Florece la marihuana ilegal

Estas acciones coinciden con el reconocimiento oficial de que no se ha logrado el objetivo de establecer el control legal sobre la marihuana. Apenas algo más del 15% del consumo está concentrado en las vías establecidas por la norma con la que el expresidente José Mujica castigó al país.

Hay 23.161 personas registradas para comprar marihuana en las pocas farmacias que aceptaron venderla.

El resto de las 147 mil personas que las autoridades estiman que la consumen en Uruguay se surten en el mercado negro de los narcotraficantes, lo que ha agravado la inseguridad pública con los constantes asesinatos y desmanes entre bandas que se disputan territorios. La información sobre el uso de la marihuana legal fue compilada por el Instituto de Regulación y Control del Cannabis (Ircca) y revelada por las autoridades de la Junta Nacional de Drogas. Los consumidores registrados compran la droga en 12 de las 1.200 farmacias de todo el país. Inicialmente eran 16 pero varias se bajaron debido a la decisión del sistema bancario de no operar con firmas involucradas en este comercio. La inmensa mayoría rechazó ser boca de venta con el lógico argumento de que empresas que expenden medicamentos para favorecer la salud de la gente mal podían vender una droga que la perjudica.

Además de las plantas autorizadas a producir la marihuana oficial, hay 8.418 cultivadores privados registrados y 90 clubes de consumidores. Los cultivadores hogareños tienen permiso para hasta seis plantas, pero como el control estatal es virtualmente imposible nada obsta a que se excedan de ese límite con una producción que se incorpora al mercado ilícito. Previamente un estudio de una institución francesa reveló que el año pasado aumentó el consumo global de marihuana en todo el país, incluyendo los adolescentes.

Todos estos factores confluyen en confirmar el error de Mujica al creer que la marihuana legal reemplazaría el consumo de drogas aun más perniciosas, cuyo volumen sigue imbatido por la proliferación de todo tipo de estupefacientes, especialmente los sintéticos. Ha alentado además la delincuencia derivada del narcotráfico, que abastece a la gran mayoría de los drogadictos. El presidente Tabaré Vázquez se pronunció hace tiempo contra la legalización y el consumo de la marihuana pero nada ha hecho –o podido hacer– para eliminar la equivocada legalización. Ahora su gobierno enfrenta la doble pesadilla del fiasco de la marihuana legal y la incrementada amenaza de bandas que luchan a sangre y fuego por el mercado ilícito en la frontera con Brasil y en barrios periféricos de Montevideo. Combatirla eficazmente va de la mano con la necesidad de reconocer el fiasco y la necesidad de eliminar el plan de drogas de Mujica.