Los youtubers y el abuso: vos sos el dueño del click

El éxito de hoy será el entierro de mañana. Humillar, maltratar y abusar no son talentos y desde adentro o desde afuera, no se necesitan más cómplices

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08 de agosto de 2017 a las 05:00

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Soy cómplice. De humillar, maltratar y abusar. Soy cómplice porque para escribir esta columna tuve que hacer clic al menos una vez en algunos de los videos que cuelgan "youtubers" como Yao Cabrera, Fabricio Lemus, Gonzalo Fonseca (todos uruguayos) o el argentino Lucas Castel, entre otros. Los cuatro están –o estuvieron, todo se olvida rápido en el reino de internet– en medio de una polémica por un video en el que participaron, filmado supuestamente en 2015 pero que se publicó hace pocos días.

Para que vos no seas cómplice y tengas que ir a hacerle clic, prefiero contarte acá que en ese video los youtubers están en una habitación con una chica joven, claramente borracha, a la que manosean y le tiran alcohol sobre el cuerpo. La chica explicó luego que no había sido una violación y que recién había tomado conciencia de lo que pasó cuando vio el video. Las conclusiones las podés sacar vos solito.

Si algún youtuber o similar abusa, humilla y maltrata hay varios responsables, pero seguro que quien le da clic a uno de esos videos también lo es. Lo que pasa, pasa cuando vos, yo, tu hijo y el mío o tu vecino le dan clic a este o tantos otros videos de quienes apelan a lo peor de la naturaleza humana para ganar, justamente, un segundo de tu atención. Un clic tuyo (que además, se convierte en dinero para ellos).

Se les dice youtubers a los generadores de contenido que suben videos a esta red. Ser youtuber no es sinónimo, necesariamente, de jovenzuelo aparentemente vivaracho que se ríe a costa de los demás y, en muchos casos con absoluta ausencia de humor. Hay muchos youtubers geniales.

Pero la cuestión es que en los últimos días estos youtubers son tristemente más célebres por un video de hace unos años –"cuando era un pelotudo", dijo uno de ellos, y todo indica que no ha evolucionado desde ese estadio de comportamiento– en una madrugada de supuesta borrachera en la que manosearon a una chica, supuestamente con el consentimiento de ella. Tantos supuestos en un solo párrafo no obedecen a una pobre construcción de la oración por mi parte; supuestos o no, todos estos hechos, son igualmente humillantes, aberrantes y abusivos. Incluso si este y otros videos similares son una movida promocional para apoderarse de tu control remoto de internet, que es lo mismo que decir de tu propia voluntad (para hacer o no clic).

Lo real y lo virtual, se sabe, es lo mismo desde hace tiempo. Si finalmente lo que pasó ahí fue consentido o incluso fue toda una parodia promocional para conseguir más vistas de incautos de todas las edades en busca de un shock de novelería, nada cambia. Sigue siendo abuso, humillación y maltrato.

Igual que lo es otro video en el que uno de estos hombres jóvenes (digo hombre o diría mujer a propósito, para demostrar mayoría de edad y por lo tanto, responsabilidad jurídica sin ambages) se encarga de patear y molestar a una persona que duerme a la intemperie, a un sin techo, simplemente porque le parece gracioso. Le da risa y piensa que le dará risa a miles. De hecho, tiene razón. Miles miraron el video en que un hombre abusador y humillador le dice a un sin techo que es la policía del parque, mientras se burla de él, con risas de fondo de la claque de sus compañeros.

¿Qué tal si te digo que los humilladores, abusivos, maltratadores, no son solo los hombres y mujeres que eligen manifestarse así en redes sociales? ¿Qué tal si te digo que vos, que no hacés ninguna de esas cosas en tu vida cotidiana, que jamás te reirías de la desgracia de una persona que duerme en la calle, que nunca pensarías en manosear a una chiquilina borracha o de hacerle una zancadilla a un viejo, sos también un humillador, abusivo y maltratador? Te pondrías furioso. Lo negarías enfáticamente. Pero lo sos. Lo somos cada vez que legitimamos estas conductas con un simple play en alguno de esos videos.

