos" que obligan a la inclusión de los sellos de advertencia. Actualmente, estos se determinan en base a una proporción entre el nutriente y el valor calórico total del producto, lo que en algunos casos ha generado controversias en la industria alimenticia. “Queremos hacer el etiquetado más accesible sin perder el foco en la salud pública”, afirmó la ministra de Salud, Carla Vizzotti.
Además, el Gobierno estudia la posibilidad de armonizar la normativa de etiquetado con los países del Mercosur, tomando como referencia el modelo brasileño, que presenta un sistema diferente de advertencias nutricionales. En esa línea, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) está trabajando en la revisión de los manuales de aplicación y en la simplificación de los procesos de control y registración de alimentos, en coordinación con el Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado, encabezado por Federico Sturzenegger.
La industria alimentaria ha sido una de las principales impulsoras de estas modificaciones. Desde la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal), señalaron que existe “buena receptividad” por parte del Gobierno para avanzar en una flexibilización de las normativas actuales. "La falta de armonización en el etiquetado dentro del Mercosur nos genera costos adicionales y afecta nuestra competitividad en la región", señalaron fuentes de la industria.
Resultados de un estudio de la UCA sobre el etiquetado
Mientras el Gobierno evalúa estos posibles cambios, un informe reciente de la Universidad Católica Argentina (UCA), en colaboración con el Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación (CEPEA), reveló que el impacto de la ley de etiquetado en los hábitos de consumo ha sido, hasta ahora, limitado. El estudio, basado en encuestas y análisis de datos, mostró que el 75% de los hogares con niños no ha modificado significativamente sus patrones de compra a partir de la implementación de los sellos negros en los envases.
El informe dirigido por Sergio Britos, director del CEPEA, destacó que ciertos alimentos que son considerados saludables, como las legumbres enlatadas o los yogures, se ven afectados por los sellos de advertencia debido a la presencia de algunos nutrientes críticos. "Un ejemplo claro son los pescados enlatados, que llevan el sello de 'exceso de sodio', a pesar de ser recomendados en las Guías Alimentarias para la Población Argentina", explicó Britos. Estos casos, según el informe, generan una percepción negativa sobre productos que no necesariamente deberían ser desalentados en su consumo.
Los estudios realizados por la UCA también indican que la ley de etiquetado ha tenido un mayor impacto en los hogares de niveles socioeconómicos medios y altos, especialmente en áreas urbanas como la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano Bonaerense. En cambio, en los hogares de menores ingresos y en las provincias del interior, la incidencia del etiquetado en las decisiones de compra ha sido menor.
Un aspecto destacado del análisis es la reformulación de ciertos productos para evitar los sellos. Alimentos como medallones de cereales o legumbres procesadas han reducido el contenido de sodio o grasas para cumplir con los requisitos de la ley. Sin embargo, estas reformulaciones no siempre se traducen en un cambio significativo en los hábitos de consumo. "El 89% de los alimentos recomendados por las guías nutricionales tienen al menos un sello de advertencia, lo que puede generar confusión en los consumidores", señaló Britos.
El impacto en los niños y la educación alimentaria
Otro de los puntos clave del estudio es el análisis del impacto del etiquetado en los niños. Según el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, el 75% de los niños y adolescentes no ha reducido el consumo de alimentos con sellos de advertencia. Esta tendencia es más pronunciada en los hogares de menores recursos, donde las opciones de alimentación suelen ser más limitadas y la capacidad de elección, menor.
El estudio también mostró que los hogares sin niños han tenido una mayor propensión a modificar sus hábitos de consumo a partir de la implementación del etiquetado. "Tres de cada diez personas aseguran que prestan atención a los sellos antes de comprar un producto", indicó el informe. No obstante, los expertos subrayan que el etiquetado frontal, por sí solo, no es suficiente para generar cambios profundos en los patrones alimentarios de la población. "Es necesario complementarlo con estrategias de educación alimentaria para que los consumidores comprendan mejor la información que se les brinda", concluyó Ianina Tuñón, una de las autoras del estudio.
En ese sentido, los especialistas coinciden en que el etiquetado es una herramienta útil, pero limitada si no se acompaña de políticas más amplias que promuevan una mejor educación nutricional y acceso a alimentos saludables, especialmente para los niños. Además, señalan la necesidad de un monitoreo constante para evaluar la efectividad de la ley a largo plazo. Como señaló Marina Albornoz, otra de las autoras del estudio: "Debemos seguir analizando los efectos de la ley en los patrones alimentarios reales de la población y ajustar las estrategias conforme a los resultados observados".