En los pasados Juegos Olímpicos el jugador de hockey Gonzalo Peillat protagonizó una fuerte polémica. A pesar de ser oriundo de Buenos Aires y haberse destacado en el seleccionado argentino por varios años, desde 2022 Peillat juega para el seleccionado alemán. En el partido entre ambas selecciones, marcó un gol contra la Argentina y festejó la derrota de su “ex” equipo, despertando todo tipo de emociones y reacciones. Sin entrar en ellas, la situación, vista desde las teorías del liderazgo, nos permite analizar cómo actuar cuando enfrentamos dificultades en las organizaciones o grupos de los que somos parte.
Peillat, enfrentado a la dirigencia del hockey argentino por motivos que no vamos a desarrollar en esta columna, decidió abandonar la selección y buscar un nuevo camino. Pero, aunque es un comportamiento habitual, el “cambian o me voy” no es la única alternativa y tampoco lo es "lealtad extrema" al sistema imperante.
Uno de los desafíos más complejos en las relaciones humanas ocurre cuando llegamos a la conclusión de que hay algo en el lugar donde estamos que no nos gusta más, que no podemos tolerar. Puede tratarse de una dinámica de trabajo o de cuestiones económicas, por poner dos ejemplos. Cualquiera sea, el cálculo costo-beneficio de “continuar en la institución” empieza a dar negativo. En el caso de Gonzalo, quizás, fue el vínculo entre dirigentes y jugadores o el tratamiento dado al seleccionado por parte de la federación.
En esos momentos de duda, donde nos cuestionamos qué paso dar, tendemos a focalizarnos en nosotros mismos: lo que yo estoy haciendo mal, mis errores, cómo no encajo en ese lugar. Pero qué pasa si pensamos en la organización: ¿cómo enfrentarse a un sistema que no permite el cambio o avance? ¿Cómo cambiarlo desde adentro, ejerciendo nuestra agencia transformadora, como plantea Albert Hirschman?
En su estudio del liderazgo adaptativo, Ronald Heifetz, profesor de la Universidad de Harvard, trae una mirada revolucionaria. Abandona preconceptos tradicionales y señala que los líderes no son personas que tienen todas las respuestas y soluciones típico de los líderes mesiánicos, omnipresentes, que todo lo pueden. Para Heifetz y el liderazgo adaptativo, los líderes son quienes logran hacer una pregunta justa que nos moviliza a cambiar las cosas.
Este cambio de paradigma nos dice que para liderar tenemos que animarnos a romper con ciertas expectativas, a decepcionar lo que otros esperan de nosotros. Heifetz nos dice que para forzar el cambio, a veces debemos romper las reglas. Así, la búsqueda de generar un cambio puede implicar desde enfrentarnos a un jefe, a plantear una pregunta incómoda o una alternativa que rompa con la forma en la que “siempre se hicieron” las cosas.
Demasiadas veces escuchamos que para ser líder se nace o que, en todo caso, se aprende a través de cursos y academias reservadas a una élite. Es clave que sepamos que ese rol de liderazgo no es innato. Tampoco requiere de un conjunto de habilidades técnicas de management. Esa mirada privatizada del liderazgo, bajo la cual sólo un selecto grupo puede generar cambios, nos limita y encierra en dinámicas insostenibles, ineficientes o incluso erradas.
Por eso, si queremos cambiar instituciones y organizaciones, es fundamental romper con estos mandatos históricos. Los líderes, y cualquiera de nosotros puede serlo, deben ser los primeros en cuestionar la realidad y señalar que las reglas pueden cambiar. ¿Nos animamos a ocupar ese rol?