11 de septiembre 2024 - 13:50hs

En Argentina, el 11 de septiembre es un día especial para honrar la labor de los maestros. Aunque no es un día festivo nacional, las escuelas primarias y jardines de infantes suelen cerrar sus puertas como un homenaje a los profesores.

Se conmemora el impacto significativo de Domingo Faustino Sarmiento en el crecimiento del sistema educativo argentino. Su legado, que abarca la fundación de instituciones educativas y la promoción de una educación pública, gratuita y secular, sigue siendo un componente fundamental del sistema educativo actual.

El 11 de septiembre, el país rinde homenaje a la memoria de Sarmiento, figura clave en la historia de la educación argentina. Fallecido en este día en 1888, su legado se celebra con el Día del Maestro, que reconoce su papel como docente, escritor, presidente y defensor de la educación pública, gratuita y secular.

Durante su mandato como presidente (1868-1874), Sarmiento lanzó un ambicioso plan de expansión educativa, que llevó a la construcción de más de 800 escuelas y una significativa mejora en la matrícula nacional. Esta iniciativa sentó las bases para el sistema educativo moderno en Argentina y refleja su firme compromiso con el acceso universal al conocimiento, sin distinciones de género. Su legado se consolidó con la promulgación de la Ley 1420 de Educación Común en 1884, que estableció la educación primaria obligatoria y gratuita como derecho fundamental para todos los ciudadanos.

La idea de crear un día continental en honor a Domingo Faustino Sarmiento y al trabajo de los educadores surgió en 1943, durante la Primera Conferencia de Ministros y Directores de Educación de las Repúblicas Americanas en Panamá. Después de varios años, en 1945, se formalizó la celebración en Argentina a través de un decreto, extendiendo el homenaje a toda América y conmemorando la figura del líder educativo y su legado en el continente.

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Domingo Faustino Sarmiento fue un pionero en la construcción del sistema educativo en Argentina, y su legado sigue siendo omnipresente en la historia del país. Su visión de una educación pública, laica y gratuita como el pilar fundamental para el desarrollo y progreso de la nación tuvo un impacto duradero y profundo en la sociedad argentina.

Consciente de la importancia de la educación en el combate contra la ignorancia y el atraso social, Sarmiento consideraba que era fundamental hacerla accesible a todos, sin distinción de clase social o género. En su obra "De la educación popular", expuso su visión de un sistema educativo que fomentara la inclusión y la igualdad de oportunidades. En ese sentido, defendió la idea de que la educación primaria fuera obligatoria, gratuita y común para todos, lo que más tarde se concretó en la Ley 1420 de Educación Común de 1884, que estableció la obligatoriedad de la enseñanza para niños entre 6 y 14 años.

Durante su mandato como Presidente de la Nación (1868-1874), Sarmiento fue un apasionado defensor de la educación pública y trabajó incansablemente para construir escuelas y aumentar la matrícula escolar. Bajo su liderazgo, se erigieron más de 800 instituciones educativas en todo el país, lo que resultó en un aumento significativo en la cantidad de estudiantes, de 30.000 a 100.000, en una población que ascendía a aproximadamente 2 millones de personas. Además, su administración fomentó la capacitación docente y estableció institutos normales, donde los futuros profesores podrían recibir una formación adecuada y especializada.

Sarmiento también se esforzó por instalar las bases de la educación y la cultura en Argentina. En 1870, fundó la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP), con el objetivo de democratizar el acceso a los libros y fomentar la lectura y la educación entre la población en general. Además, fue el impulsor de la creación de la Biblioteca Nacional de Maestros, un organismo fundamental para la formación y el desarrollo profesional de los docentes. Ambas instituciones siguen siendo fundamentales para la educación y la cultura en Argentina hasta el día de hoy.

Consideraba que el avance científico y la educación eran los pilares fundamentales para el crecimiento y el desarrollo de la nación, y para construir una sociedad moderna y progresista. En su obra maestra "Facundo: civilización o barbarie", Sarmiento denunció la carencia de educación y la condición de atraso en las zonas rurales del país, y argumentó que la instrucción pública era la única vía para impulsar el crecimiento económico y social de Argentina.

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Nueve anécdotas sobre Sarmiento

