Un problema político en el área de Vázquez

El respiro en las noticias duró poco. Cuando todo parecía que, de momento, se estaba apagando el affaire Sendic y los reflectores se posaban sobre los blancos, apareció en el gobierno un problema mayor. Las diferencias internas en la negociación con UPM para la instalación de una segunda planta de celulosa se llevaron al renunciante número tres de Economía, Andrés Masoller, pero no solo eso.

El motivo de la dimisión –rechazo a las concesiones que demanda UPM, fundamentalmente en materia impositiva según fuentes de gobierno– llevó el problema a la mesa del presidente Vázquez, impulsor del acuerdo a toda costa. En el círculo cercano al mandatario hay voces que concuerdan con las advertencias del renunciante y públicamente se ha traducido en una cautela que contrasta con el apuro presidencial.

Pero ahora estalló la bomba y las sospechas de que la planta podría no ser el buen negocio que imagina Vázquez quedaron irremediablemente expuestas. Entonces, el problema político le toca directamente al presidente, quien apuesta a UPM como principal apuesta de una agenda sin glamur.

La oposición olfateó el desgarro en el oficialismo y rápido convocó a los ministros de Economía y de Transporte al Parlamento. Allí tendrán que caminar por veredas resbaladizas. Tendrán que conciliar la parquedad autoimpuesta para sobrellevar una negociación difícil e inacabada, eludir los matices con el presidente y defender un proyecto con lealtad presidencial. Su principal desafío es emitir una respuesta simple y convincente para una valoración compleja: ¿Quién ganará más con la segunda planta, UPM o Uruguay? Hay números y también intangibles, una valuación complicada en sí misma, mucho más en medio de la batalla política.

La cuestión es que las diferencias que este tema generan en el círculo áureo desplazaron a otras noticias políticas y colocaron, de nuevo, al gobierno y al Frente Amplio bajo la lupa. El desafuero en ciernes del diputado Washington Ezquerra –quien conducía alcoholizado cuando atropelló a una mujer en Maldonado– y la investigación sobre el intendente de Soriano, Agustín Bascou, indagado por venderle combustible a la comuna a través de ANCAP, pasaron a segundo plano. A excepción del líder de ambos, Jorge Larrañaga, el resto de los sectores blancos se desmarcó y prima la idea de alinearse con las decisiones judiciales a la hora de realizar una manifestación partidaria oficial.

En medio de las tormentas nacionalistas el gobierno venía generando noticias positivas a pesar de las fotos de la actual presidenta de ASSE junto a exdirectores de hospitales denunciados por contratar empresas propias.

La nueva vicepresidenta, Lucía Topolansky, sorprendió a muchos con su impronta de comunicación, diálogo con la oposición, trabajo profesional en el Senado y hasta buena onda con el presidente. A su vez, el intendente y promitente comprador de una candidatura presidencial, Daniel Martínez, atajó penales en el almuerzo de ADM. Allí admitió problemas en la limpieza y el pavimento de la ciudad pero exhibió planes de trabajo en ambas áreas, algo que, de momento, sirve de escudo contra las flechas. La economía crece pero cuesta ver el derrame, aunque Economía espera que al final del período –y en año electoral– existan condiciones para bajar impuestos. Esto no alcanza para lograr un clima positivo.

Las discrepancias en el alto nivel por la negociación con UPM son una pésima noticia para el gobierno y le obliga a remontar en la opinión pública los cuestionamientos y dudas que surgieron desde su interna.

Mientras cierra filas es esperable un movimiento que reemplace los titulares adversos, ya sea un nuevo plan, una reestructura del gobierno o un conejo de la galera.