Ministro Luis Caputo, en la reunión anual del Fondo Monetario Internacional. Canciller Gerardo Werthein, dando las últimas puntadas al acuerdo arancelario entre Argentina y Estados Unidos con el equipo del secretario de Comercio norteamericano, Howard Lutnick. Asesor Santiago Caputo, también en Washington, en su caso, enfocado en negociaciones paralelas de la mano del lobista Barry Bennett, de las que se tendrá alguna noticia mañana, cuando esté de vuelta.
El Presidente llegó pasadas las 9.30 de la mañana y partió raudamente a la Residencia de Olivos. Su hermana Karina descansando en su departamento de Vicente López luego del duro trajín de las últimas 48 horas. El vocero presidencial, Manuel Adorni, en viaje a Mar del Plata para reemplazar a Javier Milei en su disertación de apertura en el foro empresario IDEA.
Una Casa Rosada vacía, con unos pocos funcionarios en el Ministerio del Interior. En cambio están Guillermo Francos y Lisandro Catalán, aparentemente abocados a desactivar el malestar que anida en la Cámara de Diputados, que hoy pretendía interpelar a la hermana del Presidente y a Toto Caputo. También hay malestar con su rol de mediador del Jefe de Gabinete. Hay algunos legisladores que quieren su cabeza.
Sin embargo, la Rosada luce vacía, porque muchos están abocados a la campaña nacional y bonaerense, tanto Eduardo "Lule" Menem como Sebastián Pareja, que intentan mostrar que nada cambió para ellos y se muestran activos, aunque con bajo perfil, para no herir susceptibilidades.
Expectativas desmedidas
Está claro que en el Gobierno quedó un gusto amargo de la reunión entre Milei y Donald Trump, que iba a ser el verdadero reinicio de la campaña. Pero no fue posible. Nadie en Argentina había aclarado lo suficientemente bien de qué iba a tratarse el encuentro en la Casa Blanca, todo parecía marchar de acuerdo al plan, y en pocas horas se desplomaron los mercados argentinos con una contundencia inesperada. ¿O alguien la esperaba?
Antes de la reunión, en medio de una expectativa que hoy luce absolutamente desmedida, con trascendidos generados desde la Casa Rosada de que había que esperar más anuncios a los ya anticipados por el secretario del Tesoro, Scott Bessent, El Observador se comunicó con una fuente del Banco Central para conocer por qué lado podría venir alguna sorpresa de parte del gobierno norteamericano.
"¿Sorpresas? Compro pochoclo. Yo no espero nada sorprendente. Como si lo que ya se anunció e hizo no fuera harta suficiente", fue la respuesta de la fuente.
La reacción del funcionario fue acorde con lo que pasó. Se quiso generar un clima que no era real, expresando una euforia fuera de rango. Pero el responsable es el propio Gobierno. Las versiones vehementes fueron anticipadas en la mismísima Casa Rosada. Visto desde hoy, una exageración hecha y derecha.
Sin embargo, el encuentro Trump-Milei fue muy importante. El respaldo, indudable. La vocación por ayudar a la Argentina de Milei, clarísima. Y la estrategia republicana muy clara: la explicó Marco Rubio, al exponer que hay varios países en la región con chances de que ganen candidatos de derecha, lo que significaría una recuperación de la América Latina que "estaba cayendo en manos de China".
Argentina, como es habitual, quería hacer uso de su derecho a la excepcionalidad. En lugar de asumir, con humildad, que se le estaba pidiendo al Departamento del Tesoro una ayuda para compensar los fracasos del plan económico, y agradecerlo, los argentinos pretendieron montarse en una falsa victoria, con el mejor Gobierno de la historia.
En la puerta de Casa Rosada, un joven libertario comentaba a otro que "se muestra que es más fácil arreglar el conflicto de Medio Oriente que darle estabilidad a nuestro país". Ya no espera que lo haga Milei, su líder. Mira hacia el norte buscando alguna orientación, la que aquí, en su Patria, no encuentra.
