Rodríguez Larreta, Bulrich y Macri
Esteban Trebucq

Esteban Trebucq

Periodista y conductor en El Observador Radio

Actualidad > cruje la interna argentina

Larreta se suma a la lógica “ah, pero Macri”

El zamarreo público de las dos figuras de Juntos por el Cambio dejó en evidencia las diferencias que se intentaron maquillar. Los rivales internos, Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, acaso sin quererlo, parecen hacerle el “juego” al gobierno
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29 de junio de 2023 a las 19:03

No usa bombas de racimo, sino más bien misiles verbales teledirigidos. Horacio Rodríguez Larreta, uno de los líderes de la oposición en Argentina, tiene milimétricamente pensada toda su campaña. No hace un tuit o un comentario sin antes consultarlo con sus estrategas. Su inocultable intención es horadar hasta la mínima expresión a su antiguo jefe, el exmandatario Mauricio Macri. Pero sin que eso dañe su objetivo final: ser presidente.

Larreta no le reporta más a nadie. Armó una mini coalición dentro de la alianza opositora con dirigentes de las más diversas ideologías, desde liberales hasta socialdemócratas, como su candidato a vice, el radical Gerardo Morales. 

El Pelado, como le dicen algunos de sus funcionarios, o H, como lo resumen sus voceros y colaboradores más cercanos, jamás va a decir lo que siente: que el PRO comienza a formar parte de su pasado reciente. Él cree en un amplio frente opositor, heterogéneo desde lo ideológico, con capacidad para ganar, y luego para gobernar. 

A veces monocorde, en otras aparentemente previsible, Larreta lanzó los dardos más filosos de toda la campaña, como el último dirigido al corazón del fundador del PRO, Mauricio Macri. “Su modelo fracasó”, deslizó como quien no quiere la cosa. No le hablaba sólo a Macri, sino también a su principal opositora interna, la exministra de Seguridad Patricia Bullrich, quien inmediatamente lo tildó de “tramposo”. Y ventajero. Nadie se anda con chiquitas.

La beligerancia interna escaló hasta tal punto que se dinamitaron todos los puentes, si es que alguna vez los hubo. Ambos se deben enfrentar el 13 de agosto en unas internas abiertas. H y Macri se dejaron de hablar hace tiempo.

La anteúltima gota que rebalsó el vaso fue una reunión en el departamento de la exgobernadora María Eugenia Vidal. Allí, palabras más palabras menos, Macri les dijo a Larreta y Bullrich: “Uno de ustedes va a ser presidente. Pongan reglas claras. Cualquier cosa, me llaman o intervengo”.

A las pocas horas, Larreta anunciaba unilateralmente la ampliación del espacio electoral con un gobernador peronista, Juan Schiaretti, sin consultar a nadie. “Se fue de acá diciendo todo que sí, y a los días hizo todo al revés”, se escuchó alrededor del ex presidente Macri. Mauricio no lo perdonó.

Pero quizás a Larreta eso poco le importe. Economista y obsesivo de la administración, antepone los números ante casi todo. Las encuestas que le acercan, les muestra que Macri tiene alta imagen negativa, y que es “negocio” golpearlo. Uno de sus máximos colaboradores es socio de una de las tres consultoras más grandes del país. En esa, le da ganador de la interna ante Bullrich. En otras, asoma todo más peleado. Incluso algunos puntos por debajo.

Alrededor de Horacio creen que al “castigar a Macri” pueden atraer más votantes independientes para inclinar la balanza a su favor. Bullrich, por el contrario, hace de la rudeza un culto. Va al frente sin tanta consulta previa, y –acaso sin quererlo- tomó parte de la narrativa del liberal Javier Milei, quien intenta instalar la idea de que Larreta es “tramposo” y “siniestro”.

El bullicio interno es tan grande, que algunos creen que esto puede hacer peligrar una victoria ante el kirchnerismo, que hace unos meses se descontaba como segura. El respetado analista argentino Andrés Malamud graficó: “A Juntos por el Cambio le alcanzaba con hacer la plancha para triunfar, pero se pelearon todos”.

Además del transgresor Milei, en la vereda de enfrente está el gobierno con su rebautizada formación Unión por la Patria, que acumuló peras, manzanas y ajos en la misma ensalada, con un previsible chef, el ministro de Economía Sergio Massa. Pese a todos los errores de la actual Administración, con una inflación anual superior al 110% y más de 40% de pobres, hoy el kirchnerismo emerge con ciertas chances ante la atomizada oposición.

“Larreta parece el clon de Massa”, tiró una dirigente de Macri, la exdiputada Laura Alonso. Tampoco se anduvo con chiquitas. El ministro celebra. Mira desde un balcón como los otros se pelean, y desde ese lugar cree que parte de sus posibilidades también están atadas a esta intestina trifulca de Juntos por el Cambio.

En Argentina, el kirchnerismo gobernante instaló una idea para echar culpas, o para justificarse. Ante un error, se defendía: “Pero Macri tal cosa…” Coloquialmente se aceptó la frase “ah, pero Macri”, como una noción de justificarse y para de deslindar responsabilidades.

Es tan popular esa idea que hasta el (ex) socio de Macri, Horacio Rodríguez Larreta, ahora la usa. Y el gobierno, obvio, celebra. Al menos por ahora.

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