Primeros gestos de Trump: tirón de orejas a los políticos, nacionalismo y pesimismo
En su pronunciamiento oficial cargó contra el establishment político y las élites de Washington
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20 de enero de 2017 a las 16:33
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No hubo un mensaje de unidad como el que suelen enviar los presidentes que asumen el poder en Estados Unidos. De hecho, el primer discurso de Donald J. Trump como mandatario fue un gran tirón de orejas a todo el establishment político estadounidense que asistió al Capitolio para verlo jurar. "El establishment se ha protegido a sí mismo, pero no a los ciudadanos de nuestro país", sentenció.
Si en sus últimos días en la Casa Blanca, Barack Obama fue optimista sobre el futuro de Estados Unidos, Trump hizo todo lo contrario. Habló sobre una nación sumida en la pobreza, la violencia y el crimen: "Esta carnicería americana se detiene aquí y ahora".
El mensaje era claro: el compromiso que asumió fue con la ciudadanía y no con el poder político. "Los ciudadanos de EE.UU nos hemos unido en un esfuerzo nacional para reconstruir nuestro país y para devolver nuestras promesas a toda nuestra gente".
Frente a él, miles de personas lo escuchaban en silencio. En una ciudad demócrata como Washington, donde sólo el 4% de los ciudadanos votó por Trump, costó que la gente se volcara a llenar el National Mall (zona frente al Capitolio donde se reúnen los ciudades para escuchar el discurso del nuevo presidente). Incluso las primeras imágenes mostraban puñados de personas y grandes baches blancos.
El proteccionismo del que tanto habló en su campaña, también dijo presente este viernes cuando prometió que siempre estaría "América primero" en todas sus políticas de gobierno que volvió a repasar en su breve discurso de 1.433 palabras.
Pero incluso dio un paso más: habló directamente sobre la lucha que emprenderá contra el terrorismo islámico, algo poco visto en otros discurso de investidura. De hecho el último mandatario estadounidense en abordar esa temática en su asunción fue Ronald Reagan en 1981.
La expresiones de Michelle Obama fueron solo la muestra del descontento que causó el mandatario con sus palabras. Tampoco hubo imágenes de un saludo con su rival en las elecciones, Hillary Clinton, que se retiró rápidamente una vez concluida la ceremonia.
Trump llegó a la Casa Blanca con uno de los porcentajes más bajos de popularidad (54% de los estadounidenses tienen una opinión desfavorable sobre él), con protestas callejeras que se intensificaron mientras juraba y una fuerte división social que él mismo ayudó a marcar durante su campaña con propuestas migratorias radicales.
Trump parece haber entregado el mensaje a las cúpulas políticas y económicas y resta ahora saber cuál será el primer movimiento de su gobierno.
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