La creciente ola de inmigrantes irregulares tensiona la relación entre los países europeos

Según detalló el organismo, el mayor receptor de la masiva corriente migratoria proveniente de Ucrania ha sido Polonia, que ha recibido a 1.5 millones de refugiados desde que comenzó la guerra. La UNHCR, sin embargo, destacó que no es la única emergencia que enfrenta el continente.

Los registros oficiales, además, dan cuenta de un persistente aumento de las solicitudes de asilo por parte de personas provenientes de Siria, Pakistán y Egipto; como así también del número de las pequeñas embarcaciones con migrantes procedentes de la África subsahariana que cruzan el Mediterráneo, muchas veces con resultados trágicos, como el sucedido esta semana frente a las costas de Túnez, donde perecieron una veintena de personas.

Según la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costa (Frontex), el año 2022 cerró con el mayor número de ingresos irregulares desde 2016, un total de 330.000, sobre todo de ciudadanos que escapan de Siria y Túnez, pero también de Afganistán y Turquía.

Según Frontex, casi la mitad de estos ingresos se producen por la ruta de los Balcanes Occidentales, en momentos en que el reporte de análisis de riesgos para 2022/2023 del Frontex indica que las tendencias migratorias seguirán en aumento, más aún por los efectos de la guerra de Ucrania, que incluyen presiones inflacionarias y escasez de alimentos y energía, además de la reorganización de las cadenas productivas, lo que incrementa el número de desocupados en los países de origen.

Los analistas europeos agregan la importancia de considerar las repercusiones económicas, políticas y de seguridad de una eventual retirada o despliegue de las tropas rusas, algo que podría afectar la gestión de las fronteras europeas e internacionales.

En lo inmediato, por caso, Italia, uno de los países de la Unión Europea (UE) más afectado, vio triplicarse la llegada de personas en situación irregular. Un ejemplo es Sicilia, que recibió en un día a 2.000 personas, ante lo cual el gobierno de Giorgia Meloni lanzó un decreto que modifica la forma en que pueden operar las oenegés que rescatan migrantes en ultramar, limitando el número de intervenciones permitidas.

Los países mediterráneos de Chipre, Grecia, Malta, España e Italia se reunieron para pedir una mayor cooperación de sus vecinos del norte ante la negativa de aceptar solicitantes de asilo. El encuentro, al que asistieron ministros de los cinco países, conocido como grupo MED5, fue el primer desde el trágico naufragio ocurrido en Calabria, en el sur de Italia, y en el que fallecieron al menos 68 migrantes el 26 de febrero último.

La creciente ola de migrantes irregulares no solo ha desatado tensiones entre los países de la UE. También ha tensionado las relaciones de los gobiernos locales con las autoridades federales. Es el caso de Alemania, en donde varios gobiernos estaduales llamaron la atención al Estado federal por la cantidad de refugiados, que está excediendo sus capacidades de respuesta, según ha reportado el diario Spiegel.

En tanto, del otro lado del Canal de la Mancha, en el Reino Unido, el Gobierno conservador del primer ministro Rishi Sunak insiste, pero todavía sin conseguir suficientes apoyos, en su idea de abandonar la Convención Europea de Derechos Humanos (CEDH) para poder adoptar leyes más duras para detener o deportar a los inmigrantes irregulares que llegan en botes pequeños sin autorización previa.

Por lo pronto, la lectura de los analistas destaca que mientras la política migratoria europea tiende a volverse más restrictiva, surgen también otros interrogantes relacionados con la reacción de los ciudadanos europeos de cara al persistente y creciente arribo de migrantes.

Sobre este punto destacan el costo de vida en el continente. El aumento de los precios, por ejemplo, tiene un impacto en el ingreso de los estratos más bajos de la sociedad, en muchos casos inmigrantes irregulares y solicitantes de asilo, que reciben un estipendio para cubrir sus necesidades básicas de vivienda y alimentos.