Un año de mandato de Gustavo Petro, el presidente que rompió los moldes políticos colombianos

Petro rompió los moldes, no sólo porque en su juventud había formado parte de una organización de guerrilla urbana, sino porque se formó como economista y tuvo una larga carrera en la vida política de su país que le permitió liderar una coalición novedosa, el Pacto Histórico, que lo llevó hace un año a tomar las riendas de la política colombiana con la afrodescendiente Francia Márquez como vicepresidenta.

El 7 de agosto de 2022, con actos callejeros, Bogotá se vistió de fiesta para ensayar un camino que nadie podía prever desde el magnicidio de Jorge Elíecer Gaitán en abril de 1948, cuya muerte produjo lo que la historia recuerda como “El Bogotazo”. Gaitán había salido del molde del Partido Liberal donde había hecho carrera y rompió lazos con las familias tradicionales. Su asesinato hizo que el pueblo, siempre ajeno a las decisiones de gobierno, sintiera que moría uno de los suyos.

Pero “El Bogotazo” había sucedido casi 75 años atrás. Petro nació en 1960, ni siquiera vivió aquel episodio. Sin embargo, en su juventud militó en el Movimiento 19 de abril (M-19), una guerrilla urbana partícipe del conflicto armado interno de Colombia entre 1974 y 1990. Ese grupo, como otras formaciones de izquierda, tomaban a Gaitán como un punto de referencia de lo que los grupos de poder no aceptaban en Colombia.

Petro nunca tuvo mayor responsabilidad en el M-19, aunque buena parte de la propaganda en su contra lo mostraba como un peligroso guerrillero. Además, su organización aceptó desmovilizarse en 1990 y adoptó el nombre de Alianza Democrática M-19 y fue la segunda fuerza política más importante en la Asamblea Constituyente de 1991.

Estudió Economía, fue senador por el Polo Democrático Alternativo en 2006 y tres años después se presentó por primera vez para aspirar a la presidencia de Colombia, en las elecciones de 2010.

Luego fundó el Movimiento Progresista con el que llegó a la alcaldía de Bogotá, gobernándola entre 2012 y 2015. Se presentó nuevamente a la presidencia en 2018, donde salió segundo y eso, de acuerdo con la Constitución del país, le dio una banca en el Senado.

En 2021 fue uno de los fundadores de la coalición Pacto Histórico que, por consulta de las fuerzas de ese espacio, fue electo como el candidato presidencial. En las elecciones del 29 de mayo de 2022, obtuvo la mayoría con el 40% total de los votos. Pasó a la segunda vuelta y se convirtió en presidente. Muchos balances de su primer año de mandato ponen el énfasis en que Petro tiene el 41% de aceptación mientras que en los primeros meses de gobierno llegó al 56%. Sin embargo, el porcentaje de apoyo que tiene es el mismo que le permitió llegar al Palacio de Nariño hace un año, bombardeado por la prensa colombiana.

En un año de idas y vueltas, de intentos ambiciosos y con un Parlamento donde tiene que negociar cada ley, Petro logró aprobar una reforma tributaria progresiva, restablecer las relaciones diplomáticas con Venezuela y sentarse a hablar cordialmente con antiguos enemigos políticos, especialmente el expresidente conservador Álvaro Uribe.

Una vez más, en Colombia los intentos de paz encuentran tropiezos y la derecha no se lo perdona, como no perdonaron al exmandatario Juan Manuel Santos, proveniente de una familia tradicional, haber recorrido caminos para dejar atrás la violencia guerrillera, narco, paramilitar y militar.

Petro no pudo cumplir con su promesa de reformar la salud en un país donde la sanidad está en manos privadas. Debió desprenderse de Carolina Corcho, la abanderada de esa reforma en abril de este año, ya que su propio frente interno se resquebrajaba.

Cuando tomó estado público que uno de sus hijos, Nicolás Petro, tenía problemas con la Justicia, el presidente advirtió que no iba a interferir a su favor. Una inesperada colaboración de Nicolás con la fiscalía, para reducir su condena, abrió un capítulo que tardará en cerrarse: Nicolás dice haber recaudado dinero del narco que fue destinado a la campaña electoral de su padre.

Muchas de las medidas de Petro fueron tomadas para evitar descalabros. Una fue poner al frente del Ministerio de Economía al socialdemócrata José Antonio Ocampo. “Es una persona seria, una persona que inspira confianza”, dijo entonces el presidente de la Asociación Nacional de Empresarios, el mayor gremio empresarial.

Ocampo presentó la reforma tributaria que la coalición oficialista en el Congreso aprobó en sólo tres meses, un récord. Aumentó la recaudación con impuestos para los más ricos, especialmente el sector petrolero, y llenó las arcas del Estado para financiar las reformas sociales.

Su gobierno calmó la inflación y la subida del dólar, otro tema inquietante ante la crisis energética provocada por la guerra en Ucrania.

Petro buscó el restablecimiento de relaciones con la Venezuela de Nicolás Maduro y tuvo diálogo permanente con la Casa Blanca para que ese vínculo no dañara la relación entre Bogotá y Washington.

Se reunió con Joe Biden en abril, cuando reiteró que consideraba urgente cambiar el enfoque de la guerra contra las drogas. Ambos mandatarios acordaron cooperar en la protección del medio ambiente y, en particular, la Amazonía. “Espero que podamos profundizar la cooperación mutua”, dijo Biden tras la reunión. Poco tiempo después, Colombia logró una baja considerable en deforestación: casi un 30% menos de hectáreas destruidas en 2022 en relación con el año anterior.

Además de perder a Carolina Corcho en Salud, el presidente tuvo que dejar a un aliado liberal de peso como Alejandro Gaviria, que estaba en la cartera de Educación. Luego salió el propio Ocampo, de Economía. En un año, relevó a 11 de sus 18 ministros.

No es fácil para Colombia hacer reformas sociales, laborales y previsionales con un presidente de izquierda. Petro llamó a sus bases a movilizarse para presionar al Congreso, ya que la oposición no quiso debatir y avanzar en esos terrenos.

Quizás lo menos esperado por el presidente fue la renuncia del embajador en Venezuela, Armando Benedetti, y, ahora, el conflicto con su hijo mayor, Nicolás. En los dos casos hubo audios filtrados que hablaban de fondos opacos para la campaña.

Para la búsqueda de la paz, Petro se muestra pragmático. Las veces que tuvo que recurrir a las Fuerzas Armadas para poner orden no lo dudó. Como tampoco lo hizo para incluir a los paramilitares en ese diálogo.

Petro propuso la Paz Total y eso no es cosa de un año. Tiene una mesa de negociaciones con el ELN, con quienes oficializó un alto el fuego. También tiene un diálogo con las disidencias de las FARC y grupos que mezclan narco con violencia urbana como los shottas y los espartanos en la región de Buenaventura.

Quedan tres años de mandato de Petro y un largo camino por recorrer en una Colombia que ya no será la misma que alternaban liberales y conservadores sin que los temas de paz, medio ambiente y derechos sociales fueran parte de la agenda diaria en el Palacio de Nariño.

(Con información de agencias)