Argentina se enfrenta a un verano crítico, con múltiples regiones asoladas por incendios. Sumado a los fuegos en la Patagonia, la provincia de Corrientes revive la devastación ígnea que sufrió en 2022. Ante este panorama, trascendió que una investigación del Conicet había advertido, hace ya un año, sobre la potencial ocurrencia de este tipo de desastres.
Con un panorama de emergencia, las zonas centro y sur de la provincia correntina resultan particularmente castigadas por las llamas, con los departamentos de Curuzú Cuatiá, Mercedes, Paso de los Libres y San Martín entre los más afectados, según reveló el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta).
Según el informe divulgado por la entidad a última hora de este martes, hasta el 8 de febrero se consumieron un total de 94.167 hectáreas. Del total, el 38% corresponde a pastizales en el centro-sur de la provincia, seguido por malezales con un 17% y por bosques nativos y pastizales del noroeste, que representan un 11%.
En este escenario crítico, emerge una investigación realizada en febrero del año pasado por científicos del Centro de Ecología Aplicada del Litoral (Cecoal) del Conicet, la cual anticipaba la difícil situación que actualmente atraviesa la provincia.
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“Ante la posibilidad del retorno de sequías por la manifestación del evento de La Niña, los distintos paisajes de la provincia de Corrientes se encuentran expuestos a sufrir nuevamente episodios de incendios vinculados a la reducción de las precipitaciones, las altas temperaturas, ráfagas de viento y, a su vez, la quema descontrolada en áreas ganaderas y/o periurbanas”, resaltaba la investigación de Ignacio Contreras y Martín Kowalewski.
Además, señalaron que el estudio buscaba contribuir “con la alerta temprana con información acerca de la posibilidad de manifestación de incendios dentro del territorio correntino, especialmente en los primeros meses del año 2025, y que sirva de base para generar políticas de gestión-acción en la mitigación de este riesgo”.
Contreras, doctor en Geografía y profesor en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional del Nordeste, también destacó que la provincia experimentó precipitaciones por encima de lo habitual durante el verano anterior.
Esto facilitó que “se recarguen algunos humedales y que se reiniciara un poco el sistema”. Sin embargo, el fenómeno de La Niña regresó con fuerza, creando un escenario en el que los incendios se vuelven prácticamente incontrolables. En la actualidad, Corrientes enfrenta temperaturas extremadamente elevadas y una ausencia total de lluvias y nubosidad, debido a una humedad tan baja que impide su formación.
El investigador enfatizó la extrema sequedad que afecta a la provincia, instando a la precaución. Si bien en Corrientes es común el uso del fuego para la renovación de pastizales y la limpieza de terrenos, el investigador destacó un fenómeno preocupante que observó en los últimos veranos: las "tormentas sin lluvias". Estos eventos, caracterizados por fuertes vientos sin lluvia, propagan rápidamente cualquier foco ígneo presente.
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“Estamos en un contexto en el que no tenemos que hacer fuego bajo ningún concepto”, advirtió.
En la provincia, el uso del fuego es habitual en condiciones climáticas típicas, las cuales, según Contreras, incluyen lluvias una o dos veces por semana en esta época del año. Sin embargo, este verano esa situación cambió; las precipitaciones que solían ayudar a extinguir las llamas se convirtieron en nubes efímeras que solo generan vientos capaces de propagar los incendios. “Esas ráfagas hacen que el fuego se disperse y no existe capacidad para que se apague”, concluyó.
Aunado a esto, las olas de calor, frecuentes en periodos de sequía, exacerban la situación: “El suelo hace de ladrillo refractario y por las noches, la temperatura puede mantenerse en más de 30°”. Este ciclo vicioso complica enormemente la extinción de los incendios, intensificando el desafío.
En relación con la región más impactada, el investigador destacó que las áreas más gravemente afectadas por las llamas son territorios que solían permanecer intactos: “Este año se están quemando sectores que antes no se quemaban, que son pastizales y humedales, como pasó mayormente en 2022″.