4 de noviembre 2024
7 de octubre 2024 - 11:01hs

7 de octubre 2024. Tenemos el espantoso privilegio de ser una nueva generación de judíos que vive terrorismo antisemita en carne propia. Escuchamos de nuestros abuelos los relatos de pogromos y la Shoah. Convivimos con sus antebrazos marcados a fuego numerados como animales deshumanizados. Escuchamos sin apenas poder creer a los sobrevivientes de los campos de concentración de Auschwitz o Bergen-Belsen. Leímos con nuestros hijos la historia de Ana Frank y su diario y su escondite en “la casa de atrás” y siquiera nos acercamos al horror de pensar a una adolescente que durante dos años hizo algo parecido a sobrevivir en apenas unos metros cuadrados hasta que los nazis la encontraron y decidieron que era judía y como tal, y como tantos, no tenía derecho a existir.

Volví de Ámsterdam invitada por la fundación Ana Frank apenas unos días antes del 7 de octubre del año pasado. Me esperaba mi hija menor. Me hizo sólo una pregunta. Una. “¿Puede volver a pasar? Le aseguré que no. Que era imposible. A sus trece años necesitaba razones para semejante contundencia. Se las di. Insisto. Convencida. No existía entonces el Estado de Israel. Con uno de los ejércitos más fuertes del planeta. Tal vez, seguramente, ante algo así, los judíos del mundo podían refugiarse en un lugar seguro, y Otto Frank no habría dudado en sacar a su familia de Holanda y preservarla en lugar de peregrinar aterrorizados después de haber logrado salir de Alemania.

Además, a diferencia del momento en que la sacaron de su escondite y la sentenciaron a una muerte lenta en los campos, hoy existen los medios de comunicación masivos. ¿Alguien podría imaginarse en 1944 a los nazis arrancando de sus camas a dos adolescentes para exterminarlas mientras canales de televisión transmitían en directo? ¿Tuiteros siguiendo en un hilo la solución final que implementaron los nazis en 1941? ¿Streamers reaccionando a las deportaciones en mesa, a vagones repletos de muertos vivos? Por si fuera poco, le dije a mi hija mirándola a los ojos, existen organismos internacionales de derechos humanos. Que no volvería a pasar. Que duerma tranquila. Que cuando queda expuesto, el horror se desvanece.

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El bebe argentino israelí Kfir Bibas tenía 9 meses cuando fue secuestrado por Hamas

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Apenas unos días después no quedaba en pie ni una sola de estas convicciones.

La organización terrorista Hamas desde la Franja de Gaza masacró a civiles israelíes. Arrasó con los kibutzims del Sur. Con las familias que se resguardaban en las habitaciones seguras preparadas para ataques aéreos, pero jamás para las monstruosidades que estaban a punto de padecer. En un ataque deliberado asesinaron, quemaron, torturaron y profanaron los cuerpos de mujeres y niñas penetrándolas hasta después de muertas. Ataron madres e hijos y los incineraron. Obligaron a niños a presenciar cómo vaciaban cargadores en los rostros de sus padres. Llevaron a niños a pedirle a sus vecinos que les abrieran la puerta en búsqueda de ayuda, y cuando salían a rescatarlos quedaban a merced del monstruo al que no le alcanzaba saciar su sed de sangre y quería más. Se llevaron los cuerpos como trofeos. Enteros. En partes.

Hamas no inició una guerra. Inició una cacería.

El grupo terrorista que domina la Franja de Gaza desde el año 2006 sólo respetó la letra escrita en el preámbulo de su acta constitutiva publicado en 1988: “Israel existirá y continuará existiendo hasta que el islam lo destruya tal como ha borrado a otros antes… El día del juicio no vendrá hasta que los musulmanes combatan a los judíos, cuando el judío se oculta detrás de las piedras y los árboles las piedras y los árboles dirán 'hay un judío detrás de mí. Ven y mátalo'”.

