El Observador 30 años > ANIVERSARIO
Un diario que revolucionó el mercado
Felix Carreras
Primer editor jefe
El Observador abrió una nueva época en el periodismo uruguayo en octubre de 1991, siendo el primer diario en sistema digital dejando atrás siglos de producción tipográfica. Una red de ordenadores propició un inimaginable futuro que la posterior aplicación de internet hizo posible.
Aún hoy no dejo de admirar el avance tecnológico que permitió la producción de periódicos de mayor calidad gráfica y que también facilitó la tarea del periodista y especialmente de la edición.
Pero de aquel 22 de octubre la sensación más perdurable, que todavía revivo con satisfacción, trasciende lo técnico.
Las dificultades de la primera edición retrasaron la impresión de los primeros ejemplares que, además, se realizó en una imprenta rotativa alejada de la redacción. La tensión y nervios de esa hora fueron una experiencia inédita para el puñado de periodistas que trabajaron en el cierre de la edición.
En esa hora memorable, la propia satisfacción de la obra concluida fue superada por la emoción, reflejada en los rostros exultantes de los editores con ejemplares en sus manos. Esa sensación de parto, de conquista, que emerge con la primera edición, es una experiencia que todos los periodistas deberían disfrutar.
De aquellos días de alumbramiento editorial sigo guardando en la memoria muchos momentos difíciles, pero recordar esos rostros cansados y pletóricos saboreando el éxito con un ejemplar en sus manos, me hace agradecer a esta profesión que brinda premios como éste.
La pasión del periodismo subyace permanentemente en nuestro trabajo y nos enfrenta a instancias de fracaso y de éxito todos los días. Pero siempre vale la pena. Nuestra tarea es de servicio y siempre trascendente.
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No era un buen momento el año 1991 para editar un nuevo medio periodístico. Había cerrado el centenario El Día; poco quedaba de la época de oro de la prensa uruguaya previa a la dictadura.
Por ello sorprendió el inusitado empeño de Ricardo Peirano en proyectar un nuevo medio impreso en un escenario inestable para este tipo de emprendimiento. Decidir si era posible un semanario o un diario fue prioritario, pero las posibilidades técnicas del mercado influyeron para que se proyectara un diario de cinco días enfocado en economía.
El Observador fue un medio que apuntaba al futuro; fue el primer diario totalmente digital, compuesto en red de computadoras que permitieron una calidad gráfica inédita.
Pero los desafíos de su edición fueron tantos que para los periodistas, editores y maquetadores significó un aprendizaje y una experiencia inédita, que permitió en dos meses el lanzamiento de un diario que revolucionó la plaza.
Aún sin color, tanto el diseño como la calidad de la fotografía hicieron que fuera un diario totalmente nuevo.
La etapa de consolidación de El Observador fue dura, mas provechosa.
Treinta años después todavía sorprende la convicción de su fundador en la necesidad de que los lectores de prensa tuvieran una nueva voz para enriquecer la opinión pública y acompañar el progreso del país.
Es difícil sostener un diario treinta años en un mundo globalizado, en un escenario tan dinámico. Cada edición diaria es un triunfo del esfuerzo y de la fe en el noble servicio del periodismo.
*Este artículo forma parte de la edición especial 30 años de El Observador.