  1. Durante su exilio en Chile, el presidente Manuel Montt le encomendó a Sarmiento la creación de un periódico educativo, que el sanjuanino inicialmente denominó "Monitor de la Educación". Sin embargo, el nombre fue modificado por un ministro, quien lo consideró "pretencioso", y se convirtió en "Monitor de las Escuelas Primarias". El escritor se opuso a la decisión, argumentando: "Señor, mi propósito es escribirlo para educar ministros, diputados, senadores y doctores, porque de tanto que ustedes saben, no saben que ignoran todo sobre este asunto. Las escuelas no se mejoran en la Escuela, sino en la opinión de los que gobiernan y legislan".
  2. En su tiempo al frente del Departamento de Escuelas, Sarmiento era conocido por recibir a las madres de familia que deseaban presentar quejas sobre casos de injusticia o violencia contra maestros. Antes de escuchar las explicaciones de los hechos, tenía un hábito peculiar: antes de oír la versión de la madre, decía: "El maestro tiene siempre razón... ¿Qué decía usted de su niño?". Esta forma de abordar los casos revelaba la importancia que Sarmiento le daba a la autoridad y la responsabilidad del maestro en el aula.
  3. En la Dirección de Escuelas de la Provincia se encuentra un tratado educativo que aboga enérgicamente contra el uso de castigos corporales en el aula. Sin embargo, este manuscrito tiene una anotación marginal que revela una perspectiva diferente: el político, en su escritura, añade: "Todo ello es muy bueno; pero una tunda de azotes dada a tiempo, nos ha venido bien a todos".
  4. Cuando se unió a la campaña militar que culminaría con la derrota de Rosas en la batalla de Caseros en 1852, Sarmiento sostuvo varias reuniones con Urquiza en Gualeguaychú. En su libro "Campaña en el Ejército Grande", Sarmiento recordó que durante estos encuentros, Urquiza no mencionó las cartas que le había enviado desde 1850 ni tampoco sus libros. Sin embargo, sí le envió una carta: "me aconseja como suya, como nueva para mí, la misma política de fusión que Argirópolis y Sud América revelaban; pero sin decirme: va usted bien por ese camino, sino: yo le indico esa política".
  5. En 1855, Sarmiento lanzó una iniciativa que tendría un impacto duradero en la región del Delta del Paraná: plantó la primera vara de mimbre en el área. Además, se le atribuye la introducción de las primeras semillas de nogales pecan de los Estados Unidos en el Delta. Según su nieto, el político se mantuvo comprometido con la producción de mimbre hasta el final de su vida, enviando varillas por correo para promocionar su industria. Sin embargo, no todos compartían su entusiasmo por la actividad. Un contemporáneo, por ejemplo, se rió, argumentando que ya era conocido en la ciudad "desde que tuvo uso de razón". El docente, sin embargo, no se dejó intimidar y respondió con humor: "Podemos conciliar lo que usted dice con la historia, preguntándole: ¿a qué edad empezó usted a usar de su razón, hasta hoy tan escasa?".
  6. Durante un debate en el Senado sobre el presupuesto para la construcción de un ferrocarril, los senadores cuestionaron la suma de 800.000 pesos fuertes considerándola excesiva y la garantía del 7% de ganancia demasiado generosa. En un momento, Sarmiento interrumpió la discusión con una exclamación: "No he de morirme sin ver empleados en ferrocarriles en este país. ¡No digo 800.000 sino 800 millones de pesos!". Al escuchar esta respuesta, los senadores se rieron abiertamente. Sin embargo, no se dejó intimidar y pidió que las risas constaran en las actas del debate: "Porque necesito que las generaciones venideras sepan que para ayudar al progreso de mi país, he debido adquirir inquebrantable confianza en su porvenir. Necesito que consten esas risas, para que se sepa con qué clase de necios he tenido que lidiar".
  7. Un día, el ex presidente se encontraba paseando por el corazón de Buenos Aires cuando accidentalmente se cruzó con el arzobispo Aneiros. En ese momento, ambos líderes se vieron envueltos en un breve enfrentamiento amistoso. Como era habitual en su carácter, Sarmiento quería ceder el paso, el arzobispo también.

    -No olvide, Su Ilustrísima, que es un príncipe de la Iglesia y yo un simple particular

    -Para mí su excelencia es siempre el Presidente de la República.

    -Eso no. Le prevengo que siendo presidente, ni al papa...

  8. Un funcionario le llevó una nota de condolencia al entonces presidente Sarmiento, dirigida a la viuda de un alto cargo. La nota comenzaba con las palabras "Tengo el honor...". Al recibir la nota, Sarmiento se detuvo un momento y preguntó:

    -¿Ha pensado usted alguna vez en ser presidente?

    -No, señor, jamás...

    -Hace usted mal. Es obligación de todo argentino aspirar a ser presidente de la república. Vaya usted y cuando tenga esa idea en la cabeza, no se le ocurrirá que el presidente tiene honor en dirigirse a nadie, por viuda que sea, sino que le hace honor dirigiéndose a ella.

  9. En el período de 1845 a 1847, Sarmiento realizó un viaje exhaustivo por Europa, África y América, encargo del presidente Montt, con el objetivo de investigar y aprender sobre los sistemas educativos de los países visitados. También aprovechó este viaje para alejarse de la escena política chilena, donde su intervención había generado problemas. El resultado de este viaje fue la publicación de dos libros y medio: "La educación popular", "Sus Viajes" (una serie de cartas que relataban sus experiencias) y "Diario de gastos". El último, escrito personalmente por Sarmiento, es un librito anotado en varios idiomas que muestra la personalidad puntual del líder. En su prólogo a una edición reciente, el escritor Juan José Saer destacó: "La jovial sorpresa de muchos estudiosos ante la mención 'Orgía 13,5 francos' del 15 de junio de 1846 en Mainville, no me impide preferir el rubro que sigue inmediatamente, 'Una pieza para secar la pluma 2 francos', y que nos muestra a un hombre vigoroso y satisfecho, dispuesto a retomar la tarea después de una pausa bien merecida".

Las anécdotas presentadas en este texto provienen de la obra de Domingo Faustino Sarmiento, "Campaña en el Ejército Grande" y "Viajes por Europa, África y América", así como del libro "Sarmiento anecdótico", publicado en 1905 por su nieto, Augusto Belín Sarmiento. La consulta de este libro fue posible gracias a la gentileza de los empleados de la Biblioteca Nacional.

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