Marcelo Umpiérrez

Adiós a un mito puntaesteño

La vieja casona donde funcionó el restaurante Mariskonea será demolida este martes. La fundadora familia Iturria recuerda un sitio tan emotivo como forjador

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12 de junio de 2015 a las 21:05

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El Hotel Playa sufrió el mismo destino. Le pasó a La Fragata, que no se demolió pero perdió su esencia y se transformó en una casa de comida rápida. El Hotel Palace está cerrado desde hace años y con su fachada grafiteada, a la espera de que el destino determine su futuro. El cine Concord sigue cerrado. El Lido también y allí ya no funcionará un cine. Lugares emblemáticos de Punta del Este que caen en el olvido, en la decadencia, o que se transforman para siempre. Lo mismo sucederá con Mariskonea, que se demolerá el próximo martes.

¿El deseo que se mantengan es un capricho de nostálgicos o es que de verdad estos sitios tienen un significado en la identidad de la ciudad y de la gente que vivió en ellos y pasó por ellos? La oferta inmobiliaria crece y eso genera trabajo y desarrollo. Pero, ¿cuánto se pierde en la ecuación? Mientras se responde la cuestión, la “Punta Punta” cambia y el viejo balneario pierde sus muelas más antiguas.

Mariskonea, fundada en 1944, perteneció a varias generaciones de integrantes de la familia Iturria hasta su cierre en 2004. El primero fue Ascención, que había llegado a Uruguay en 1923 desde el País Vasco. Aquí conoció a Manuela González, hija de gallegos. Se casaron y tuvieron hijos. Uno de ellos fue José Luis, que se casó con Elizabeth Goldarenko y trajo más Iturrias a la península: Gabriela (cocinera, quien mantiene en alto el legado en la nueva Mariskonea sobre la rambla del puerto),Victoria y Luis María, más conocido como Luisma, el surfista internacional uruguayo.

Para los hijos el lugar está lleno de recuerdos y vivencias. “Acá pasaron cosas divinas y otras no tanto. Ahora siento solo tranquilidad”, dijo Victoria. Luisma recorrió estos días el mítico edificio, sacó fotos que publicó en la red social Facebook y escribió un mensaje que decía: “Está comenzando su fin”. Solo queda esperar que la bola de demolición transforme el lugar en escombros.
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