La cocaína que nadie vio

A la fuga del mafioso italiano Roco Morabito de Cárcel Central se sumó la salida del aeropuerto de Carrasco en un avión privado de 603 kilos de cocaína

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29 de julio de 2019 a las 05:01

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A la escandalosa fuga del mafioso italiano Roco Morabito de Cárcel Central se sumó la salida del aeropuerto de Carrasco en un avión privado de 603 kilos de cocaína valuados en 180 millones de euros.

Dos golpes más de KO a un Ministerio del Interior que se tambalea sin rumbo en el último año del gobierno de Tabaré Vázquez. Los datos revelados desde Francia -donde se incautó la droga- permiten inferir que Uruguay se ha vuelto un colador para el narcotráfico y que las autoridades o son cómplices o están pintadas al óleo con el único fin de decorar el paisaje.

El episodio que barrió con todos los controles del Aeropuerto Internacional de Carrasco ocurrió el 14 de mayo. La policía europea que venía siguiendo la ruta de la droga prefirió no alertar a sus colegas uruguayos de la maniobra para evitar sospechas y fuga de información.

Con inteligencia penetraron las comunicaciones de un cartel proveniente de Croacia y siguieron su camino desde Montevideo hasta detenerlos en un aeropuerto en el norte de Francia. Fue recién entonces que los policías de Europol alertaron a la Brigada Antidrogas uruguaya sobre la maniobra y solicitaron su “colaboración para profundizar la investigación” sobre un grupo conocido como “Los Traficantes de los Balcanes”, encargado de traficar volúmenes importantes de cocaína en aviones privados desde América a Europa y Asia.

Según las imágenes captadas por las cámaras de seguridad del aeropuerto los pasajeros del avión -con capacidad para 10 personas contando pilotos y empleados- ingresaron y egresaron por la sala VIP del Aeropuerto de Carrasco y pasaron su equipaje por el escáner.

El control de vuelos no comerciales está a cargo de la Policía Aérea, Dirección Nacional de Aduanas y Migraciones. Lo increíble de toda la historia es que la Brigada Antidrogas no tiene acceso a la información de horarios ni pasajeros de este tipo de vuelos. La falta de coordinación y de protocolos es evidente y debería haber llamado la atención a alguien en todo el gobierno.

Uruguay no en una isla en un continente productor y exportador de cocaína. El narcotráfico es una plaga que solo ha llevado más pobreza a los pueblos y corrupción a los estados. La corrupción de los funcionarios, la marginalidad donde se expande la industria de la droga con el sicariato, la violencia, las mulas y la extorsión solo genera más opresión, desigualdad e injusticia.

Tanto lo de Morabito como la falla de todos los controles en el Aeropuerto Internacional de Carrasco, en este caso de los 603 kilos de cocaína, deben ser tomados muy en cuenta por la Justicia, el gobierno y la oposición. Se debe investigar hasta el fondo y sus responsables deben caer.

Son señales demasiado fuertes y peligrosas que marcan el fracaso inequívoco de una gestión demasiado larga y con resultados muy malos al frente del ministerio del Interior. Ni un adolescente con experiencia en Netflix sospecharía de la complicidad de la policía en estos dos casos acaecidos. El tema es que lo ocurrido no es una serie de ficción sino la pura y dura realidad de un país que por escala y población aun debería apelar a su reserva ética y política para evitar convertirse del todo en una república narco-bananera que oficie de puente para llevar droga de la región al resto del mundo.

Uruguay merece un futuro mucho mejor.

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