13 de junio 2025 - 14:42hs

Anoche, con la operación "Rising Lion", Israel no solo ha actuado en defensa propia; le dio un golpe a una estrategia de décadas por parte del régimen iraní y ha reafirmado el principio inquebrantable de que el Estado judío tiene el derecho y la capacidad de defenderse de amenazas existenciales, se encuentren donde se encuentren y representen los desafíos operacionales y estratégicos que representen.

Esta no es una mera retribución, sino un golpe estratégico, un necesario "sacar el tumor" que amenazaba con destruir a la única democracia en Medio Oriente. La decisión, avalada por la cúpula política y militar, y firmemente respaldada por el Primer Ministro Benjamin Netanyahu, surge de un análisis frío y razonable de la evolución de la amenaza iraní y la inevitable conclusión de que solo la acción directa puede asegurar la supervivencia de Israel.

El fracaso del "Anillo de Fuego" y el giro hacia el desarrollo nuclear

Durante décadas, Irán ha perseguido una estrategia de "anillo de fuego" alrededor de Israel, invirtiendo miles de millones de dólares en la creación y financiación de una red de proxys terroristas con el objetivo explícito de asfixiar y, finalmente, aniquilar al Estado judío. Desde Hezbollah en el norte, armado con un arsenal de misiles que superaba al de muchas naciones europeas, hasta Hamás y la Jihad Islámica en Gaza, pasando por las milicias chiítas en Siria e Irak y los Houthis en Yemen, la teocracia de Teherán creó un tejido del terrorismo, diseñado para lanzar ataques coordinados desde múltiples frentes, desgastar a Israel y, en última instancia, buscar su colapso.

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Sin embargo, a pesar de los inmensos recursos invertidos, el "anillo de fuego" ha fracasado en su objetivo final: la destrucción de Israel. Las FDI han demostrado una capacidad de disuasión y respuesta sin igual, desmantelando infraestructuras terroristas, luchando en una guerra multifrente más de una vez, y combatiendo hasta en 7 frentes distintos en más de una ocasión, como ocurrió durante 2024, eliminando comandantes clave y frustrando ataques a gran escala. La resiliencia del pueblo israelí y la superioridad tecnológica y doctrinal de sus fuerzas armadas han contenido el avance de la amenaza, aunque a un costo humano que nunca hemos de pasar por alto, porque somos los que consagramos la vida.

Este fracaso, sin embargo, no ha llevado a Irán a reconsiderar sus objetivos genocidas, sino a una escalada aún más peligrosa. Al darse cuenta de que su estrategia convencional de "anillo de fuego" no era suficiente para lograr la destrucción de Israel, el régimen iraní viró con una determinación renovada hacia la adquisición de armas nucleares.

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Para Teherán, la bomba atómica no es solo un elemento de disuasión o un símbolo de poder; es la avanzada determinante contra su "problema sionista", el arma que, en su visión mesiánica y extremista, les permitiría cumplir con su destino declarado de borrar a Israel del mapa.

El armamento nuclear se convirtió en el plan B, o más bien, el Plan A definitivo, para lograr un objetivo que no pudieron conseguir con las armas convencionales y el terrorismo proxy.

La imposibilidad teológica de coexistencia y la amenaza de la fatwa nuclear

La justificación de la operación "Rising Lion" se asienta en la comprensión profunda de que la amenaza iraní es existencial no solo en un sentido militar, sino también ideológico y teológico. El régimen iraní no busca un acuerdo territorial o una solución política; busca la aniquilación de Israel, una empresa que, desde su interpretación fundamentalista del Islam, es un deber religioso.

La doctrina del Velayat-e Faqih, la autoridad de los juristas islámicos, que rige en Irán, concibe la "liberación de Palestina" como una obligación sagrada. Así las cosas, la división del mundo en Dar al-Islam (Casa del Islam) y Dar al-Harb (Casa de la Guerra) es central. La tierra de Israel es considerada parte inalienable de Dar al-Islam. La existencia de un Estado judío soberano allí es una usurpación inaceptable para el fundamentalismo islámico, una profanación que debe ser corregida.

