Entiende como una “ayuda inestimable” dos sucesos recientes, como la voz de los arrepentidos en la causa Cuadernos y la velocidad con la que el presidente de la AFA, Claudio "Chiqui" Tapia, está siendo visualizado como una suerte de “capo mafia”
Javier Milei acepta que el gobierno está en su mejor momento. Y entiende como una “ayuda inestimable” la indignación que produce a los argentinos dos sucesos recientes.
Uno es la voz de los arrepentidos en la causa Cuadernos. O, en su versión más actualizada: “Los bolsos eran de Cristina”.
Milei piensa que la exvicepresidenta jamás le perdonará el hecho de que no haya usado su poder político para evitar que fuera presa.
Otro hecho que ayuda, por contraste, al buen momento del gobierno, es la velocidad con la que el presidente de la AFA, Claudio "Chiqui" Tapia, está siendo visualizado como una suerte de “capo mafia”. O el máximo representante de la casta en todo su esplendor.
Al presidente, en la intimidad, le escucharon decir: “Representa al populismo empobrecedor en su máxima expresión. Inventó una nueva inflación: la inflación de títulos. Por eso el fútbol argentino cada vez vale menos”.
Pero Milei no lo va a atacar a Tapia forma pública, por ahora. Porque piensa que tanto él, como su alter ego, Pablo Toviggino, van a caer por su propio peso: el de la ambición desmedida.
Al mismo tiempo, la mesa chica del poder mantiene la guardia alta. Para que al presidente no le exploten en la cara ciertos asuntos pendientes. A saber:
Las de Francos, diciendo que no guarda rencores, pero que no se olvida de nada.
Y las de Villarruel, cuestionando a Vialidad el cobro a la Iglesia de 560 mil pesos por usar un tramo de una ruta, en la provincia de Misiones, para una peregrinación.
Una parte de la mesa política interpretan las críticas como reacciones típicas de quiénes “sangran por la herida”. Otra parte las entiende como el “embrión” de una oposición de centro derecha. ¿Está buscando, en efecto, Macri, a un candidato a presidente del Pro, para el 2027?
El otro asunto que obliga a Milei a mantener la guardia alta es lo que considera el último intento de ataque del kirchnerismo para alimentar la volatilidad de los mercados. Por eso el ministro de Economía, Luis Caputo, tuvo que salir a desmentir un supuesto rescate de bancos privados por 20 mil millones de dólares.
A quienes presionan para que el dólar flote libremente, Milei responde: “¿Por qué están tan apurados para quitar las bandas si el tipo de cambio sigue flotando dentro de las bandas?”
Y para quienes insisten con que el Banco Central tiene que acumular la mayor cantidad de reservas cuánto antes, el presidente razona: “El mercado de cambios en Chile negocia aproximadamente 2.500 millones de dólares por día. En Brasil, 4.500 millones. En Argentina, apenas 200. ¿Qué creen que pasaría si el Central empieza a comprar dólares a lo loco?"
-¿Y qué pasaría?-, le preguntaron este fin de semana. “El dólar subiría muy rápido, con un fuerte impacto negativo en la inflación, el empleo y los salarios”, respondió.
Por eso, tanto él como Caputo admiten que las reservas se pueden recuperar, pero no de la noche a la mañana. “Al ritmo lógico del tamaño del mercado en Argentina”. Lo que sí estaría dispuesto a hacer Caputo es ceder ante “algunos” de los pedidos de los gobernadores.
Lo aceptaría a cambio de conseguir la aprobación del Presupuesto 2026, el proyecto denominado “sacar los dólares del colchón” y la media sanción de la ley de modernización laboral, cuya letra chica todavía es un misterio.
Para eso, estaría a punto de autorizar al ministro Diego Santilli, con la venia del jefe de Gabinete, Manuel Adorni:
Adorni es muy optimista. Supone que, entre el 10 de diciembre, y durante los 45 días subsiguientes, si los legisladores aceptan trabajar hasta el 15 de febrero, se podrán aprobar la mayoría de las iniciativas que propone el gobierno.
Santilli, en cambio, es moderadamente optimista. Considera que el resultado depende de la flexibilidad de Caputo para negociar y la letra chica de las leyes.
Por ejemplo: Los cambios en los ATN, el impuesto a los combustibles y el acuerdo de coparticipación con la Ciudad de Buenos Aires que la Corte aprobó, ¿deberían estar o no incluidos en el Presupuesto 2026?
Y la ley de modernización laboral ¿Tendrá un sesgo anti sindical, tal y como la plantea el ministro Federico Sturzenegger, o les dejará a los gremios una puerta de salida?
Además, aclara, que no quiere que le manejen “ni el gobierno ni la agenda”. El presidente explicó que al flamante ministro de Defensa, el hasta ahora jefe del Ejército, teniente general Carlos Presti, lo eligió él mismo, en base a sus antecedentes. “Fue por orden de mérito, y teniendo en cuenta nuestra estrategia geopolítica”, argumentó. De hecho, Donald Trump, gracias a una autorización del Congreso, también nombró como secretario de Defensa a un militar. O a un “no civil”.
Sobre la demora en designar jueces federales y la necesidad de cubrir vacantes para el 37 por ciento de los cargos, argumentó: “Para el gobierno, en este momento, la prioridad es otra”.
Mientras tanto, la sombra de la sospecha de los negocios irregulares alrededor de Chiqui Tapia crece y se amplifica a toda velocidad.