Los desafíos de ser padre en tiempos de millennials

Nuevas lógicas se reacomodan; auténticas y transformadoras algunas, otras, no tanto

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11 de julio de 2018 a las 05:00

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El rol del padre, como el de la madre, guarda un anclaje natural prácticamente indiscutible, pero no es lo biológico lo que lo define, sino su construcción de acuerdo a una época, un estrato social, las valoraciones y restricciones religiosas y culturales. Hoy nos encontramos frente a una nueva camada de padres, constituida por la generación millennial (también llamada generación Y), que tiene sus propias características y desafíos. Pero antes que nada, cuando hablamos de millennials, ¿estamos hablando de una unidad plenamente globalizada o ponemos el foco solo en sectores urbanos medios y medio-altos de países medianamente desarrollados? Hablar de ellos como categoría generacional apartando estas variables parecería un error.
[Por Pablo Donadio]

Quiénes, dónde, cómo

Aunque no hay consenso sobre la fecha que da comienzo a la generación Y, varios artículos y análisis sobre los millennials señalan que son aquellos que han podido adaptarse fácilmente a los cambios de los últimos 20 años (hasta 30 para otros), en los que se pasó por ejemplo del VHS al streaming, del teléfono fijo al móvil, del disquete a la nube. Se los menciona como "versátiles", con tecnología omnipresente, y que ponderan la flexibilidad laboral y la crianza equitativa. "Son impacientes, no retienen un trabajo por más de dos años, viven en las redes, no saben lo que es el esfuerzo, son unos niños mimados... Mucha tinta se ha derramado al juzgar a la generación millennial como si fuera un nuevo deporte", señala Laura Marajofsky en un artículo del diario argentino La Nación. "Sin embargo, a muchos el estereotipo no solo no les queda, les resulta totalmente errado. Sucede que muchos de estos jóvenes adultos hoy ya son padres, y esa experiencia ha cambiado al ritmo de la cultura, la tecnología y las nuevas prioridades que la época ha impuesto, o mejor dicho, que ellos mismos han podido moldear. A diferencia de sus padres o abuelos, atados a la poca flexibilidad laboral y los roles estancos con respecto a la crianza y las tareas del hogar, hoy se replantean las reglas a la hora de criar a sus hijos", afirma la analista en cultura y medios. Por supuesto, esta mirada pareciera estar puesta sobre aquellos sectores con necesidades básicas satisfechas.

Por definición los millennials nacieron en un contexto de mayor igualdad de género que el de sus padres, efectivamente. Los reclamos feministas han avanzado en diversos ámbitos produciendo cambios concretos, sobre todo, en la inclusión de las mujeres al mercado laboral, a la vez, nacieron bajo otra lógica y dinámica social donde las herramientas informáticas y digitales lo han cambiado todo o casi. Pero, ¿en qué grado se habla de una tendencia más que de una realidad palpable? ¿Por qué está tan presente el reclamo feminista (el #NiUnaMenos, sin ir más lejos) si la igualdad ya está tan instalada? Si bien puertas adentro de muchas familias de clases urbanas medias prosperan los acuerdos que fomentan el reparto de tareas, ¿por qué eso no se concreta de igual modo en el mercado laboral? "La noción instalada del padre proveedor y de la madre que permanece en la casa está cambiando, pero todavía hay rezagos. Es más una meta que una realidad. Las nuevas formas de ejercer la paternidad tienen que ver con estar involucrados en tareas domésticas de limpieza y cocina, cuyo ejercicio siempre recae sobre las mujeres, y con intervenir en la crianza", plantea el sociólogo argentino Daniel García en una entrevista con radio Universidad (Universidad Nacional de Cuyo). "Estamos en un momento transicional entre viejos y nuevos perfiles. Asistimos a un hecho más evidente desde la salida de la mujer al mundo público y el aumento del divorcio, la llamada decadencia o declinación del padre, en la que el discurso social valida cada vez menos a la figura paterna y acepta cada vez más a la familia monoparental (formada casi siempre por la madre y sus hijos)", señala el español Luís Bonino Méndez, psiquiatra especializado en masculinidad y violencia de género, creador y coordinador del Centro de Estudios de la Condición Masculina de Madrid. Y advierte: "Aquel cuya función es preparar al niño (sobre todo varón) para lograr su capacitación, para ser el heredero de los logros paternos (patrimonio, oficio) que el niño solo puede disfrutar en una edad posterior y que espera de su hija que se empareje con otro varón que sea por lo menos como él. Aun deslegitimado, este padre existe. Su poder ha menguado, pero sigue mandando en muchas familias". Bonino Méndez habla también de otras figuras paternas como la del padre ausente o el padre "patrón-educador" que "intenta que el hijo aprenda un oficio o trabajo y que al menos no descienda socialmente, y que la hija quede 'bien' casada. Es complementario al modelo maternal de la madre abnegada moderna, resultado de la revolución industrial. Aún existe, es menos autoritario que el anterior y actualmente se espera de él sobre todo la puesta de límites". Los millennials no escapan a esa maraña de conceptos heredados y aún vigentes.