Esta visión fundamentalista no permite una paz duradera basada en la coexistencia. Cualquier tregua, o hudna, es táctica y temporal, nunca un reconocimiento de la legitimidad de Israel. El Ayatolá Ali Khamenei ha emitido fatwas reiteradas que niegan el derecho de Israel a existir, calificando a su Estado como un "tumor canceroso" y un "régimen sionista ilegítimo" que debe ser erradicado.

Estas fatwas no son meras declaraciones políticas; son edictos religiosos vinculantes que influyen en millones de seguidores y legitiman la violencia contra Israel. La idea de que un régimen así pueda poseer la bomba atómica es el epítome de una pesadilla histórica para el pueblo judío, para todos los habitantes de la tierra de Israel y para todos los que crean en un mundo libre, democrático y en paz. Un genocidio con armas nucleares, impulsado por una fatwa, es una posibilidad que Israel no puede, bajo ninguna circunstancia, permitirse ignorar.

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"Nunca más es ahora" es algo que resuena con una fuerza contundente en este contexto para todos los judíos.

"Rising Lion": el golpe estratégico

Frente a la inacción internacional y la inminente capacidad iraní de tener armamento nuclear, Israel se vio obligado a actuar. Recordemos que la teocracia cuenta (¿contaba?) con el conocimiento y la disponibilidad de las tres condiciones para fabricar bombas nucleares: a) uranio enriquecido al 93,8%; b) cabezas nucleares; y c) tener misiles capaces de disparar esas cabezas. Reportes no confirmados públicamente señalaban que Irán contaba con las 3 condiciones.

Así, la operación "Rising Lion" no fue solo un ataque. Fue una maniobra de precisión sobre la capacidad estratégica iraní. La inteligencia israelí, operando con una precisión milimétrica, identificó los objetivos clave para desmantelar el Plan A final de Irán: la bomba atómica.

Las informaciones iniciales confirmadas indican que la operación fue un éxito rotundo, asestando un golpe devastador a la infraestructura militar y nuclear de Irán, entre otros activos:

  • Instalación Nuclear de Natanz: Componentes críticos en la instalación nuclear de Natanz, el corazón del programa de enriquecimiento de uranio de Irán, fueron neutralizados. Esto incluye centrifugadoras avanzadas, salas de control y la infraestructura necesaria para la producción de uranio enriquecido a niveles de arma. Este golpe estratégico retrasa significativamente la capacidad de Irán para producir material fisible necesario para una bomba.
  • Bases de misiles balísticos y sitios de lanzamiento: Numerosas bases de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC) fueron objetivo, en particular aquellas utilizadas para el desarrollo y almacenamiento de misiles balísticos de precisión con capacidad nuclear. Se eliminaron silos, plataformas de lanzamiento y arsenales, degradando la capacidad de Irán para proyectar poder militar y, crucialmente, para entregar una ojiva nuclear.
  • Centros de Comando y Control de las IRGC: La infraestructura de comando y control de las IRGC, responsable de coordinar la red de proxys terroristas en la región, fue impactada severamente. Esto incluye nodos de comunicación, centros de inteligencia y búnkeres operativos.
  • Eliminación de Comandantes clave y la Cúpula de Liderazgo: La operación también se centró en la eliminación estratégica de figuras clave en la cúpula militar iraní. Confirmaciones preliminares sugieren que varios comandantes de alto rango de las fuerzas Quds de las IRGC, responsables de operaciones exteriores, fueron eliminados. De manera aún más impactante, informes están confirmando que el Jefe de Gabinete de las Guardias Revolucionarias Islámicas, Mohammad Bagheri, fue alcanzado, asestando un golpe devastador a la capacidad de comando, control y continuidad del liderazgo de Teherán. Asimismo, se ha eliminado a los 6 científicos que dirigían el programa nuclear iraní, así como comandantes militares clave, tal el caso del General Amir Alí Hajizadeh, Comandante de la Fuerza Aérea de la Guardia Revolucionaria iraní. Este no es solo un revés táctico; es un desmantelamiento estructural.

