No es la primera vez que en Bariloche los temporales y las avalanchas se convierten en tragedia. Sucedió el lunes, pero también había ocurrido en años anteriores cuando las lluvias intensas del otoño arremetieron contra una ciudad turística acostumbrada al clima inestable.
Los desbordes del agua de los arroyos, la formación de barro y los desplazamientos espontáneos de los árboles y la nieve que cae desde las montañas son algunas de las características invernales que marcan la idiosincrasia de una localidad que durante junio no supera, en promedio, los 8° C. Y, muchas veces, este clima desfavorable también se traduce en incidentes fatales.
En este caso reciente, se produjo "por una obra en construcción" y la acumulación de lluvias, según relató un funcionario de la Asociación Argentina de Guías de Montaña a El Observador.
De acuerdo al diario Río Negro, el desprendimiento de barro y árboles se produjo al deslizarse una contención, en la parte superior del hotel, donde el complejo turístico tiene una obra (que se encontraba paralizada) para la construcción de un nuevo edificio. El barro ingresó con fuerza a través de las habitaciones del primer piso del hotel y descendió hasta la recepción.
El funcionario, que reside hace 63 años en Bariloche, diferenció al incidente de este lunes con las corrientes que estudian normalmente: "Esto fue una avalancha de barro en un predio de hotelería. Acá hubo movimientos de suelo y se derrumbó la construcción. Esto fue un deslave en una ladera empinada entre dos hoteles, en un predio privado en el centro de la ciudad, a pocos metros del lago. (...) Es raro, pasa cada muerte de papa. Hay, a veces, inviernos con inundaciones en los barrios, como siempre hay, pero de algo así yo no me acuerdo y tengo bastantes años en Bariloche", precisó.
Si bien en Bariloche no es común escuchar truenos o encontrarse con tormentas eléctricas, los aludes (o avalanchas) pueden ser una complicación para la población local en situaciones puntuales. Estos fenómenos se generan cuando las capas de la nieve comienzan a descender desde una pendiente a velocidades variadas.
El funcionario, sin embargo, recalcó que son sucesos excepcionales: "Acá las avalanchas que hubo en los centros de esquí en el invierno fueron casos excepcionales. El 99% de la gente que viene a Bariloche nunca ve avalanchas. Hay muchos accidentes por hielo en las rutas, eso sí, pero accidentes por este tipo de fenómenos son contados con los dedos de una mano".
Los movimientos de mayor magnitud -que pueden alcanzar velocidades de hasta 130 kilómetros en menos de cinco segundos- son los que, por lo general, desatan las peores consecuencias. Sin embargo, aquellos de menor volumen también pueden afectar y provocar accidentes a turistas -como sucedió este lunes con un uruguayo que se encontraba en el hotel Bustillo- o a deportistas que realizan actividades en la montaña -como ocurrió en dos asonados episodios, en 2020-.
¿Por qué se genera un alud? Puede darse por lluvias, movimientos de personas o animales en la montaña, acumulación de nieve, cambios en la temperatura o la humedad de la superficie o luego de una fuerte tormenta.
El Centro de Información de Avalanchas (CIAv), con sede en Bariloche y El Chaltén, advirtió que durante junio las condiciones "inusuales de alta inestabilidad" podrían aumentar el peligro de estas avalanchas en las montañas de Bariloche.
Teniendo en cuenta las condiciones nivo-meteorológicas previstas para el mes, el organismo señaló que existe peligro de que se formen "avalanchas naturales y gatilladas por humanos en laderas con poca pendiente en zona alpina y zona media".
Ante este contexto, los especialistas emitieron una serie de recomendaciones que estarán vigentes al menos hasta que cambie el panorama climático: "Recomendamos mantenerse dentro de bosques con poca pendiente evitando claros, zanjones y trampas de terreno. Evitar también sectores de bosque que se encuentren bajo corredores de avalanchas", señalan.
Y agregan: "Recordá que los senderos a los refugios y accesos a zonas típicas de esquí de travesía pueden transcurrir bajo sendas de avalancha.
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