Costos y beneficios

Pero hay una innegable irrupción de nuevos estilos de paternidad que son correlativos al ejercicio de la maternidad, y al ideal social de la igualdad de derechos y deberes entre mujeres y varones. Son muchos los testimonios de madres y abuelas, pero también de padres y abuelos que, pensándolo hoy, hubiesen preferido otra participación. En este sentido, el reacomodar los roles en la crianza permite repartir esfuerzos pero también logros, compartir sacrificios, pero también placeres. "Los crié sola porque él trabajaba tanto que llegaba siempre muy agotado. No sabe (él) lo que es hacer una mamadera, cambiar un pañal y menos hacer los deberes con los hijos, pero no les hizo faltar nada", cuenta Adela (69) en la web de la revista Bohemia, argumentando su "formación" para criar hijos y atender al esposo sin exigirle más que el sostén económico del hogar. "Pero no solo para las mujeres el patriarcado ha significado postergación", amplía el portal chaqueño, donde un hombre de 70 años alega que fue gracias a sus nietos que comprobó "lo que se perdió" con sus hijos, por abocarse exclusivamente al trabajo. Hoy, muchos hombres tienen la oportunidad de ocupar espacios vedados por la tradición y, como señala Marajofsky, en una época de baja natalidad y con el retraso de los hitos tradicionales como el casamiento, el armado de una familia y la casa propia, la trayectoria de vida de muchos jóvenes adultos en sectores medios o medio-altos se torna menos compulsiva, más deseable y con una nueva mirada sobre el tiempo. En ellos el ser padres pareciera cada vez más una decisión y no tanto un mandato familiar-social. "Que una gran cantidad de jóvenes adultos formen parte de la economía freelance posibilita una flexibilidad inaudita y una repartija en el cuidado de los niños que antes hubiera sido impensable", dice la autora, aunque subraya, en la línea de Bonino Méndez, que si el equilibrio laboral y familiar ya es casi "un chip con el que los jóvenes vienen, quizá a fuerza de haber experimentado lo contrario con sus propios padres, no deja de ser un fenómeno relativamente nuevo".

Para el sector medio urbano, la emancipación de la mujer y una mayor conciencia de género están cambiando seriamente la manera de organizar el trabajo y el tiempo con los chicos. "La expectativa social sobre la responsabilidad paterna varía mucho según la cultura, el tipo de trabajo y la edad del varón-padre. Las exigencias laborales, por ejemplo, permiten a los varones posponer su cercanía a los hijos sin sentirse culpables ni acusados por ello. O que pueden sentir que son proveedores sin estar ni moral ni físicamente en la vida diaria. O no sentirse responsables de los hijos de la juventud y sí serlo con los que han tenido con su segunda o tercera pareja", explica el especialista sobre las "mutaciones" que han ido viviendo los varones en el tiempo. En ese sentido, subraya algo clave: "Se eclipsa el padre occidental poseedor del poder y el saber. El que sustenta su acción en la tradicional división sexual del poder, donde la relación padre-hijo se funda en un modelo donde el padre es la autoridad, el proveedor que brinda los recursos económicos y el transmisor del patrimonio genético, económico, de saberes y de los códigos de la masculinidad".