Estos golpes no solo degradan cualitativa y definitivamente la capacidad militar de Irán, sino que también envían un mensaje inequívoco sobre la resolución de Israel, en línea con la doctrina del exjefe del Estado Mayor de Israel, Gadi Eisenkot, que en su momento argumentaba que "cuando la amenaza nuclear se vuelve inminente, la única opción es una acción decisiva y audaz".

La visión Netanyahu: autonomía y seguridad

La postura de Bibi Netanyahu sobre Irán es una constante: Israel no puede permitirse el lujo de la inacción o de confiar su seguridad a otros. Está visto que la comunidad internacional, por más bienintencionada que sea, no tiene el mismo interés existencial en la supervivencia de Israel que Israel mismo. Las promesas de protección o negociaciones externas son insuficientes frente a una amenaza de aniquilación.

Para Netanyahu, el "anillo de fuego" de Irán y su programa nuclear son dos cabezas de una misma serpiente, la del terror yihadista. La operación "Rising Lion" es el hachazo para cortar esos tentáculos luego de las victorias que se fueron logrando frente a los proxys (Hezbollah, Hamás, Siria, Jihad Islámica) entre 2023 y 2024 y, lógicamente, contra la cabeza de la serpiente que amenaza con desatar un conflicto inadmisible. Es una reiteración del principio de que Israel tiene el derecho soberano de defender a su pueblo de cualquier amenaza, sin pedir permiso ni disculpas.

Dicho esto, cabe aclarar que hasta el mediodía israelí del 13 de junio, el Organismo Internacional de Energía Atómica daba cuenta de que, en lo que respecta a su conocimiento, la planta de enriquecimiento de uranio con fines armamentísticos de Fordow no ha sido blanco de los ataques israelíes, por lo cual si Israel pretende terminar finalmente con la amenaza iraní, deberá resolver el desafío táctico y militar que esta presenta, al estar entre 80 y 90 metros bajo tierra. Dicha dificultad podría ser resuelta por bombas de tipo "bunker buster", que Israel no tiene y para lo cual requeriría el involucramiento de Estados Unidos, o bien por un mecanismo de bombardeo "daisy chaining", una serie de bombardeos sucesivos para romper todas las capas hasta dar con el objetivo en profundidad. Esta empresa no deja de ser compleja porque se presume que, en terreno montañoso, habría capas rocosas estables que aumentan la dificultad.

Un mensaje de los judíos para la tiranía

La operación, que a la hora de redactar esta columna sigue en curso, es una avanzada en la estrategia de defensa que ha evolucionado con la amenaza. Desde el "anillo de fuego" hasta el plan nuclear, Irán ha mostrado una determinación inquebrantable para destruir a Israel.

En su momento, el General Amos Yadlin, exjefe de la inteligencia militar de Israel, ha sido un firme defensor de la acción preventiva contra el programa nuclear iraní, argumentando que la disuasión clásica, basada en la premisa de la racionalidad y el miedo a la destrucción mutua asegurada no se aplica a un régimen teocrático que podría ver la aniquilación como un sacrificio aceptable en aras de sus objetivos milenaristas. Para Israel, la opción de no actuar era la opción más peligrosa de todas. Esperar hasta que Irán cruzara el umbral nuclear sería dejar el destino de millones de vidas judías en manos de un régimen fanático, una irresponsabilidad imperdonable.

A la comunidad internacional: esto no es un acto de guerra por elección, sino un imperativo de supervivencia. Es la obligación de proteger el hogar, el pueblo y el futuro de millones de judíos, árabes, musulmanes, drusos, católicos, seculares, protestantes y beduinos que viven en la tierra de Israel, en la única democracia de Medio Oriente y en paz.

Israel ha actuado no solo por sí mismo, sino por todos aquellos que creen en la libertad y la coexistencia frente a la barbarie teocrática. Esperemos que, a diferencia de lo que vivimos el 7 de octubre de 2023, veamos más voces levantadas en favor de la libertad y contra los fundamentalismos genocidas en el mundo… y aún así no es así, el Estado judío seguirá luchando por la libertad.

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