Liderar desde los valores
“Primero que nada, soy un ser que procura ser feliz cultivando el espíritu y los valores”, dice Yissa Pronzatti.
“Primero que nada, soy un ser que procura ser feliz cultivando el espíritu y los valores”, dice Yissa Pronzatti.
Desde joven, la espiritualidad marcó su manera de vivir y de liderar. Hija de un padre exigente y familiero, creció con una convicción que mantiene: la honestidad, la transparencia y la ausencia de miedo.
“La antítesis del miedo es el amor.”
Hace más de tres décadas, junto a su hermana y una amiga, fundó AMEC con un objetivo claro: ofrecer cuidados con respaldo, empatía y cumplimiento.
“En esa época, los servicios no funcionaban bien; la gente necesitaba seguridad de que alguien iba a ir a cuidarla”
El proyecto creció rápido y con él, su responsabilidad como líder. Entendió que una empresa de cuidados debía cuidar también a quienes la integran.
Construir un cuerpo gerencial sólido fue uno de los mayores desafíos de su trayectoria.
No se trataba solo de encontrar perfiles capaces, sino personas que entendieran el propósito detrás del trabajo.
Con el tiempo, Yissa logró consolidar un equipo que no solo gestiona, sino que comparte una misma mirada sobre el cuidado, la ética y el servicio. Esa construcción, dice, fue su mayor aprendizaje como líder.
Con el paso del tiempo, Pronzatti notó algo que se repetía entre los adultos mayores: el estrés, la falta de movimiento y una alimentación desequilibrada. Esa observación la llevó a una pregunta que hoy guía sus proyectos: ¿por qué esperar a enfermarse para empezar a cuidarse?
Inspirada en las zonas azules —aquellos lugares del mundo donde las personas viven más y mejor gracias al propósito, la conexión y la armonía—, Yissa impulsa un enfoque de bienestar que integra cuerpo, mente y espíritu. Su nuevo camino busca que el cuidado deje de ser una respuesta y se convierta en una forma de vivir.
Hace ocho años creó el Espacio Zen, un centro pionero que introdujo en Uruguay terapias tailandesas para aliviar el estrés.
“Trajimos a las primeras tailandesas que pisaron el país. Fue difícil, porque la cultura, el idioma y hasta el abecedario eran distintos. Pero logramos adaptarlas y crear un espacio único.”
La experiencia, dice, le confirmó que el estrés es el gran enemigo silencioso de la salud moderna.
Hoy trabaja en la apertura de un Wellness Center de 1.300 m², pensado para integrar nutrición, movimiento, salud emocional y educación en bienestar. “No es un spa, ni un club. Es un espacio para aprender a vivir mejor”, explica.
Para Yissa, la misión de AMEC y sus nuevos proyectos es la misma: trabajar por el bienestar de las personas desde la raíz, de adentro hacia afuera.
Su propósito —dice— es “alumbrar luz para que el bienestar llegue a quien lo quiera recibir, sin imponerlo”.