La esquina de San José y Humberto 1° en el barrio de Monserrat cambió su paisaje. Así será por unos días. Banderas argentinas y unos cuantos carteles en apoyo a CFK conviven con militantes que se turnan para que siempre haya alguien en la puerta del edificio en el que reside la expresidenta.
La mañana fue tranquila. Las decenas que de militantes que acompañaron a CFK durante toda la noche con el correr del día se fueron transformando en cientos. El portón del edificio de San José 1111 está custodiado de forma permanente por tres efectivos de la Policía Federal. De la calle, la vereda y alrededores se ocupa la militancia.
Al tránsito pudo fluir sin problemas, por lo menos hasta el mediodía. Los bocinazos de los camiones y los gritos de “Viva Cristina” que rompían el silencio de tanto en tanto eran acompañados casi como en un acto reflejo por un intenso y efímero griterío de los presentes.
La tranquilidad que signó el amanecer de la primera mañana tras la confirmación de la condena contra CFK en la causa vialidad se vio interrumpida en tres ocasiones. La primera, cuando Guillermo Moreno, vecino de la zona, pasó corriendo en pantalón corto rumbo al gimnasio, la segunda con la llegada de José Beraldi, el abogado patrocinante de CFK, y la tercera con la irrupción de Máximo.
Cada aparición tuvo sus matices. Moreno generó revuelo entre los periodistas que estaban de guardia, pero pasó desapercibido por la militancia. Beraldi, en tanto, llegó casi como un anónimo. Incluso tuvo que decirle a uno los custodios que rol cumplía para que lo deje pasar. “Soy el abogado de Cristina”, dijo en tono bajo y consiguió la admisión de manera instantánea. El último en llegar fue Máximo Kirchner. La militancia ya estaba avisada. Se improvisó un pasillo humano y las puertas se abrieron para que entre raudamente junto a un colaborador.
Todo eso sucedió antes del mediodía. Las parrillas callejeras recién empezaban a humear cuando, casi una hora más tarde de haber entrado, Beraldi se retiró.
El abogado frenó y habló con los medios. Dijo lo que ya se sabe. “Cristina es una militante y está entera”, “vamos a esperar los cinco días hábiles para la presentación” y “nosotros siempre cumplimos con todo lo que nos dijo el tribunal”, fueron algunas de las frases que dejó el letrado antes de alejarse rumbo a la calle San Juan.
La intensidad que se vivía en la intersección de Humberto 1° y San José desaparecía en una vuelta a la manzana. Por la Avenida San Juan, el tráfico fluía sin más complicaciones que lo habitual. La YPF de la esquina batía récord de ventas, pero nada que no haya vivido en otras ocasiones en las que la expresidenta fue acompañada por la militancia y el periodismo hasta su morada.
El barrio seguía con su vida. Al medio día las parrillas callejeras ya comenzaban a ofrecer su primeras hamburguesas. Para los choris y la bondiola aún había que eserar. La economía informal que rodea la liturgia peronista se preparaba para ganarse el pan. Nada nuevo en el barrio de Monserrat.