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Asistentes a la fiesta electrónica huyen al iniciarse el ataque de Hamás

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Y eso hicieron. A las 6:29 mientras cientos de jóvenes bailaban y recibían el amanecer, la música que sonaba en el festival Nova se apagó abruptamente y fue sustituida por gritos y llantos. Los terroristas que arrasaron en camionetas los buscaron literalmente detrás de los árboles, debajo de las piedras, en los baños químicos donde intentaron esconderse, en los containers, detonaron refugios mientras los chicos pedían clemencia, ayuda, pedían sobrevivir y escribían mensajes de texto a sus padres. Muchos entendieron que sólo podían despedirse. Los textos son desgarradores.

Embed - Seis meses desde los ataques terroristas de Hamás

Más de doscientos sesenta cuerpos fueron recuperados del lugar donde la celebración se transformó en un cementerio.

Ahí mismo, mutilaron. Ahí mismo violaron a mujeres jóvenes, a hombres, se pasaban los cuerpos desmayados o fallecidos para filmarlos con cámaras Go Pro. Esas imágenes luego las enviaron vía Telegram para que llegaran a sus familiares, para que vean lo que habían sufrido y la tortura que habían padecido sus hijos, sus padres, sus nietos. Para asegurarse de que los que quedaron vivos no volvieran a tener paz ni un solo segundo.

Guerra. ¿Con que nivel de cinismo el mundo occidental presuntamente educado puede llamar a lo que sucedió el 7 de octubre del 2023 el inicio de una guerra? ¿Cuál es el debate? No hay áreas grises sujetas a interpretación. Sólo el antisemitismo cómplice de gran parte del mundo puede querer jugar ese juego al convertir a las victimas en victimarios y buscar argumentos que justifiquen el accionar de las bestias.

Ejercicio simple para cualquier ser humano alfabetizado. Buscar el tercero de los convenios de Ginebra que establece las normas de protección de los prisioneros de guerra. O el convenio relativo a la protección debida a las personas civiles en tiempo de guerra. Prohíben los atentados contra la vida y la integridad corporal. El homicidio en todas sus formas. Las mutilaciones. La toma de rehenes. Los atentados contra la dignidad.

Las imágenes del cuerpo de Shani Louk de 22 años, semidesnuda, boca abajo, mientras es paseado en una camioneta por las calles de Gaza. Le agarran sus cabellos largos llenos de rastas. Le pisan la cintura. Se ríen, disfrutan de la conquista. Son recibidos como héroes. Para ellos no hay bien o mal. Y claramente no hay reglas ni convenciones ni normas.

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Naama Levy a sus 19 años fue expuesta al mundo bajando de una camioneta, descalza y ensangrentada. Con signos visibles de haber sido ultrajada.

Naama Levy a sus 19 años fue expuesta al mundo bajando de una camioneta, descalza y ensangrentada. Con signos visibles de haber sido ultrajada.

Son los mismos que cuando Israel, ese estado al que cuestionan su derecho a existir, se defiende, entonces les sale fácil la palabra genocidio. Israel Estado Genocida.

Parte del progresismo malentendido se puso inmediatamente del lado del más vulnerable, que por default nunca es Israel ni sus muertos ni sus secuestrados. A un paso de justificar con ignorancia supina el hartazgo del oprimido ocupado. No. No saben o no les resulta funcional saber que Israel abandonó Gaza en el 2006. Necesitan encontrar territorios ocupados para justificar con buenos modales su odio y disfrazar el antisemitismo siempre latente y ahora revelado en un mundo que parece tolerarlo demasiado cómodo. Los Pedros Sánchez de la vida, los Lula da Silva y los Macron allanan el camino para este exterminio televisado, para esta reversión de los pogromos y del Holocausto en pleno siglo XXI.

