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Hay una fiebre verde.

Tiene el color del dólar, de la esperanza y es por una gema apetecida y valorada cuan una esmeralda, pero es comestible. Así transcurre el vertiginoso destino y estrellato del pistacho, un fenómeno que se ha transformado en una revolución arrolladora.

En su inicio, esta semilla pequeña y discreta, que crece bajo un sol abrasador en tierras áridas de Asia Central, parecía destinada a ser solo un acompañante más en las mesas del Medio Oriente.

Con el tiempo copió su espíritu fraterno en la Península Ibérica.

Hoy es imposible evitarlo. Está en todos lados, desde los más exclusivos postres hasta los chocolates más creativos y deseados, desde los helados hasta los platos salados que deslumbran en los menús más sofisticados.

No solo se ha hecho un lugar en la alta gastronomía: el pistacho ha conquistado los sentidos y, con ellos, ha desafiado nuestra visión sobre lo que entendemos por "gourmet". Y lo ha hecho, además, con una rapidez que sorprende.

La revolución verde y exquisita

Imaginemos por un momento ese pistacho, recién extraído de su cáscara rugosa.

Ese verde vibrante que, cuando se adentra en una salsa de helado o se mezcla con chocolate blanco en las manos de un chocolatero visionario, adquiere una textura que parece deshacer cualquier barrera entre lo dulce y lo salado.

Este fruto seco, uno de los más antiguos de la humanidad, atraviesa su momento de gloria. Se ha posicionado en la élite de la moda gastronómica de manera tan vertiginosa que aparece en todos los rincones, incluso en sitios alejados del sabor como coches, vestimentas y pantallas, donde su color dice presente en el pantone.

No es casualidad que haya sido la piedra angular de la reciente revolución del chocolate Dubai, que ha dejado de ser una curiosidad local para convertirse en un fenómeno global.

Con sus tonos terrosos y ese contraste entre su amargor y el dulzor de la cacao, el pistacho ha sido esencial para elevar esta nueva gama de chocolates exquisitos, cuyos tonos verdes y marrones ahora dominan las vitrinas de las tiendas más chic de ciudades como París, Londres, Madrid o Buenos Aires, donde el emblema local, el alfajor, ya ofrece su versión de pistacho.

Esta mezcla de cacao, pistacho y especias exóticas, a menudo en tonos dorados y verdes iridiscentes, ha logrado, además, redefinir lo que entendemos por lujo dulce.

Los secretos de la gema comestible

El pistacho no solo se ha colado como un ingrediente para sofisticar el sabor o agregar textura, sino que ha dado lugar a una nueva estética culinaria.

Un simple helado de pistacho de los buenos, que no se conforma con ser solo con la base cremosa, sino que va más allá, y busca una textura crujiente, un sabor que se despliega en capas, y un verde profundo que en cada bocado ofrece un golpe de frescura y calidez al mismo tiempo, se convierte en una experiencia sensorial.

En las manos de chefs innovadores, el pistacho se convierte en un hilo conductor entre lo tradicional y lo moderno.

Desde las tartas rellenas de crema de pistacho y caramelo salado, hasta los bizcochos y panettone aromatizados con esta semilla. Incluso en la repostería vegana, donde su aporte de grasa saludable lo ha convertido en una estrella insuperable.

No es casualidad que la cocina mediterránea, donde ya formaba parte de la tradición, haya sido una de las primeras en acoger este fruto en sus más variadas formas.

En la región de Sicilia, el pistacho sigue siendo protagonista en platos como el caponata, y en Grecia es común encontrarlo en su variante más dulce, como el baklava o en las conocidas koulourakia de la Pascua.

El color de la tendencia

Y si hablamos de la estética visual, el pistacho no es solo un manjar para el paladar, sino también para la vista.

El verdor de esta semilla ha cautivado a diseñadores y creadores de tendencias, quienes lo han incorporado en paletas cromáticas para todo tipo de productos, desde la moda hasta el diseño de interiores.

Sus tonos se han convertido en un símbolo de frescura y de equilibrio entre naturaleza y lujo, desde los textiles de alta gama hasta las decoraciones de eventos exclusivos.

¿Quién podría haber pensado que un color tan así llegaría a definir un estilo de vida? Ese verde suave pero vibrante, que recuerda a la primavera, es ahora uno de los favoritos en los catálogos. Es, en esencia, un color que está a tono con un mundo cada vez más preocupado por la autenticidad.

La magia de lo sostenible

Su impacto en la industria agroalimentaria es incuestionable. De hecho, la producción de pistacho en España ha crecido más de un 70% en la última década con una contribución económica que superó los 100 millones de euros en exportaciones solo el año pasado.

La industria post-pistachos también está viendo una expansión, con miles de toneladas procesadas cada año, tanto para consumo local como para exportación.

Y, lo que es aún más relevante, se ha convertido en una alternativa sustentable para agricultores que buscan adaptarse al cambio climático, ya que es un cultivo que tolera bien las sequías y el calor extremo.

De actor de reparto a protagonista.

Para los amantes del pistacho, no hay discusión posible: ha encontrado su lugar en el mundo.

Merecido y demorado, nueve mil años después de certificar los primeros vestigios arqueológicos de su consumo por parte del hombre allí en la antigua Persia, el Irán de hoy.

De aquel helado de color indefinido que solo gustaba a las abuelas, pioneras del modernismo, a este presente de gloria.

Se dice en algunos círculos gastronómicos, que es “el nuevo aguacate”, pero con una historia más rica, una tradición más profunda y, sobre todo, un sabor que nunca dejará de sorprendernos.

Y, si alguna vez te has preguntado por qué el pistacho parece estar en todas partes, la respuesta es simple: porque, como todo gran descubrimiento culinario, llega para quedarse.

Es el tiempo de lo verde. Es época de innovación y resiliencia. Es la era del color esperanza. No perdamos el tiempo. Nuestro chocolate Dubai nos espera. ¡A por él!

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