Martínez por los barrios: con olor a campaña

Quiero ponerme a su servicio, quiero trabajar para usted, para que usted sea presidente. Lo veo como presidente, siento un honor inmenso de poder trabajar con usted y espero que se cristalice", dijo Roberto, un concejal blanco y wilsonista que ahora apoya al Frente Amplio. El objeto de su elogio fue el intendente de Montevideo, Daniel Martínez, quien encabezaba una recorrida por Santiago Vázquez en medio de vecinos que lo saludaban.

"Bueno...muchas gracias", respondió un Martínez incómodo por la confesión y evitó hacer comentarios sobre su posible candidatura presidencial. Sin embargo, ese sábado 28 a la mañana, la recorrida por ese y otros barrios parecía parte de una campaña electoral. Y fueron varios los que pronunciaron en voz alta ese secreto a voces que parace ser su carrera hacia la primera magistratura.

Martínez lo niega. No es campaña, "es una forma de ser", su forma de hacer política, dice desde el asiento trasero de su vehículo eléctrico mientras se traslada a un bar de La Teja.

Son 139 recorridas las que Martínez ha protagonizados desde que asumió como intendente de Montevideo, allá por julio de 2015, y asegura que todavía le quedan unas 200 más. Al principio, con varios incendios para apagar y con la necesidad de poner la casa en orden, empezó lento, hacía dos o tres salidas por mes pero ahora aumentó el ritmo, y hace ocho o nueve recorridas. Espera de aquí a fin de año concretar otras 20. "Mi idea es seguir metiendo, viendo, generando vínculos con los municipios", afirma.

Martínez no recuerda cuál fue el primer barrio que visitó. Afirma, sin embargo, que no hay lugar al que vaya en el que no haya estado alguna vez."Que me digan pelado Daniel me llena de orgullo", asegura. Y agrega: "Para mí, el protagonismo con la gente es parte de la esencia. Alguno puede no entenderlo, pero créanme que no es así, que es parte de mi forma de hacer política", recalca en un intento de justificar, una vez más, que no se trata del inicio de una campaña.

Ese 28 de octubre, minutos antes de las 10 de la mañana, el "pelado" Martínez llegó con su comitiva de secretarios y directores al barrio Chimenea. Termo bajo el brazo, mate en mano y acompañado de Tamara, la primera vecina en recibirlo, el intendente cruzó la cancha del club del barrio hacia el local donde estaba pautada la reunión.

Varios bromearon con su pelada; otros le reclamaron por no haber estado en la fiesta del cercano Paso de la Arena. Una camioneta lo seguía, y desde adentro un hombre sacaba fotos, hasta que se decidió a bajar y saludar al intendente. Minutos más tarde unas 20 personas lo rodeaban en el club Chimenea y los reclamos se abrieron paso. La falta de saneamiento fue la principal demanda. "Nos sentimos altamente discriminados, nos sentimos mal. Esa es una opinión generalizada en el barrio", comentó una de las vecinas presentes. Martínez escuchó y luego dio su respuesta: el barrio estaba incluido en el plan de saneamiento pero por falta de presupuesto, finalmente quedó por fuera.

Martínez saludaba a cada uno que llegaba. Entre más personas se sumaban la ronda, las voces iban subiendo de tono, y llegaron también los reclamos por la presencia de ratas, y por las calles en mal estado. "Hay que hablar también de la limpieza. Siempre habla de que está trabajando. Haga algo", lo increpó otra vecina, que según Martínez, estaba con ganas de pelear.

Con más fotos y selfies, la sesión se levantó, el intendente subió nuevamente a su auto, y una ronda volvió a formarse, esta vez en Santiago Vázquez. El clima estaba más calmo y, si bien también hubo reclamos, la recorrida fue casi todo elogios.

El intendente repartió escones, se guardó uno para el camino, y escuchó a los vecinos. Pronto para descargar por segunda vez el mate, pasó por el baño y emprendió su viaje hacia la casa donde vivió Alfredo Zitarrosa. De allí iría a liberar tortugas junto con un grupo de niños en el río Santa Lucía, y sobre el mediodía lo esperaban en La Teja.

En el bar La Razón -ubicado en Carlos María Ramírez y Vicente Yáñez-, Gildo Gómez lo aguardaba con un cartel de la campaña a la intendencia, y una foto de cuando Martínez era senador. Varias fotos mediante, una mujer se acercó a pedirle un trabajo en el Palacio Salvo. "Vamos a ver si podemos engancharla", le contestó Martínez al lado de su secretario, que tomaba nota. Ya adentro del bar, entre saludos y apretones de mano con los presentes que dejaron de lado su whisky, el intendente llegó hasta el horno pizzero. "Este es el mejor pizzero de Montevideo", gritó Martínez señalando al trabajador. Alentado, el intendente cortó varias porciones, agarró una bandeja, probó -no sin dificultad- un pedazo recién salido del horno y repartió entere los presentes. Varias bandejas le siguieron y la pizza ese mediodía fue gratis para todos."Lo acompañé durante toda la campaña", comentó Gómez. "A Martínez no hay quien lo pare y estoy seguro de que vamos a ganar", las elecciones nacionales, concluyó.