Embed - ISRAEL-GAZA: FAMILIARES de cinco MUJERES SECUESTRADAS por HAMÁS DIFUNDEN un VÍDEO del ATAQUE | RTVE

Naama Levy a sus 19 años fue expuesta al mundo bajando de una camioneta, descalza y ensangrentada. Con signos visibles de haber sido ultrajada. Naama nos mira aterrada, secuestrada, desde los túneles en una imagen que el terrorismo se encargo de difundir. Naama Levy es la Ana Frank de este nuevo capítulo negro de la historia del pueblo judío.

El Estado de Israel respondió a la masacre en términos de guerra defensiva. Aún cuando oficialmente no está peleando contra un Estado y lo hace contra dos proxies de Irán financiados por otros aliados de Medio Oriente. Hamas y Heszbollah, en el norte del Líbano, ambos depositarios de parte del instrumento militar de Irán. Israel, como explica Juan Battaleme, uno de los referentes académicos en política internacional, apunta a objetivos militares concretos para anular la capacidad de combate de ambas fuerzas. Israel pelea una guerra defensiva clara. Todo lo demás son interpretaciones muchas veces sesgadas de antisemitismo y de un falso sentido de humanitarismo, mezclando componentes de dicha guerra con las consecuencias que la guerra tiene sobre la sociedad civil. La guerra es defensiva. Los movimientos operacionales son ofensivos y buscan crear un perímetro tal que garantice un mayor grado de seguridad para la población de Israel. No sólo hay que ser creativo para en este contexto hablar de genocidio. Hay un mundo dispuesto a escucharlo y poner en el Estado que se defiende de la barbarie el peso de la responsabilidad que acarrean las consecuencias. Hamas no quiere la paz. Lo dice el propio Hamas. Sin embargo, presuntos defensores de la democracia lo reinterpretan con benevolencia. Hamas detonó bombas y odios y la posibilidad de un acuerdo inminentes 7 de octubre.

https://www.bbc.com/mundo/articles/cxw2xyzpz2lo
Las fuerzas de Hamás golpearon con extrema dureza al kibutz Be'eri, el cual se encuentra muy cerca de la Franja de Gaza.
Las fuerzas de Hamás golpearon con extrema dureza al kibutz Be'eri, el cual se encuentra muy cerca de la Franja de Gaza.

Aún así, como repite el rabino de la comunidad Amijai Alejandro Abruj, los judíos tenemos que explicar que el agua moja. Que el agua moja. Que tenemos derecho a un Estado, a vivir en él. A defendernos si nos atacan. A no vivir con miedo. A no escondernos ni camuflarnos por temor a ser atacados. A llevar nuestro Maguen David con orgullo en el pecho. A tener mezuzas en nuestras casas. A que nuestros hijos participen libremente de las actividades dentro de la comunidad judía y no nos pidan con los ojos llenos de lágrimas faltar en estas fechas. ¿Quieren que mendiguemos existir? No va a pasar. A pesar de tantos cómplices silentes que avalan cerrando la boca ante tantas atrocidades. Que se sienten en la Argentina ajenos al conflicto porque no son judíos y acusan a los judíos de haber “importado un conflicto que no nos pertenece”.

Aún después que un fallo categórico de la Cámara de Casación sindicó a Irán como responsable de los atentados a la embajada de Israel en 1992 y a la AMIA en 1994. Acá, en la calle Arroyo. Acá, en la calle Pasteur.

El silencio cómplice del mundo, de los medios de comunicación, de las organizaciones internacionales, es ensordecedor. Pero no es nuevo. Ya lo dijo el premio Nobel de la paz y sobreviviente de los campos de concentración Elie Wiesel: “Juré no callarme jamás cuando los seres humanos soporten sufrimientos y humillaciones en cualquier lugar. Siempre debemos tomar partido. La neutralidad ayuda al opresor, nunca a la víctima. El silencio alienta al perseguidor, nunca al perseguido".

¿Cómo pudo pasar? ¿Cómo pudieron los nazis idear la solución final y llevarla a cabo? Así. En este año de horror está la respuesta.

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7 de octubre Hamás Israel

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