La expansión de las licencias laborales por paternidad e incluso la existencia de asociaciones de padres que defienden los derechos de los divorciados a estar con sus hijos plantean un escenario todavía más amplio donde también se da la aparición y valorización de otras figuras parentales alejadas de modelos tradicionales, como la monoparentalidad masculina o la ejercida en las parejas homosexuales. Surge, con matices, un padre al que la paternidad ya no da poder, sino servicio, en una relación que se disfruta. "Presente, carnal, cotidiano, el padre cuidador transmite ternura, cuidados y enseñanza. No solo se maneja en términos de autoridad, distancia y educación/límites, sino que existe también un aspecto afectivo-emocional, de disfrute mutuo, no opuesto a la madre, sino desde sí para el hijo (se esté o no en pareja con la madre)", sintetiza Bonino Méndez. Este nuevo modelo de padre —que en el modelo de familia tradicional sería el igualitario/participativo— es promovido por diferentes políticas de igualdad en muchos países y comienza a ser incorporado por algunos varones generando costumbres y hábitos, por lo que es posible que sus nuevos comportamientos vayan impregnando el tejido social, explica Bohemia. Pero ojo, para muchos especialistas la rutina de la crianza sigue estando en manos femeninas y pasa a manos masculinas temporalmente cuando la mujer está exhausta, y el padre actúa como relevo de emergencia: "La literatura sobre los nuevos padres ha publicitado que ya son una realidad. Sin embargo, no es así: las pocas y serias investigaciones realizadas sobre nuevas prácticas de la paternidad muestran que a la mayoría que se define como 'nuevos' aún les falta un gran camino a recorrer (...) La mayoría de los nuevos padres son en realidad participativos-ayudantes y no tanto igualitarios. Usan tres veces menos tiempo que sus parejas en ocuparse de los hijos, suelen aumentar el tiempo más que la calidad de la compañía, no se sienten totalmente obligados al trabajo de crianza y no sienten que abandonan a sus hijos cuando salen a trabajar, reproche que a veces continúan haciendo cuando es su pareja la que lo hace. Se caracterizan por estar más que ocuparse, participar más que compartir, ayudar más que responsabilizarse, realizar algunas tareas más que por ocuparse del trabajo material y emocional de la crianza", sigue aportando Bonino Méndez, y señala un último nuevo-padre: los padres reclamantes. "Por ejemplo, los divorciados que reclaman la custodia y entran en conflicto con las mujeres por más derechos cuando ellas les exigen más responsabilidades o los que reivindican un cambio de roles y estar en casa. También los que quieren ver reconocido su derecho a no ejercer una paternidad que no fue deseada, en casos de embarazo de la mujer sin su consentimiento y que luego reclama la manutención".

Dualidades

La cosa no acaba allí. El terreno laboral y el mercado publicitario juegan su partido también. Organizado al modo masculino, el trabajo es un obstáculo conocido frente a la flexibilización y compatibilidad laboral-familiar en la mayoría de los países del mundo. Para los varones dispuestos al cambio, esto produce una nueva ansiedad: cómo resolver el dilema trabajo-familia sin descuidar ninguno de los dos ámbitos. Según el estudio The New Dad: The Career-Caregiving Conflict 2017, realizado por el Boston College Center for Work & Family, los padres en Estados Unidos experimentan un conflicto en el balance vida personal-vida profesional. Mientras que 2/3 de los padres expresan que desean repartir por igual el cuidado de los hijos con sus parejas, más de la mitad de ellos no puede cumplirlo en la práctica. Según Bonino Méndez, es meritorio ser un padre cuidador igualitario-participativo, aunque "serlo supone un arduo trabajo de superación de obstáculos y resistencias que se oponen intra e intersubjetivamente al desarrollo de este nuevo rol. (...) Renunciar al ejercicio monopólico de los derechos del varón en el modelo patriarcal no es fácil y muchos varones-padres se resisten a ello", concluye el especialista español. Así las "trabas" propias y las del campo laboral parecieran actuar como un dique de contención frente a la creciente presión social de igualdad.

Otra contradicción con la que se enfrentan los padres de esta generación es la omnipresencia de la tecnología en sus propias vidas y, por ende, en la de sus hijos. Al interior de cada familia, el uso, control y restricción de las pantallas es otro tema complejísimo. Así, en modo "prueba y error" como nunca antes, la crianza para esta nueva generación afronta la avasallante presencia de la tecnología envuelta en su propia paradoja: cómo allanar el camino a los niños al nuevo mundo sin resignar momentos que no estén meramente a un clic de distancia.
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