Mercxit: ¡es ahora!

La respuesta agresiva del presidente de Argentina a un planteo educado y acertado de nuestro presidente (el encierro comercial es un lastre para todos los encerrados), debe ser el estribo que precisamos para actuar.

Pero antes tenemos que entender: ¿Por qué el encierro comercial perjudica? Y antes que eso: ¿Estamos encerrados o abiertos?

Técnicamente el grado de apertura de una economía se mide sumando exportaciones más importaciones y dividiendo ese monto por el PBI (cuanto más alto el número obtenido, más abierto el país).

El Banco Mundial (BM) hizo esa cuenta y resultó que los países más cerrados del mundo eran Myanmar, Argentina, Brasil y Uruguay.
Mirando lo mismo desde otro ángulo, el arancel externo promedio de Estados Unidos (el mercado más grande del mundo) es 4%; el del Mercosur es entre tres y cuatro veces más alto. O sea, es clarísimo: estamos muy encerrados.

Ahora bien, ¿por qué tenemos que hacer un esfuerzo individual para abrirnos? Muchos quedaron prendados de la multilateralidad, el sistema por el cual las negociaciones de apertura comercial se hacían entre todos los países y obligaban a todos en el marco de la Organización Mundial de Comercio (OMC).

La última ronda exitosa en este esquema fue la Ronda Uruguay del GATT (luego OMC), que comenzó en Punta del Este en 1986 y terminó en Marrakesh en 1993. Luego la Ronda de Doha fracasó y desde entonces la multilateralidad está muerta, lamentablemente.

Ahora para lograr acceso a mercados sin pagar aranceles hay que ir a los tratados comerciales bilaterales, tipo Tratados de Libre Comercio (TLC), no hay otra. Si no hay acceso a mercados sin aranceles, el país recibe menos ingresos por sus productos, menos inversiones, porque es menos rentable su actividad productiva, se generan menos salarios y de menor nivel y la economía crece en forma más débil para perjuicio de todos, pobres y ricos, pero especialmente perjudicados resultan los pobres.

Uruguay paga cientos de millones de dólares por año de aranceles que se podrían evitar y que representan directamente salarios uruguayos que no se cobran.

Además de este efecto indiscutible, está el efecto más camuflado pero mucho más dañino del desestímulo a las inversiones que no vendrán por la inconveniencia de radicarse en un país encerrado, donde todo es más caro.

El Mercosur podría haber actuado como un bloque con vocación de apertura; la evidencia muestra lo contrario, no ha logrado firmar un TLC con Europa en más de 20 años de negociaciones ni ningún acuerdo con otros mercados de relevancia.

Algo similar le sucedió a Gran Bretaña, asfixiada por la Comunidad Europea. Decidió juntar valor y salir. Ahora firmará acuerdos de libre comercio con Estados Unidos, China y a la brevedad, cuando pasen las tensiones, también con Europa. Será la dueña de su destino que no quedará más en manos de los burócratas de Bruselas.

En nuestra zona, Chile es miembro asociado del Mercosur: nos compra y nos vende lo que sea sin aranceles, pero tiene por su lado decenas de TLC. En el caso de Uruguay, en el pasado y dentro del marco de este mismo Mercosur firmamos nosotros solos un acuerdo de libre comercio con México. Fue luego que se agregó esta vuelta de tuerca asfixiante que impide a un país negociar por su lado.

Eso es lo que necesita Uruguay: o nos movemos de miembro pleno a miembro asociado, o nos vamos y en un tiempo tendremos de nuevo Cauce y PEC o el Mercosur cambia de rumbo y autoriza a cada miembro a abrirse comercialmente a su leal saber y entender, como era al principio.

Deberíamos establecer un plazo para lograr la tercera opción, si no se resuelve ponernos un plazo para pasar a miembro asociado y si eso tampoco se resuelve ir al Mercxit. ¡Es ahora! 

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Thanks Bill!