Si a estos hombres y mujeres que buscan y encuentran el "éxito viral" a través de la humillación de personas nadie los mirara en YouTube, Facebook, Twitter, Whatsapp o donde pucha sea que se les ocurra colgar sus guarangadas, entonces no habría éxito viral. Y quedarían en el olvido, como lo han quedado tantos otros famosos de 15 minutos.

Por eso espero y hasta soy tan atrevida de pedirte que, si llegaste a leer hasta acá y nunca viste el video de la gurisa manoseada o del indigente humillado, no vayas a buscarlos. Te prometo que no hay más que lo que te cuento, que es triste presenciarlo, y que te vas a quedar con un sabor amargo y sin ninguna sonrisa.

Y si te faltaba alguna otra razón para empoderarte con el control remoto de internet, que sos vos mismo, también debo contarte que uno de estos youtubers se sigue haciendo famosito porque se puso de novio con una chica (video 1), la despertó tirándole espuma de un bomberito luego de destaparla para que se viera –con zoom– la cola (video 2), y luego contó que se habían peleado (video 3, creo, no llegué a ver más que el título). Algunos estarán diciendo: sí, la botija es boba. Hoy no voy por ahí, lo dejo para la próxima.

YouTube del bueno

Si todo lo anterior te suena más o menos coherente, hablalo con tus hijos. Los niños y adolescentes son grandes consumidores de contenidos online, en particular en redes sociales como YouTube, que les ofrecen una cantidad de conocimiento. Aprenden a resolver esa ecuación que no habían entendido del todo, a arreglar el antivirus que les trancó la PC, a editar un video que les pidió la maestra, a hacer manualidades, arte, a encontrar libros que no conocían, a jugar mejor al FIFA (cuesta entenderlo, pero este es un objetivo importante para tu hijo adolescente) y hasta a maquillarse un perfecto smokey eye (que creo que ya no se usa tanto, pero que fue casi que vital en algún momento).

En esa parafernalia de contenidos, la mayoría buenos, muchos divertidos de verdad, aparecen estos encantadores de serpientes que no merecen tu tiempo. Que no merecen tus ojos. Que no merecen que los ayudes a replicar su "fama viral".

¿Por qué permitir en una red lo que gran parte de los adolescentes y personas de cualquier edad no harían e incluso, quiero creer que en muchos casos, no permitirían que otros hicieran en su presencia?

¿Por qué permitir en una red lo que gran parte de los adolescentes y personas de cualquier edad no harían e incluso, quiero creer que en muchos casos, no permitirían que otros hicieran en su presencia?

Ya que estamos en esto de reventar estereotipos, no está mal repasar algunos datos que YouTube tiene identificados al detalle y que pintan un panorama mucho más claro que el cómodo "son cosas que miran los millennials". A esta altura les recuerdo que los adolescentes de hoy no son millennials sino zetas (como si eso importara tanto a la hora de decidir dónde hacer clic). Pero volvamos al tema.

En 2016 el 70% de los millennials usaron YouTube para mirar videos para aprender algo nuevo o para saber más sobre alguna temática en la que estaban interesados, según una encuesta de Google Ipsos. 47% dijeron haber buscado videos en YouTube para mejorar su salud o para sentirse mejor en momentos en que estaban tristes.

Dos de los cinco canales de YouTube más populares en todo el mundo son de gamers (jóvenes hablando de videojuegos y mostrando estrategias para jugar). Comparado con el nivel de guasadas linderas con la maldad que algunos deciden subir a YouTube, capaz que cuando pases por al lado de tu hijo –que hace una hora larga que escucha a su gamer favorito mientras no aparta la mirada de la pantalla de la tele conectada a la consola de videojuegos– se te dibuje una sonrisa en la cara. De alivio, porque su control remoto del clic está en el canal correcto para su edad, aunque no esté mirando el canal que vos elegirías.

No es no en la vida real. No es no también en la virtual. El éxito de hoy será el entierro de mañana. Porque humillar, maltratar y abusar no son talentos que puedan evolucionar hacia algo mejor. Un cantante mediocre puede perfeccionarse y convertirse en un gran cantante. Pero un humillador mediocre tiene pocas opciones: seguir igual o convertirse en uno peor. Quiero pensar que alguno también podrá redimirse.

*En esta columna no pongo el link a ninguno de los canales de YouTube de los vivarachos. Esta es otra forma de controlar mi control remoto

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